El deseo de ser madre se ha transformado para Massiel Mateo en una utopía. Aunque ninguna condición biológica le impide procrear, como mujer lesbiana no pudo cumplir el sueño de educar a una criatura debido a las limitaciones en el acceso a la reproducción asistida o la adopción.
«Decidí no casarme con un hombre porque hubiera sido una actitud hipócrita y entiendo la pareja basada en el amor», afirma la poetisa de 44 años, que vive en la provincia de Ciego de Ávila, a 434 kilómetros al este de la capital cubana.
En varias ocasiones acudió a consultas de inseminación, pero estas se reservaban a parejas con tratamientos por infertilidad.
«También quise adoptar, pero solo los matrimonios heterosexuales con tiempo de casados tienen esa oportunidad y, cuando superé los 40, me cansé de insistir», revela a SEMlac la escritora.
Su historia es similar a la de otras mujeres lesbianas que debieron renunciar a tener descendencia debido a los prejuicios y estigmas homofóbicos.
Para la psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), la sexualidad de las mujeres sigue siendo concebida desde la reproducción y no desde el ámbito erótico, de manera que aquellas que transgreden los patrones hétero normativos quedan excluidas.
Lesbianas de distintas edades y profesiones identificaron la maternidad como un área de conflicto durante uno de los talleres de las redes sociales comunitarias vinculadas al Cenesex, celebrado el 15 de mayo como parte de las actividades centrales de la VI Jornada Cubana contra la Homofobia, en Ciego de Ávila.
«La sociedad nos impone un papel predeterminado como mujeres y asumir nuestra orientación sexual es más difícil porque la discriminación es doble», reconoció Mateo.
Por su parte, la profesora avileña de preuniversitario Raquel Fernández Garrido opinó que mientras no cambie el concepto tradicional de matrimonio no se reconocerán plenamente los derechos de las personas homosexuales a establecer una familia.
En Cuba los servicios de reproducción asistida se vieron deprimidos con la crisis económica de la década del noventa y en fecha reciente vienen siendo reanimados por un programa nacional que comprende la atención de la infertilidad, sobre todo en parejas heterosexuales estables, con elevados costos para el país, que mantiene acceso gratuito y universal a la salud.
Según Alfonso, no se trata de que las lesbianas no puedan acceder a este servicio, sino que el sustrato ideológico del programa es heterosexista y se comprende poco el amor entre personas del mismo sexo.
Como alternativas, algunas parejas de lesbianas acuden a métodos artesanales como la introducción de jeringas con semen de algún donante en la cavidad vaginal, una práctica que pudiera traer dificultades a la salud por manipulación inadecuada.
En cuanto a la adopción para parejas de un mismo sexo, hasta el momento no está contemplada en la legislación cubana ni en el proyecto de Código de Familia que estudia la Asamblea Nacional del Poder Popular para su posible aprobación en el actual período lectivo.
La pedagoga Lucía García, del departamento de Docencia del Cenesex, consideró que esta sería una opción favorable para niños y niñas sin amparo filial.
«La sociedad cubana tiene que empezar a entender que la familia no es solo nuclear y heterosexual, sino que existen paternidades y maternidades no hegemónicas», refirió en conversación con SEMlac.
«La familia no es necesariamente aquella que establece la consanguinidad, sino la que te da valores, te acompaña y sostiene en los momentos buenos y malos», valoró.
Cuando existe algún hijo o hija fruto de una relación heterosexual anterior, el cuestionamiento viene entonces desde la sociedad y la escuela, donde muchas veces estas criaturas son rechazadas por prejuicios hacia sus dos madres o padres.
Cuando a los 16 años salió embarazada de uno de sus profesores, a Ana Gloria Cabrera Hernández la expulsaron por primera vez de su casa. Al tiempo de haber nacido el niño pudo regresar, pero tres años después se asumió como lesbiana y nuevamente sufrió la exclusión y el rechazo de los suyos.
Pese a la lejanía, intentó inculcar en el hijo el respeto por su condición y asegura que él la acepta, aunque «a nadie le gusta una madre lesbiana». Ella debió soportar actitudes homófobas de compañeros de estudio y profesores del niño.
Por distintas circunstancias ahora está a cargo de su nieto de dos años y teme pasar por lo mismo». La sociedad es un poco chocante y cuando ellos entran a la escuela es más difícil explicarles, porque comienzan las críticas de los otros niños y hasta de las maestras, y eso los puede herir», comentó.
Para Ada Alfonso, si la elección de la maternidad es una potestad insoslayable, deben existir mecanismos para que sea ejercida a plenitud por mujeres lesbianas.
«Hacen falta las leyes que avalen este derecho, así como el de los niños y niñas maltratados o discriminados por no tener una familia tradicional», indicó la psiquiatra.
También deberían reconocerse las atribuciones de la madre no biológica, en caso de separación o fallecimiento de su pareja, pues si las relaciones lésbicas no pueden ser legalizadas quedan a expensas de las decisiones de las familias, muchas veces homófobas.
Teresa Fernández, directora de la Editorial del Cenesex e integrante de la Red de lesbianas Oremi, en la capital, llamó en el citado taller a reconocer y divulgar los mecanismos jurídicos que favorecen a estas personas.
La Fiscalía de la República pudiera ser uno de los espacios para dar salida a estos procesos, a lo que se une el servicio de Consultoría Jurídica que ofrece el Cenesex.
Además, el trabajo de las redes sociales comunitarias de la institución con grupos de distintas orientaciones sexuales e identidades de género ha servido para promover las demandas de estas comunidades.
Actualmente existen cuatro grupos de mujeres lesbianas asociados a esta red: Oremi, en la capital; Las Isabelas, en Santiago de Cuba; Fénix, en Cienfuegos y Trinidad, y Atenea, en Ciego de Ávila.
Este último nació hace unos meses como iniciativa del Centro de Promoción de Salud de la provincia en coordinación con el Cenesex, como parte de los preparativos para la VI Jornada Cubana contra la Homofobia, que celebró allí las actividades centrales en saludo al 17 de mayo, Día Internacional de Lucha contra la Homofobia.
Dayetsi Pérez, estudiante de lengua inglesa en la Universidad Máximo Gómez Báez, de esa provincia, es una de las 17 integrantes del colectivo.
Aunque todavía se encuentran en la fase previa de acoplamiento, la joven de 25 años identifica próximas áreas de trabajo de las Ateneas como la capacitación, un taller de poesía, cine debates o la visibilización de enfermedades que afectan a las mujeres como el cáncer de mama y el cérvico uterino.
Pero la defensa de sus derechos resulta el objetivo principal. «Las personas que me conocen a primera vista tienden a pensar que es una lástima que sea lesbiana y les respondo que a mí no me falta nada, tengo una orientación sexual diferente pero sigo siendo humana y merezco lo mismo que las demás personas: tener libertad para amar a quien desee y estar incluida en la sociedad», acentuó.
Ella también sueña con tener descendencia para formar una familia junto a la mujer que comparte su vida, y para eso quisiera poder inseminarse con la ayuda de su mejor amigo, también gay, para educar a la criatura conjuntamente.
«La sociedad cubana actual no está preparada para ese tipo de familias, pero espero que algún día seamos más aceptadas y podamos ser madres sin necesidad de relacionarnos con alguien distinto a nuestra preferencia», expresó.