Salud de mujeres lesbianas, conflicto de muchas caras

Además del rechazo social y a menudo familiar, las mujeres lesbianas en Cuba sufren otras secuelas de la discriminación y el desconocimiento cuando tienen necesidad de cuidar su salud.

«Si vamos a una consulta y decimos que somos lesbianas, generalmente el doctor o la doctora entran en tensión, muestran incomodidad y tienden a darnos un tratamiento diferente», explicó a SEMlac Isbrailda Ruíz, integrante de Las Isabelas, un grupo de mujeres con orientación sexual diferente, de la provincia de Santiago de Cuba, a unos 900 kilómetros al este de La Habana.

Agrupadas desde 2002, Las Isabelas están consideradas una de las primeras redes sociales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y, precisamente, las insatisfacciones con la atención a su salud estuvieron entre sus primeras motivaciones para unirse.
La enfermera Isell Calzadilla, fundadora del grupo, acudió desde el inicio al Centro Provincial de Promoción para la Salud en busca de consejo y ayuda, pero también de apoyo para capacitarse en asuntos de sexualidad y prevención del VIH/sida.
Para ella, cuando se habla de la salud de la mujer lesbiana, el área ginecológica adquiere gran trascendencia, porque la sexualidad lésbica transita por caminos muy diferentes a la heterosexual «y eso entraña riesgos», asegura.

«Ninguna mujer encuentra agradable realizarse una prueba citológica», aseguró a este servicio, por su parte, la doctora Kenia Fernández, del Centro Provincial de Promoción para la Salud de Santiago de Cuba.
«Pero, en el caso de las mujeres lesbianas es aún más duro porque ellas no suelen construir su sexualidad a partir de la penetración y la revisión ginecológica se convierte, no pocas veces, en una suerte de agresión», precisó Fernández.
«Hay mujeres lesbianas que no han sido penetradas nunca», ha abundado la psicóloga Nery Lázaro, quien fuera durante algún tiempo coordinadora de Oremi, otro grupo de lesbianas y bisexuales formado en 2004 en Ciudad de La Habana, también bajo el auspicio del Cenesex.
En coincidencia con esta psicóloga, especialistas en el tema de la diversidad sexual abogan por transformar la relación médico-paciente lesbiana para no poner en riesgo procedimientos imprescindibles como la ya citada prueba, único examen médico que previene el cáncer de cérvix y cuello del útero.
En Cuba la mortalidad por ese tipo de cáncer registró en 2011 una tasa de 8,1 muertes por cada 100.000 mujeres mayores de 20 años, siendo la quinta causa de fallecimiento por cáncer entre la población femenina, según cifras del Anuario Estadístico de Salud, publicadas en su edición de ese propio año.
La prueba citológica, también llamada coloración o Prueba de Papanicolau, PAP o extensión cervical, es un examen de pesquisa ginecológica que permite apreciar los cambios en la morfología de las células del cuello del útero.
Según el ya citado Anuario, el pasado año fueron examinadas en busca de cáncer cérvico-uterino 746.982 cubanas mayores de 25 años, para una tasa de 190.6 por cada mil mujeres de esas edades.

En consulta

Pero el llamado a ese cambio en la relación médico-paciente suele tropezar con el desconocimiento y el rechazo en torno a la diversidad sexual que aún persiste en buena parte de la población cubana y, en particular, en el sistema de salud.
«¿De qué servicios de salud estamos hablando si no tenemos una cultura de los derechos sexuales?», se ha preguntado no pocas veces la psiquiatra Ada Alfonso, vicepresidenta de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES).
Según Alfonso, el personal vinculado a la salud, incluidos sus profesionales, muchas veces no reconocen ni comprenden los procesos de la construcción de género y la identidad sexual para poder atender a las mujeres lesbianas o a personas con diferente identidad de género.
«Son temas que deben incluirse en los currículos docentes de las universidades médicas y también en las diferentes especializaciones de posgrado», detalló a Alfonso a SEMlac.
La experiencia personal de la doctora Fernández está en línea con las preocupaciones de Alfonso. «Cuando empezamos a trabajar con Las Isabelas, a veces nos complicábamos porque teníamos que estudiar sobre las particularidades de la sexualidad femenina», explicó a SEMlac.
«Finalmente, buscamos también el apoyo de la Comisión Provincial de Educación Sexual para brindarles un asesoramiento más integral, pues sabíamos que desde la sociedad se suele manejar mejor la homosexualidad en los hombres que en las mujeres», agregó la médica santiaguera.
Un informe publicado en 2011 por la Asociación Internacional de Lesbianas, Trans, Gays, Bisexuales, Intersexuales de América Latina y el Caribe (ILGA LAC) respalda estos criterios.
Titulado «Salud lesbiana y bisexual en América Latina y Caribe: construyendo nuevas realidades», el documento reúne las consideraciones de 33 activistas lesbianas pertenecientes a diferentes grupos de 11 países del continente latinoamericano y caribeño.
Además de las enfermedades más comunes en estas poblaciones, el estudio destaca la calidad de la atención médica a lesbianas y bisexuales y las afectaciones a la salud que vienen de la mano de prácticas discriminatorias.
El texto también evalúa los motivos de la invisibilidad en el ámbito sanitario de las relaciones sentimentales y sexuales entre mujeres, y las consecuencias que esto conlleva en su salud sexual.
«Queremos que nos traten como mujeres y que tengamos la tranquilidad y la entereza de decirle al médico lo que somos, explicarle si tenemos o no penetración, contarles nuestros miedos», confesó Ruiz a SEMLac.
«Y también sería bueno que en las consultas nos orientaran sobre hábitos sexuales en lesbianas que puedan afectar la salud», agregó.

Maternidad: asunto en conflicto
Profesionales de ramas médicas como la Ginecología, la Obstetricia e incluso la Psicología suelen insistir en que el embarazo no es una enfermedad, sino un proceso en el cual el cuerpo femenino se transforma para poder acoger a un bebé en formación.
Sin embargo, ese proceso, estereotipado en las sociedades patriarcales como «el momento más sublime de la vida de la mujer», es identificado como un conflicto de salud por no pocas mujeres lesbianas.
Para Niurka García, integrante del grupo Fénix, otra de las redes de lesbianas que asesora el Cenesex, el estrés que conlleva el deseo insatisfecho de tener descendencia puede convertirse en un padecimiento psicológico a largo plazo.
Fénix se fundó en 2008 en la provincia de Cienfuegos, al centro de la isla, a poco más de 300 kilómetros de la capital, y tuvo una importante participación en la Jornada contra la homofobia del pasado mayo, que tuvo por sede a esa provincia.
«En la isla existen leyes y regulaciones dentro del sector de la Salud Pública que permiten a las parejas heterosexuales concebir hijos de forma asistida. Sin embargo, a las mujeres lesbianas no se les permite concebir de esta manera y muchas veces se ven obligadas a realizar un acto sexual indeseado para poder tener un bebé», detalló García a SEMlac.
«Si mi compañera y yo hubiéramos querido un hijo una habría tenido que sacrificarse en una relación sexual con un hombre. Nuestra maternidad estaba penalizada por ser mujeres lesbianas», confirmó Teresa de Jesús Fernández, directora de la Editorial del Cenesex, durante un taller organizado por la SOCUMES, a propósito del Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, el 28 de mayo.
Lamentablemente, en Cuba aún no hay investigaciones ni estadísticas que sistematicen el estado de la maternidad lesbiana en el país y los principales métodos que utilizan para la reproducción.
Pero el asunto puede trascender los límites de la salud mental, según explicó a SEMlac Tania Tocoronte, fundadora de Fenix.
«Conozco amigas que se inoculan el semen de amigos gays o de otros hombres para salir embarazadas y, de esa manera, se están exponiendo a muchas enfermedades y peligros», detalló en un cuestionario respondido para la sección digital «Debates» de SEMlac.
Esa tendencia fue constatada en entrevistas realizadas por SEMlac, en las cuales se identificó también a las relaciones heterosexuales -pactadas o no- como opciones recurrentes de reproducción en parejas lesbianas.
Además de un largo camino pendiente aún para la sensibilización del personal de salud, especialistas coinciden en que hace falta una investigación multidisciplinaria que arroje luces y soluciones a estos conflictos.

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