HSH, 10 años después

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«La epidemia de VIH/sida es mala, muy mala, pero representó el primer paso para reconocer la existencia de una comunidad homosexual en Cuba», aseveró Raúl Regueiro, fundador del proyecto dirigido a Hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), del Centro Nacional de Prevención (CNP) de las infecciones de transmisión sexual/VIH/sida.

Aunque puede resultar doloroso reconocerlo, fue justamente la necesidad de enfrentar el crecimiento del VIH/sida entre los HSH una de las puertas más importantes para visualizar la diversidad sexual en la sociedad cubana, hecho reconocido durante la presentación en La Habana del documental «El derecho a la utopía», que resume 10 años de trabajo del citado proyecto.

«Además de hacer promoción de salud, nos propusimos siempre algo más, pues mostrar a la sociedad la problemática homosexual era muy importante», contó a SEMlac Regueiro, actualmente vinculado a la prevención del VIH/sida en la isla desde el Sistema de las Naciones Unidas.

Insertado dentro de las actividades de la IV Jornada Cubana contra la Homofobia, el encuentro en el CNP, a modo de panel participativo, pasó revista a 10 años de trabajo del proyecto HSH, sus lecciones aprendidas y los retos hacia el futuro.

Aunque Cuba sigue registrando una tasa baja de prevalencia de la epidemia, en comparación con otras naciones del área, el peligro de infección se mantiene. Desde fines del año 2004, esa tasa creció de 0,05, hasta el 0,1 por ciento, dato confirmado al cierre de 2009.

La población masculina, y en particular los HSH, constituyen el sector más vulnerable frente a la enfermedad. El 80 por ciento de los infectados son hombres y de ellos, cerca del 86 por ciento son HSH, una realidad que tiene sólidos amarres en una fuerte tradición machista.

A diferencia de otras legislaciones, la cubana no incluye regulaciones de corte homofóbico; el rechazo hacia estas personas está fuertemente arraigado en buena parte de la sociedad.

El proyecto HSH, entonces, tuvo que apostar desde sus inicios a la deconstrucción de estereotipos y prejuicios vinculados a la condición de seropositividad al VIH, pero también a la homosexualidad, la bisexualidad y otras maneras diversas de asumir la sexualidad, tarea, ésta última, mucho más compleja.

La más reciente actualización, fechada en 2009, de una Encuesta sobre indicadores de prevención de infección por el VIH/sida, que realiza sistemáticamente desde 1996 el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), lo confirma.

«Mientras el 73,6 por ciento de la población exhibe actitudes de respeto y aceptación hacia las PVS (personas que viven con sida), cerca de la mitad (47,6%), tiene actitudes discriminatorias hacia los HSH», refiere el Resumen de Resultados del estudio, publicado en el sitio digital de la ONE (http://www.one.cu).

Un proyecto con buena salud

El proyecto de prevención del VIH/sida para HSH vio la luz en agosto del año 2000, como parte de un programa nacional aprobado por el Ministerio de Salud Pública, con apoyo del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.

La definición de HSH nació a partir de un concepto fundamentalmente epidemiológico y tiene que ver con el comportamiento de las personas, no con la orientación sexual.

El proyecto fue encaminándose poco a poco en dos vertientes paralelas: promover actitudes referidas a la promoción de la salud de las personas de cara a la epidemia, pero también hacia una mejor salud social.

«Trabajamos para disminuir la vulnerabilidad social de los HSH. Eso significa tratar de que la comunidad, en sentido general, entienda mejor la problemática de los hombres homosexuales y bisexuales; que llegue a aceptar la expresión de esa orientación sexual; pero también que las personas se sientan más complacidas con su orientación sexual, que no la tengan que esconder», argumentó Regueiro.

Poco más de 10 años después, datos de CNP confirman que la experiencia va teniendo un alcance creciente.

Por solo citar un ejemplo, el proyecto ha preparado ya 1.800 promotores voluntarios en todo el país, que desarrollan su labor desde la estrategia de comunicación de pares, en sitios de encuentro, mediante video debates y con cuanta iniciativa les resulte eficaz.

«Es cierto que la epidemia ha seguido creciendo, pero siempre me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera existido el proyecto HSH o el centro de prevención», reflexionó con SEMlac Raphael M. Caldas, a cargo del fortalecimiento organizativo dentro del equipo técnico nacional del proyecto HSH.

«Hubiera sido mucho peor. Pero ahora nos toca seguir trabajando, pues los cambios de comportamiento en las personas no se logran en una década», precisó Caldas.

Estrategia en estudio

En ese camino, Cuba somete a una revisión completa su programa de prevención frente al VIH/sida, según se conoció durante el debate de este mayo en el CNP.

La doctora Rosaida Ochoa, directora de ese centro, precisó en ese encuentro que se revisan los programas de educación sexual en todos los niveles de enseñanza del país, en función de hacer más integral la prevención desde el sector educacional.

A la par, con las lecciones aprendidas en más de 10 años, «estamos proponiendo seguir trabajando con estrategias de prevención específicas como la dirigida a los HSH, pero también buscamos implementar otras más complejas, como la dirigida a los hombres en general», detalló Ochoa.

El equipo de promotores del centro explora trabajar en lugares de grandes concentraciones de hombres como las barberías, los gimnasios o servicios de salud específicos, entre otros, en busca de impactar a la población heterosexual masculina cubana y también a aquellos HSH que no reconocen públicamente su condición.

Según los estudios de la ONE, más del 70 por ciento de los HSH en Cuba trabajan, es decir, están vinculados a algún sector laboral y promover acciones en instituciones concretas podría ser una buena forma de llegar a ellos, reconocen especialistas.

Conseguir una presencia efectiva del tema en los medios nacionales de comunicación también se perfila como reto impostergable junto a la promoción de más investigaciones científicas que sostengan y orienten con más eficacia la labor educativa y de prevención.

«Es necesario conocer más, caracterizar mejor a las poblaciones con las que trabajamos», precisó la doctora Ochoa.

Desde el año pasado, además, se trazó como línea se trabajo recuperar los mensajes que indiquen la severidad de la enfermedad, como vía para elevar la percepción del riesgo de adquirirla.

«Tras 10 años de trabajo el proyecto es cada vez más visible. Lentamente, pero con paso firme, hemos ido logrando cosas», resumió Caldas.

Mayo de 2011

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