El reconocimiento de los cuidados como un derecho humano para todas las personas fue reafirmado por especialistas y activistas durante las XV Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia en la capital cubana.
«Los cuidados son un derecho humano universal, pero son también una de las principales brechas de género», señaló Rosa Campoalegre, coordinadora del grupo de Estudios de Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, al moderar el panel «Los cuidados como derecho universal. Miradas desde las familias», realizado el 13 de mayo en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Ana María Álvarez Tabío, profesora de Derecho de Familia de la Universidad de La Habana, señaló que la propuesta de un nuevo Código de las Familias, llevada a consulta popular y que será votada en referendo este año, visibiliza por primera vez en Cuba a las personas cuidadoras y les brinda protección.
El documento también reconoce explícitamente el valor económico del trabajo de cuidado, que es necesario analizar con enfoque de género, dijo, pues lo realizan fundamentalmente las mujeres. Muchas de ellas abandonan sus proyectos personales y profesionales para asumir el cuidado, no reciben compensación monetaria por ello y están en desventaja, agregó.
Incorporar a las personas que se encargan de los cuidados al sistema de asistencia social, respetar las plazas laborales de quienes interrumpen el empleo para cuidar a un familiar y crear mecanismos económicos para aliviar la situación precaria en que quedan fueron algunas de las propuestas mencionadas por la experta al referirse al amparo personal, económico, social y de servicios que necesitan.
“Esa legislación deberá conjugarse con acciones de divulgación y capacitación para ganar en coherencia, cultura y conciencia jurídica, además de preparar a profesionales del Derecho, la asistencia social y el ámbito médico, entre otros”, indicó Joanna Pereira, también profesora de Derecho.
El cuidado como un derecho humano conecta, además, con el disfrute de otros derechos, como al empleo y la salud, expresó la socióloga Magela Romero Almodóvar, coordinadora de la Red Cubana de Estudios sobre cuidado.
Al abundar en una cuestión que siempre se ha considerado familiar y hay que situar en el centro de la política, Romero Almodóvar destacó el modo en que se están aprovechando actualmente las investigaciones en la construcción de una agenda política de país.
Las historias más invisibles
Desde otra mirada, la psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Cenesex, llamó la atención acerca de los conflictos relativos a los roles de cuidado y las personas LGBTIQ+.
“Muchas de esas personas han sido expulsadas de sus familias muy tempranamente, a veces durante la segunda y tercera adolescencia, cuando sus expresiones y comportamientos resultan incómodos y no son aceptados en el entorno familiar.
Entonces resulta que su espacio se les otorga a otros hijos que sí son queridos, amados, cuidados y consentidos, pero que luego abandonan la familia, agregó Alfonso. Son entonces el hijo gay, la hija lesbiana o trans quienes, con su trabajo sexual u otro empleo, traen la comida a casa o sostienen a los padres ancianos.
Con esa reflexión, la experta instó a considerar las situaciones que viven las personas LGBTIQ+, habitualmente ocultas en los análisis y las estadísticas. Igualmente, se refirió a homosexuales y trans que se encargan del cuidado de sus parejas en situación de enfermedad, como el VIH-sida, un cuidado igualmente poco visible y que pasa por el voluntariado.
Todas esas personas deben contemplarse en las políticas y hay que hacer notar que participan en los cuidados con un desgaste mucho mayor, porque lo hacen, además, desde una historia de discriminación, abandono y muy escasos cuidados, resumió Alfonso.
En esa misma línea, la socióloga Delia Rosa Suárez Socarrás habló de ampliar la mirada para reconocer la diversidad de personas y de mujeres que asumen los cuidados en la nación caribeña, en particular las personas trans, inmersas en procesos de acompañamientos y cuidados que transcurren de forma invisible.
Esas personas, además, envejecen más aceleradamente por haber vivido situaciones de vulneración y discriminación, dijo y abogó por no despreciar la variable vulnerabilidad ni perder de vista que esas personas, por la manera en que estamos concibiendo la sociedad, están en un peligro mayor.
“En estos grupos el cuidado pareciera ser una cuestión endógena, que ocupa solo a las personas trans, que se cuidan entre sí mismas aunque no pocas veces requieren de otros cuidados”, reflexionó Suárez Socarrás, especialista del Cenesex.
“Muchas se pasaron la vida entera trabajando. Sin embargo, sus trabajos no tenían un reconocimiento legal, no se jubilaron nunca o pierden su fuente de ingreso, sin acceso a seguridad social u otras alternativas que, desde el Estado, están previstas”, sostuvo.
Quienes asumen su atención son muchas veces otras personas trans en situación muy similar, cuya fuente de ingresos proviene generalmente de espacios informales, con altísimas violencias, describió.
Suárez Socarrás recordó que cuidar no es solo asistir en situación de enfermedad y pidió mirar y atender esas historias a las que les pasan por encima los mandatos de género que las subordinan y muchos otros más.
La profesora Joanna Pereira comentó que, ciertamente, se ha investigado sobre los derechos sexuales de la población LGBTIQ+, pero no respecto a cómo esa condición y situación de vida influye en el ejercicio de otros derechos, como puede ser el de los cuidados.