Muchas personas trans son expulsadas de los espacios escolares por la transfobia, no importa su talento e interés personal. El trayecto educativo que les pone en mejores condiciones ante el mercado laboral se ve trunco a muy temprana edad. Sin embargo, las personas trans no cejan, no se detienen; algunas han hecho sacrificios y se han visto obligadas a vivir una doble vida, otras se han encontrado espacios donde lo que importa es lo que puedes aportar. El debate Personas trans: cuando el trabajo no falta, pero el empleo sí reúne los testimonios de tres activistas. Noah Pérez y Janette García son profesionales de la salud y Nomi Ramírez es secretaria; sus historias dan fe del empuje de las personas trans por el derecho a un empleo digno.
¿En qué has trabajado y a qué te dedicas en la actualidad? ¿Qué es lo que más te gusta de lo que haces? ¿Y lo que no?
Noah Pérez: Soy médico, me gradué hace un año; ahora trabajo en un Consultorio Médico y en estos momentos me encuentro haciendo la residencia de Medicina General Integral. A mí me gusta mucho la guardia, atender urgencias. Lo que más me gusta de mi trabajo es poder ayudar a la gente, tratar las enfermedades y ver que con el tiempo, poco a poco, van mejorando su calidad de vida, sus costumbres o hábitos.
Lo que no me gusta es el papeleo, demasiada burocracia y las personas se quejan quizá porque no saben cómo se trabaja.
Janette García Reyes: Soy Licenciada en Enfermería. Desde al año 2010 soy promotora de salud en ITS/VIH/sida y actualmente soy la coordinadora provincial de la red TransCuba. Trabajé muchos años en el Centro de prevención y control de las ITS/VIH/sida, como enfermera. En el Centro nunca fui rechazada ni marginada, siempre fui apoyada por mis compañeros de trabajo. Hoy trabajo en el policlínico Raúl Sánchez, del municipio Pinar del Rio, aquí fui muy bien acogida sin importar mi identidad de género.
Me gusta todo de mi profesión, amo ser enfermera porque me gusta ayudar a quienes necesitan de mi apoyo y comprensión, me siento bien brindando amor a quien necesita de un ser humano que transmita energías positivas. Además, me siento realizada al luchar por los derechos de las personas, principalmente los de mis compañeras trans.
Nomi Ramírez : Trabajé desde muy joven, pues dejé el preuniversitario porque sufría mucho bullying por parte de un profesor y de algunos alumnos; terminé el 12 grado en la Facultad.
Luego recibí clases de baile, trabajé en una casa particular cuidando ataris (equipos de video juegos), pero tuve que dejar las clases de baile, pues no tenía como mantenerme y la dueña del negocio de los ataris viajó al extranjero. Estuve un tiempo poniendo música en una fiesta junto a unos compañeros de las clases de baile, pero no era mucha la ganancia.
Luego vino el sexo transaccional y con el tiempo me integré a la red TransCuba. Trabajé en fiestas como transformista y, a veces, como guía o acompañante de extranjeros, pues hablo inglés. También trabajé limpiando pisos en el Pediátrico de Centro Habana, pero fue solo unos días. Desde 2017 trabajo en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) como secretaria.
Me encanta atender a las personas y archivar documentos. Tengo la dicha de trabajar en un lugar como Cenesex, no sufro discriminación.
¿Has sentido discriminación a la hora de optar por un empleo, o en tu centro de trabajo? ¿Cómo se ha manifestado?
NP: A la hora de optar por mi empleo no sentí discriminación, me trataron por mis pronombres sin problema ninguno. Ya una vez dentro del trabajo sí fue un poco más complicado, en la media en que las personas tuvieron conocimiento de mi identidad, pues algunas se cerraban en el trato y otras no usan los pronombres adecuados.
JGR: Sí he sentido discriminación por ser una persona con una identidad trans, principalmente cuando optaba por la carrera de enfermería. Aunque en aquel momento yo llevaba una doble vida, por el día vestía ropa de varón para respetar el reglamento de la universidad y la carrera y en la noche era una persona feliz porque me reconocía tal y como soy, una mujer apasionada de la vida. Fue así como logré hacerme profesional y tener un título, a pesar de los obstáculos y barreras que nos imponen a las chicas trans.
NR: En la búsqueda de empleo, sí. Sentí la discriminación en el hospital La Dependiente (Hospital Clínico Quirúrgico Diez de Octubre). Allí la persona de Recursos Humanos que nos atendió, a una amiga y a mí, nos dijo que teníamos que ir a trabajar vestidos correctamente, o sea, de hombre. En otros lugares simplemente me decían que no tenían plaza, como pasó en el de hospital Calixto García, donde existiendo una vacante en esterilización nos dijeron que no. Otro tanto me pasó en una agencia de publicidad: tenían una plaza de recepcionista y la persona de Recursos Humanos fue divina hasta que le di mi carnet de identidad; su expresión y trato sufrieron un cambio de 360 grados. Momentos antes me había preguntado si tenía hijos y me había dicho que me iban a llamar.
Si pudieras cumplir un sueño ¿qué te gustaría ser?
NP: Me gustaría hacer la residencia en cirugía general y poder especializarme en esa rama; trabajar en hospital como médico cirujano.
JGR: Sueños tengo muchos, pero el más importante es que las mujeres trans seamos reconocidas legalmente ante nuestra sociedad, que se apruebe una ley de identidad de género en nuestro país.
NR: He logrado mucho más de lo que soñé, aunque no sé, deseo trabajar con público, pues me encanta tratar con personas.
¿Cuánto puede mejorar la vida de las personas trans por el ejercicio pleno del derecho a tener un empleo digno y sin discriminación?
NP: El ejercicio pleno del derecho a tener un empleo digno y sin discriminación mejoraría muchísimo la vida de las personas trans. Muchas son discriminadas, maltratadas y disminuidas por su identidad; las personas creen que son menos y no, es todo lo contrario. Muchas tienen mucho talento, mucha capacidad para trabajar y ánimo. Justamente por la discriminación se ven impedidas de realizarse plenamente como seres humanos, sin poder alcanzar sus sueños, tener una vida mejor y ayudar su familia.
JGR: Si se llegara a aprobar una ley de identidad de género, si se pudiera legalizar nuestra identidad, si se pudiera entrar a los centros educacionales y laborales según nuestra identidad y forma de vestir, si sucediera todo esto, estaríamos cambiando estilos de vida en las chicas trans y evitaríamos prácticas de riesgo que nos exponen a las infecciones de transmisión sexual y al sexo transaccional.
NR: La vida de las personas trans puede mejorar con el derecho al empleo sobre todo ahora que, aunque el nivel de vida está por los cielos, aumentaron los salarios. La mayoría vive alquilada y privada de muchos recursos y condiciones.
¿Qué hace falta para que más personas trans puedan tener un empleo?
NP: Lo que necesitamos es una ley de identidad de género para que las personas trans puedan tener derecho a un trabajo digno sin discriminación. Que puedan verse en la sociedad como cualquier persona normal, que es lo que son; con sus defectos, virtudes, capacidades y muchas ganas de salir adelante.
Todo parte de una identificación y documento legal, y eso también ayuda a poder realizarse las cirugías que, igualmente, no todos quieren. Pero a quienes sí lo deseamos, nos ayudaría mucho.
La ley de identidad de género permitiría, luego de los cambios pertinentes, que las personas se identifiquen como se sienten en los documentos legales y, a partir de ahí, pues pudiesen desempeñarse en un empleo sin conflicto con su identidad y expresión de género. Por lo tanto, serían mejores seres humanos, se podrían desarrollar mucho mejor en la vida en sociedad y las personas no los verían como bichos raros; esto es lo que generalmente contribuye a la discriminación, a la violencia y a la exclusión.
Una ley de identidad de género permitiría no tener las situaciones incómodas de cuando uno tiene que enseñar el carnet. En mi cuño, por ejemplo, cuando alguien percibe la diferencia del nombre, tengo que decir que es un error, que yo no me llamo así.
JGR: Pienso que todas las mujeres trans debemos ser fuertes, estar empoderadas, enfrentar todo tipo de manifestaciones discriminatorias y estar informadas sobre las instituciones a las cuales acudir a la hora de denunciar estos malos actos de la sociedad. Estando empoderadas podremos lograr buenos hábitos y una mejor calidad de vida.
NR: La voluntad política del Estado cubano existe y la Constitución prohíbe la discriminación, aunque algunos desde sus posiciones de poder aún discriminen y nos cierren las puertas. Hace falta incidir en los hogares y en el ámbito escolar, pues al dejar de estudiar, no tener dónde vivir, ni el apoyo de tu núcleo familiar y otros, no te quedan muchas opciones y oportunidades.