Las mujeres lesbianas y bisexuales experimentan una doble y hasta triple discriminación. Sin embargo, activistas y expertos en el país denuncian el silencio que muchas veces cubre estas manifestaciones de maltrato. La psicóloga y activista Norma Guillard ha trabajado por más de una década a favor de los derechos de las mujeres lesbianas y bisexuales en Cuba. SEMlac conversó con la especialista sobre la violencia que sufren cubanas que aman a otras mujeres.
¿Cuáles son las principales manifestaciones de violencia que sufren las mujeres lesbianas y bisexuales?
Ser lesbiana es una cosa y bisexual otra, no es posible entonces hablar de las mismas manifestaciones de violencia recibida. La valoración hay que hacerla por separado.
Las mujeres lesbianas, sin dudas, sufren muchas situaciones de violencia, entre las más frecuentes están el rechazo, la discriminación y, como resultado, la soledad.
La violencia se inicia desde ellas mismas, cuando no logran aceptarse como son: no salir del closet es, en sí, una auto tortura. Si logran dar ese paso, resulta difícil enfrentar la lesbofobia en la familia y la sociedad, por la heterosexualidad obligatoria que ha impuesto la cultura patriarcal.
El rechazo de las mujeres heterosexuales, que critican y no comprenden a las lesbianas, también es una expresión de violencia.
Las mujeres lesbianas que llegan a un espacio o grupo de iguales pueden creer que han obtenido la felicidad y la comprensión máximas. Sin embargo, esa es otra prueba dura, pues entre las mismas lesbianas puede experimentarse el rechazo entre las consideradas butch -o masculinas- y las femeninas, dando lugar a un maltrato mutuo.
Vivir por largo tiempo bajo la violencia y el rechazo también puede provocar comportamientos violentos. Esto se refleja en la relación de pareja, en la cual una de las dos intenta comunicarse con los códigos heredados que impone la influencia machista, queriendo repetir roles de género masculinos, celos o posesión, entre otros. Aún influyen los estereotipos de la masculinidad y la feminidad tradicionales, y la creencia d que una de las personas en la pareja debe reproducir el rol «femenino»: ser obediente, dulce y dependiente.
Al tratar el tema con las mujeres bisexuales, vemos que las manifestaciones de violencia más frecuentes están relacionadas con las discrepancias con las mujeres lesbianas, al no siempre ser entendidas por estas, quines creen que son bisexuales para no sufrir la violencia que impone la heterosexualidad obligatoria. Ellas también sufren el desprecio de la sociedad, pues se les considera inseguras en lo que desean o confusas en sus placeres. El sufrimiento en las mujeres bisexuales a veces es mayor porque quedan «fuera de grupo».
¿Cree que se les incluyen cuando se habla de la violencia de género? ¿Por qué?
Cuando se habla de violencia de género no siempre las lesbianas son incluidas, es un tema que necesita ser visibilizado, concientizado; como tampoco se incluyen cuando se habla de otros temas relacionados con la mujer, por ejemplo, con su deseo de ser madres.
Aún cuesta un poco de trabajo que sean incluidas en diferentes programas educativos y esto está dado por la falta de reconocimiento y respeto a la diversidad, la falta de información y estudios sobre estos temas. Detrás de todo ello está el prejuicio que muchas veces se impone.
¿Cómo valora la respuesta de las instituciones y del activismo LGBTI en Cuba, frente a esta realidad?
A las instituciones aún les cuesta abordar el tema, por lo que su respuesta es lenta, a pesar de todo el esfuerzo que ha hecho y hace el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), por sumar cada día más instituciones a la educación sobre estos temas.
El activismo LGBTI —en el que falta incluir la Q de queers— sigue necesitando de líderes con un poco más de independencia para lograr un mejor crecimiento. Aún se trabaja con proyectos institucionales que, si bien han sido necesarios para la arrancada, no dejan de poner su impronta vertical y crean a veces relaciones de dependencia.
Se debe trabajar más para ganar estabilidad grupal, preparación, creatividad y que, como fuerza colectiva, los lleve a una mayor unión para lograr verdaderos objetivos de crecimiento, modificaciones en el pensamiento y conciencia social.
¿Cuáles iniciativas cree que pudiera hacer frente a los maltratos que sufre este grupo?
La primera iniciativa esencial es trabajar el respeto entre las personas que integran la comunidad LGBTIQ, que aprendan a quererse y logren el respeto de las demás personas.
Lograr una preparación y conocimiento que les ayude a exigir y disfrutar sus derechos sexuales.
Hacer realidad una educación de la sexualidad desde las edades más tempranas, sobre todo en el ámbito familiar, para que las personas crezcan con la autoestima necesaria para enfrentar la realidad que se quiere vivir.
Pero, sobre todo, que los espacios de debate sobre la temática sean más observadores de las verdaderas realidades y conflictos cotidianos de esta población.
Hay que ganar en conciencia deque los conflictos no se resuelven con violencia. Sensibilizar a todos los niveles y edades, teniendo en cuenta el gran papel que juegan los medios de comunicación.
¿Qué recomendaciones daría a una mujer lesbiana víctima de violencia de género?
La primera recomendación sería que revise su autoestima y trabaje la construcción de auto respeto y de hacerse respetar. Debe tener en cuenta que incide mucho su comportamiento.
Le recomiendo que conozca claramente cuáles son sus derechos, para defenderlos por encima de todo. La superación constante da la fuerza y elementos necesarios para saber cuál es nuestro lugar y cómo luchar por él.
Le aconsejaría buscar soluciones para los conflictos que generan violencia en los espacios donde convive, ayudando a desmontar las falsas ideas de que los problemas se resuelven con violencia.
Y que ayude a construir no un espacio de competencia, sino un verdadero espacio de fortaleza y amor.