Comunidad LGBTIQ y covid-19: respuestas a la pandemia

La pandemia causada por el virus SARS-Cov-2 paralizó el mundo y trastocó la cotidianidad. Salvar la vida y responder a la emergencia sanitaria ha sido el centro de atención de familias, comunidades y estados. Sin embargo, no todas las personas han estado en igualdad de condiciones para enfrentar la pandemia y las medidas de confinamiento; tampoco sus repercusiones económicas y sociales afectan por igual a toda la ciudadanía. El debate Comunidad LGBTIQ y covid-19: respuestas a la pandemia se acerca a la experiencia de esta comunidad en Cuba, sus respuestas a la emergencia sanitaria como parte de la ciudadanía y sus vulnerabilidades ante la pandemia. Para ello reunimos los criterios de tres activistas: la pastora Yivi Cruz Suárez, el médico Ernesto Betancourt Oliva y el profesor universitario Adiel García Pérez.

¿Cómo afecta la Covid-19 a las personas LGBTIQ? ¿Crees que existen situaciones relacionadas con la homofobia que las pone en desventaja ante la emergencia sanitaria?

Yivi Cruz Suárez: Esta situación de emergencia ha sido difícil para todas las personas, más aún para las minorías y entre ellas la población infantil y anciana.

En el caso de las personas LGBTIQ no es diferente, al encontrarse en el grupo de las minorías, también sufren de desventajas. Ejemplo de esto: al vivir en núcleos familiares diversos, donde existe machismo y violencia, pueden existir manifestaciones de homofobia por parte de familiares.

El confinamiento también ha traído estrés y depresión, los estilos de vida de las personas han cambiado.

Muchas veces las personas LGBTIQ buscan opciones de vida para huir de ese círculo de violencia que le genera la familia o los centros de estudios o de trabajo.

Pueden existir manifestaciones de homofobia en centros laborales, ahora con la reducción de plantillas, puede que esa sea una excusa para que personas con poder o en puestos de trabajo decisivos con posturas homofóbicas puedan atribuirse decisiones de este tipo sobre personas de la comunidad

Ernesto Betancourt Oliva: No tengo referencias concretas. Como profesional de la salud, sí puedo afirmar que durante el ejercicio práctico de los protocolos de actuación ante pacientes sospechosos y/o confirmados de coronavirus, se atienden de igual forma a todas las personas, sin importar su orientación sexual o identidad de género. No obstante, la subjetividad de los profesionales de la salud continúa permeada de prejuicios y concepciones seudocientíficas ancladas en el pasado, lo cual obedece en gran medida a la anémica formación durante el pre y el postgrado en cuanto a los temas de diversidad y derechos sexuales.

Adiel García Pérez: Hay dos formas importantes en las que la pandemia ha afectado a las familias LGBTI y a las personas LGBTIQ en Cuba. El primero es en la gestión de los recursos y de los bienes de consumo que cotidianamente necesitamos, como los alimentos, el aseo, aspectos que para las familias y las personas sexo-género diversas pueden funcionar de modo distinto, teniendo en cuenta que dada la carencia de estos productos en Cuba las redes de apoyo comunitarias y familiares tienen un rol esencial.
En el caso de las familias y las personas sexo-género diversas, estas redes de apoyo comunitarias y familiares pueden verse debilitadas y no funcionar del mismo modo; lo que nos pone muchas veces en una situación de desventaja con respecto al resto de las familias.
El otro punto que también ha sido un nudo conflictivo es tener que exponernos a una convivencia prolongada y obligatoria en nuestras viviendas que pueden ser, en muchos casos, espacios de opresión y discriminación. Muchas personas sexo-género diversas han tenido que volver a la vivienda familiar como consecuencia de la pandemia, de no tener los recursos necesarios para sostener el alquiler de una vivienda o por otras razones. En muchos casos, estos son espacios de discriminación, lo que puede generar muchísimas situaciones de violencia.
Otro de los espacios donde hay un grupo de desafíos es en el espacio laboral. Tras las medidas de confinamiento y la estrategia de gobierno para proteger a quienes trabajan, las personas LGBTI pudimos ser objeto de discriminación y no ser beneficiados con modalidades de teletrabajo, haber sido declarados interruptos por decisiones que están llenas de discriminación, de homofobia y transfobia.
También afecta la informalidad laboral en la que muchas veces viven las personas sexo-género diversas en Cuba, en Latinoamérica y el mundo. En muchos casos ejercen actividades irregulares o informales, las cuales, tras el confinamiento, no están incluidas en las medidas estatales de protección laboral.
En especial me refiero a las personas trans que son, dentro del colectivo LGBTIQ, las personas de mayor vulnerabilidad. A mí no me gusta hablar en nombre de las personas trans, solo doy mi criterio mediado por mi experiencia. Sin pretender hablar por ellas, creo que es necesario reconocer que son el colectivo de mayor vulnerabilidad en el espacio laboral y en otros ámbitos también. En muchísimos casos quedan desprotegidas completamente, sin tener una fuente de ingresos para la reproducción de su vida cotidiana.
Esto habla de la necesidad de establecer políticas públicas que protejan a las personas LGBTIQ en los espacios laborales y de manera general, también políticas públicas que aborden específicamente las problemáticas del colectivo trans, atiendan sus necesidades y vayan encaminadas a apoyar su inserción laboral, a tener fuentes de ingresos suficientes para la reproducción de su vida cotidiana y la satisfacción de sus necesidades.

Por otra parte, hay personas LGBTIQ en la línea roja de enfrentamiento a la epidemia como parte del personal de salud y también del voluntariado. ¿Cuál ha sido tu experiencia? Teniendo en cuenta que muchas veces la ciudadanía y la participación social de las personas LGBTIQ en distintos sectores no se visibiliza.

YCS: En todas las épocas, las personas LGBTIQ han estado insertadas en todos los sectores de la sociedad y ahora tampoco son ajenas a la pandemia.

Desde mi experiencia en los primeros meses de la cuarentena en Cuba, nuestra iglesia estuvo apoyando, junto a la vecindad y la enfermera de la comunidad barrial, a personas ancianas que vivían solas en la entrega de nasobucos, alimentos y aseo.

La iglesia también brindó espacios de acompañamiento pastoral y litúrgico a través de las redes sociales, dando un seguimiento a personas de la comunidad género diversa de otros lugares del país que estaban pasando por procesos de depresión debido al confinamiento.

Conocemos de testimonios de personal de enfermería y voluntariado que estuvieron trabajando en la zona roja, quienes también defendieron su participación social y su responsabilidad ciudadana desde su espacio laboral.

EBO: Soy un joven doctor graduado hace menos de un año, residente de primer año de la especialidad de Medicina General Integral (MGI). Cuando se detectaron los primeros casos de la enfermedad en el país, me estaba desempeñando como médico de familia en un consultorio médico; entonces me propusieron formar parte del equipo de trabajo que atendería de manera específica los casos de enfermedades respiratorias en mi área de salud. Al igual que muchos otros jóvenes residentes, me incorporé consciente de la responsabilidad y el riesgo que asumía, pero a la vez muy satisfecho por ejercer mi deber profesional en esta decisiva tarea. Estoy orgulloso por haber decidido formar parte del equipo médico que atendió directamente los casos de pacientes sospechosos de coronavirus, cuando la incertidumbre sobre el desarrollo de la epidemia era notable. Me siento más dispuesto y mejor preparado para cooperar en esta y cualquier otra emergencia sanitaria.

AGP: Yo estuve en un centro de aislamiento de la universidad de Matanzas trabajando como voluntario. Desde lo personal fue una experiencia muy enriquecedora, que me permitió estar en un momento y en un proceso tan importante como es el enfrentamiento a la pandemia en Cuba y que, de algún modo, era un trabajo que se conectaba con el enfrentamiento a nivel global, porque es necesario la comunión de esfuerzos comunitarios, locales, nacionales para enfrentar adecuada y coherentemente la pandemia en todo el mundo.
Era algo necesario, que debía hacer. Significó un crecimiento para mí, relacionado con experiencias de organización, poder conocer nuestro sistema de salud a fondo y constatar su sentido humanista, que a veces parece una frase trillada, pero doy testimonio de que pone al ser humano en el centro de sus preocupaciones y su actuar.
También he tenido experiencias desde lo colectivo. Creo que es un desafío todavía visibilizar a las personas y al colectivo LGBITQ y las funciones que están realizando en el enfrentamiento a la Covid-19. Creo que la oportunidad del 17 de mayo se desaprovechó para que nuestros medios de prensa pudieran visibilizar cómo las personas LGBTIQ estábamos enfrentando la pandemia desde diferentes espacios y cuáles son los retos y desafíos que particularmente tenemos, tanto en los espacios de cuidado como parte del personal sanitario y del voluntariado, y también como parte de los enfermos de Covid-19. Estas son realidades que necesitamos visibilizar cada vez más y que es un reto que tiene que asumir la sociedad cubana toda, desde los espacios institucionales, estatales, políticos, comunitarios y desde la sociedad civil.

Existen experiencias de apoyo al interior de la comunidad. ¿Cuánto crees que han aportado los años de activismo LGBTIQ en Cuba a estas iniciativas?

YCS: En estos últimos tiempos de crisis en nuestro país, tanto sanitaria como económica, se han podido constatar iniciativas surgidas desde los grupos LGBTIQ. En mi opinión, con el paso de los años el activismo se ha ampliado hacia todos los sectores de la sociedad y mediante las redes sociales, fomentándose y creando unidad a través de la sensibilidad y la ayuda.

He conocido de experiencias de grupos de activismo que han rediseñado otras maneras de lucha, una lucha desde el servicio y los valores de estar al lado de las personas más necesitadas, un activismo desde la ternura, de acoger y abrazar a los grupos más vulnerables.

Estas iniciativas han surgido de grupos como la Red TransCuba perteneciente al Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el Proyecto AfroAtenas del Callejón de las Tradiciones de Matanzas, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) de Matanzas, Proyecto Casa Tomada MirArte, Proyecto Alianza Afrocubana y otros.

EBO: No tengo referencias.

AGP: Creo que los años de activismo han permitido tener una agenda LGBTIQ mucho más clara y ese es uno de los principales aportes de una lucha llevada por décadas, en un momento encabezada por el trabajo del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), que tiene un valor grandísimo en las reivindicaciones del colectivo LGBTIQ, y a la que han sumado empoderamiento y reivindicaciones un grupo de experiencias que vienen de la sociedad civil.

Hay una mayor organización hacia lo interno de estas experiencias que se han logrado con el paso de los años, con el ensayo y el error. También existe una mayor diversidad, iniciativas que trabajan en las redes sociales, otras que parten del trabajo comunitario, con colectivos trans, experiencias que tienen una visión interseccional de los derechos y la lucha.

Creo importante que la lucha llevada por décadas ha podido visibilizar cuáles son las necesidades y los reclamos que tiene el colectivo LGBTIQ para poder organizar el trabajo desde el conocimiento de nuestros contextos particulares.

Otro aporte ha sido la articulación entre actores de la sociedad civil con actores institucionales que también han asumido esta responsabilidad, aunque existen muchísimos desafíos en este sentido y alertas en cuanto evitar la contaminación de la agenda LGBTI con otras agendas que tienen intenciones desestabilizadoras del sistema político cubano, que buscan la restauración capitalista en Cuba y un enfrentamiento con el proyecto socialista cubano. Es necesario ser previsores con esta contaminación que puede tener la agenda LGBTI con esas otras agendas de derecha en Cuba.

La emergencia sanitaria ha puesto en pausa a la sociedad cubana y al mundo. ¿Cuánto puede afectar o beneficiar esta situación para el desarrollo de la agenda LGBTIQ en Cuba, teniendo en cuenta que el próximo año se presenta el código de familia.

YCS: La Covid-19 ha puesto en parada toda la vida en desarrollo de nuestro país. Hemos tenido que desaprender y aprender formas nuevas de comunicación. Muchas actividades se han tenido que ejecutar y desarrollar por las redes sociales y, a la misma vez, estas se han convertido en trincheras globales de trabajo.

Esto ha traído como beneficio una mayor libertad de expresión y debates públicos en diferentes plataformas digitales; se promueven eventos de activistas y proyectos que permiten la interacción entre personas, incluso desconocidas, desde todas las partes de mundo.

Aunque existe una expansión comunicacional, también hay muchas personas que no tienen acceso a las redes y se quedan en desventaja respecto a lo que está pasando en el país para impulsar una estrategia de lucha a favor del Código de las Familias.

Por otra parte, en este momento, la mayoría de las personas estamos inmersas en darle solución a la economía de nuestros hogares y de la situación de nuestro país.

EBO: Para mí es lógico comprender que se posponga el debate legislativo y popular referente al futuro Código de las Familias, hasta que las condiciones sanitarias permitan su realización. El Código forma parte del cronograma legislativo que arrancó en nuestro país a partir de la aprobación de la nueva Constitución, y debido al impacto de la Covid-19 este proceso de forma general se ha pospuesto, sin haberse especificado un aplazamiento significativo y distintivo del Código con respecto a las restantes normativas.

A mi juicio, este nuevo periodo de tiempo constituye una valiosa oportunidad que debe ser aprovechada por los actores políticos y sociales involucrados en la agenda LGBTIQ en Cuba, con el propósito de realizar acciones que visibilicen su activismo, que movilicen mediante información coherente y científica el estado de opinión popular hacia una actitud favorable al reconocimiento y respeto de estos derechos, que desarticulen y contrarresten el discurso de odio de la falange evangélica en Cuba, partiendo de que un referéndum donde se sometan los derechos de las minorías LGBTIQ a la aprobación de una mayoría cisheteronormativa constituye un acto violento y, a la vez, contradice el espíritu de los derechos ya reconocidos en la actual Carta Magna, los cuales se verían vulnerados de forma contradictoria ante un resultado que fuese inconstitucional.

AGP: La mayor preocupación en este tema ha sido el atraso del cronograma legislativo; por tanto, pausar y retardar la aprobación del Código de las familias y en ese sentido postergar y prolongar el reconocimiento y protección de las familias sexo-género diversas, el acceso al matrimonio y la unión de hecho, que son parte de la agenda LGBTIQ en Cuba y a otros derechos como el acceso a la reproducción asistida, la adopción. Creo que este es el mayor peligro.

Esto depende de una decisión estatal. Por lo que conozco, las comisiones encargadas de presentar los proyectos de leyes ante la Asamblea Nacional del Poder Popular no han parado de trabajar, por tanto, no tiene por qué atrasarse. De todas maneras, esa siempre será una decisión que tome la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba y responderá al contexto y la situación sanitaria del país. Hay un artículo que publiqué en la revista Q de Cuir en el que desarrollé un poco más este tema.

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