Que un cuento como Ito (Editora Abril, 1997) se convierta en una lectura infantil cotidiana, o al menos cada vez menos conflictiva o “rara” para los padres y madres de la Isla, pudiera ser un factor determinante, anhelado, en pos de que la diversidad sexual resulte un tema natural a tener en cuenta en la literatura infanto-juvenil en Cuba.
El sensible libro del autor cubano Luis Cabrera Delgado narra la historia de un pequeño, casi adolescente, que tiene gustos y formas distintas que no “encajan” en las estructuras sociales, o al menos en las maneras convencionales y uniformes de asumir un modelo de niño. Su recepción pudiera ser más intolerante de leer o asimilar para las y los adultos que para los propios niños y niñas. Sobre todo, cuando son los primeros quienes explican los asuntos incomprensibles a los segundos y, por tanto, reproducen e inculcan estereotipos y temores.
En ese aspecto, si bien el movimiento literario infantil cubano data de la pasada década de los sesenta y adquiere un matiz más estable en los setenta, no es hasta par de décadas posteriores que ciertas rúbricas apuestan por una literatura muy diferente a la de los orígenes.
Cuando algunos países han vivenciado el surgimiento de editoriales con una producción intencionada hacia un enfoque de género; o en otras naciones se potencian iniciativas didácticas para fomentar respeto hacia la diversidad sexual; en Cuba, desde finales de los ochenta y comienzos de los noventa, despiertan historias más atrevidas que abordan no solo los problemas de la infancia en una contemporaneidad cambiante, sino que se alejan de todo concepto infantilista.
No obstante, el tema de la diversidad es el menos tratado. Ante este panorama se imponen algunas interrogantes: ¿Cómo pensar-sentir estos contenidos dentro de la literatura infanto-juvenil que se genera en la isla? ¿Cómo insertar estos títulos en una producción editorial y consumo social cubanos todavía eminentemente machistas? ¿Existe una panorámica favorable para el tratamiento de la diversidad sexual en las letras cubanas dedicadas a este público?
Los “atrevidos”
Hace algunas décadas, o apenas unos años atrás, escribir sobre identidad de género, pluralidad en las prácticas sexuales o los nuevos modelos de familia en las obras, para las y los menores en Cuba, era un acto arriesgado y de “atrevimiento escriturario”. Todavía lo es.
Fue entonces cuando apareció Ito de Luis Cabrera, una especie de título iniciático sobre el tópico. A este volumen de compleja trama se sumaron, —con el tiempo, los años y las comprensiones—, Es raro ser niña de Mildre Hernández (Editorial Gente Nueva, 2011); “El caballo rosado” (en Cuentos del buen y mal amor, Editorial Gente Nueva, 2010), de Nelson Simón; “Antilo y Darié”, de Luis Caisés. Otros autores consensuaron el camino hacia una literatura más inclusiva: ahí están Enrique Pérez Díaz, Eldys Baratute, María Caridad González, Magaly Sánchez Ochoa, Alexey Mendoza, Esther Suárez, Elaine Vilar Madruga…
Estas escritoras y escritores cubanos defienden una narrativa infantil que les permita a niños y niñas conocer historias que promuevan la equidad y el respeto a la otredad. Libros que planteen nuevas respuestas para viejas y nuevas preguntas.
Las temáticas han sido varias, desde un enfoque realista. No pocos factores han estimulado a una nueva generación de autoras y autores a pulsar y reflejar los estilos de vida de la sociedad cubana actual: la crisis económica, las respectivas consecuencias sociales y la constante mediación-competencia de las nuevas tecnologías, han servido de catalizadores.
De ahí que un enfoque de género, plural e inclusivo, se vuelva más común en las actuales propuestas. “También influye que los lectores de hoy, tanto infantes como adultos, están más preparados, con todo el nivel de información que circula, para comprender lo diferente desde cualquier punto de vista”, asegura el escritor Eldys Baratute. .
Aunque, más allá de la aparición de títulos precursores de estas nociones, la diversidad sexual tiene todavía un correlato pobre en la concepción literaria cubana actual.
En ese aspecto, el mencionado Baratute y Enrique Pérez Díaz, destacados defensores de la literatura infantil, realizan desde hace tres años una interesante y primera antología sobre las obras cubanas realizadas bajo temáticas de diversidad sexual, identidad de género y nuevos roles de familia.
Aparecen cuentos de travestismo, cambios de roles de niños y niñas, la historia de una pequeña con una madre que no posee los patrones tradicionales de feminidad, tramas sobre padres homos o bisexuales, el enamoramiento de dos compañeritos de aula, el conflicto de un adolescente que viste atributos no asociados convencionalmente a su sexo…
No ha sido camino fácil realizar este primer compendio. “Aunque avanzamos en el proyecto, es curioso que determinados autores y autoras se han mostrado algo cautelosos cuando les comentamos del asunto, incluso aquellos que tangencialmente tocan el tema. Esto demuestra que todavía no existe del todo la madurez suficiente para enfrentar ciertas realidades que la vida impone”, coinciden los compiladores.
De eso sí se habla
En ese sentido, algunas escritoras y escritores consideran que la misma libertad creativa y temática que convive en la literatura para adultos debe primar en la destinada a los y las infantes. Siempre, por supuesto, desde el compromiso con la buena literatura: responsable, bien escrita, sensible. Sin que el contenido sea dómine del propio libro, sino hilo argumental. Desde esa percepción cualquier trama cabe en un texto infantil.
Pérez Díaz, investigador acucioso sobre el fenómeno, considera que a los pequeños y pequeñas se les puede hablar de todo. “¿Acaso no enfrentan las peores situaciones en su diario acontecer? Lo que sí debe saber el escritor es cómo enfrentar estos temas, no dejar que el tópico lo venza, sino que apenas sea parte de la historia”.
Y he aquí aspecto medular en el cual coinciden especialistas y escribanos: lo más importante en un libro es su argumento y contar con las herramientas adecuadas para escribir la trama; y, por ende, es vital, la credibilidad de los personajes, por muy conflictivas que sean sus historias.
En ese escenario, pues claro, algunas escritoras y escritores despliegan con mejor o peor maestría los tópicos y las formas.
Vencida esta pelea parece contraproducente escudarse en la cuestión qué se puede escribir y qué no para un público infantil.
Pérez Díaz, en ese aspecto, defiende la belleza en crear-publicar textos con contenidos conflictivos. “Deben estar hilvanados con pericia y espiritualidad suficiente para que las y los pequeños identifiquen en ellos cuantas problemáticas hay en el mundo”.
Tampoco es concebir panfletos de activismo social: los y las infantes necesitan contenidos inclusivos, no posturas ideológicas. Así lo cree Baratute: “Debemos tener buen oído y escuchar lo que nos pide la historia. Si nos equivocamos en eso, acabamos haciendo un discurso a favor de, o en contra de, y entonces dejamos de hacer literatura”.
Otras fórmulas, mejores contextos
El panorama de concepción-recepción de obras literarias todavía reproduce esquemas y discriminaciones. Existen intolerancias, marginaciones que encuentran en la literatura infantil especial mecanismo para la dominación y la imposición de criterios.
No obstante, emerge una nueva ola de escritoras y escritores que piensan-apuestan por la sensibilidad y el respeto. Los años enseñan y, con el tiempo, se han aplacado algunos fantasmas. No todos, algunos.
En ese escenario, Cuba, sus instituciones sociales y su sistema editorial dan los primeros pasos. Para eso se ha creado un contexto propicio, desde la labor de diversas instituciones como el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). Y los autores y autoras sienten menos límites.
No es tarea fácil, y bien lo saben Baratute y Pérez Díaz. La postura de estos primeros compiladores de la literatura infantil con enfoque hacia la identidad de género y la diversidad, es clara, contundente. “Nunca será demasiado el esfuerzo que se realice por lograr que cada vez tengamos ciudadanos más abiertos, desprejuiciados y constructivos hacia su semejante, por muy diferente que este o esta pueda parecerles…”