El rechazo familiar y social, las prácticas discriminatorias y los prejuicios pueden poner en riesgo la salud de las mujeres lesbianas y bisexuales, de acuerdo con estudios y testimonios.
Ellas suelen padecer malestares psicológcos y también físicos por diversas causas, pero en gran medida también por falta de información en materia de salud y la persistencia de mitos y prejuicios que influyen lo mismo en ellas, que en el personal de salud que debe atenderlas.
«Los estereotipos de décadas se reflejan también en su resistencia o asistencia tardía a los servicios de salud, y en la calidad de la atención que reciben», comentó a SEMlac Marian Alonso Prado, especialista de Medicina General Integral en Camagüey, ciudad a más de 530 kilómetros al este de La Habana.
No pocas preocupaciones acerca de su salud en general, y de la sexual y ginecológica en particular, son tema recurrente en encuentros y reflexiones de las redes sociales a las que estas mujeres se vinculan desde sus lugares de residencia.
«Muchas veces la mujer lesbiana no es tratada con la sensibilidad y delicadeza que los médicos debemos prodigar a la hora de practicar un interrogatorio o realizar un examen físico», precisó Alonso Prado a SEMlac durante el último encuentro anual de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en diciembre de 2014.
La también médica del hospital de Santa Cruz del Sur precisó que el temor al supuesto tratamiento hostil que puedan recibir es el principal motivo que limita su asistencia al médico.
«También hay falta de conocimiento, pues por ser lesbiana y a veces por no tener penetración o embarazo corre más riesgo de padecer una neoplasia cérvico-uterina que otras mujeres activas en el sexo con penetración», agrega a SEMlac la especialista.
No son pocas las razones que influyen, sin embargo, en la resistencia y asistencia tardía de estas mujeres a los habituales chequeos y consultas médicas.
Según su experiencia, no hace falta llegar al médico con un sello identificativo que diga «soy lesbiana». Sencillamente, a veces por el prototipo, se llega a conclusiones anticipadas o se asume un proceder inadecuado, como cuestionar determinado examen si esa mujer no «debe tener» sexo con penetración.
«De ese modo a veces el personal médico actúa de una manera negligente, cuado el trato debe ser igualmente sensible para todo tipo de mujer», aclara la médica.
Como resultado, muchas padecen patologías que pudieran evitase o atenderse a tiempo, como el cáncer cérvico-uterino o de mama, así como otros padecimientos, incluidas las infecciones de transmisión sexual (ITS).
Aunque históricamente las relaciones sexuales entre mujeres no han representado una incidencia importante en la transmisión del VIH/sida, hay casos documentados de que ellas pueden contraer el virus y otras ITS.
Pero entre las propias mujeres lesbianas y bisexuales existe una baja percepción de riesgo, asociada muchas veces a mitos y falsas creencias sobre la sexualidad femenina y sus prácticas.
«Ellas por lo general no visualizan la vulnerabilidad de su aparato reproductor ante determinadas enfermedades», asegura el estudio «Vulnerabilidad de las mujeres lesbianas ante las ITS y el VIH/sida», de la licenciada en Higiene y Epidemiología Yenis Milanés Céspedes y el médico José E. Martínez González, de la oriental provincia Granma, a más de 740 kilómetros de la capital.
Entre los mitos más frecuentes identificados por los especialistas está el creer que las lesbianas necesitan poca atención ginecológica, no deben hacerse la prueba citológica con tanta frecuencia y el cáncer de cérvix no es un problema para ellas porque «no practican el coito».
Por lo general no requieren anticonceptivos ni atención prenatal, por lo que acuden menos al ginecólogo, precisó Martínez al exponer los resultados del citado trabajo en la primera reunión de estudios de género y sexualidades no heteronormativas, realizada del 20 al 23 de enero en la central provincia de Cienfuegos, a 250 kilómetros de La Habana.
Con frecuencia las mujeres lesbianas rechazan la atención ginecológica, debido a que pueden sentirse incómodas revelando su preferencia sexo-afectiva a los profesionales de la salud, quienes no están exentos de prejuicios y mantienen a veces posturas de discriminación o rechazo a la hora de brindar atención ginecológica.
«El propio examen ginecológico con espéculo es un proceder invasivo; a ningún tipo de mujer le gusta. Pero sabiendo de sobra que es necesario para el diagnóstico, debemos practicar la prueba con un conocimiento y técnica adecuados», considera la médica camagüeyana Alonso Prado.
Otras situaciones que elevan su vulnerabilidad ante las ITS y otros eventos dañinos para su salud es que suelen sufrir discriminación, violencia y negación de sus derechos en la familia, el trabajo y la sociedad, por no obedecer a las normas heterosexistas y excluyentes, dominantes en la sociedad.
El estigma social también las lleva a vivir malestares psíquicos como depresión y ansiedad, sentimientos y emociones como la inseguridad, el miedo y la incertidumbre por la falta de aceptación social y de su propia familia. «Refieren vivir con temor a ser discriminadas», sostuvo el médico Martínez.
El riesgo se incrementa para ellas cuando tienen múltiples compañeras sexuales en cortos periodos de tiempo, varias parejas simultáneamente o si ejercen prácticas de sexo transaccional con clientes masculinos, agregan los especialistas.
Generalmente no conocen literatura científica y especializada que aborde estos temas, apunta el estudio de los especialistas de Granma.
Elevar la percepción de riesgo entre estas mujeres, así como su conocimiento sobre estos temas, e incluirlas en las campañas de prevención de las ITS y el VIH/sida, son algunas de las propuestas inmediatas de los expertos.