Las mujeres lesbianas seguimos siendo un tema pendiente

Historias de rechazo social, familiar y acoso laboral salen casi siempre a relucir en los encuentros e intercambios entre mujeres lesbianas y bisexuales. También suelen escucharse relatos reconfortantes sobre los grupos de ellas que se van creando y generan espacios amigables, de apoyo y solidaridad.

Frente a la doble y hasta triple discriminación que han vivido, no son pocas las que comienzan a reclamar su legítimo derecho a amar a otra mujer, aunque «seguimos siendo una asignatura pendiente en todos los sentidos», asegura a SEMlac Teresa de Jesús Fernández, coordinadora de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

Aunque reconoce avances y, sobre todo, mucho interés de estos grupos por trabajar y desarrollarse en el activismo a favor de la libre orientación sexual y la identidad de género, Fernández considera que todavía queda camino por recorrer en defensa de sus derechos sexuales, reproductivos y humanos.

 

¿Cuánto ha crecido, realmente, ese activismo de lesbianas y bisexuales?

 

Sí ha crecido. Desde que surgieron Las Isabelas en 2002, en la provincia de Santiago de Cuba, se han creado otros siete grupos de mujeres lesbianas y bisexuales en el país: Oremi en La Habana, Fénix en Cienfuegos, Labrys en Villa Clara, Caucubú en Trinidad, Las Ateneas en Ciego de Ávila, Gladiadoras en Camagüey y Venus en Granma.
El de Santa Clara se creó el año pasado; es bastante nutrido y activo, gira en torno al Mejunje, un centro cultural muy importante en esa ciudad, sobre todo para visibilizar la diversidad, en todo el sentido de la palabra.

Este año se fundó el grupo de Camagüey, que tiene varias integrantes y cuenta entre ellas con una doctora (médica). Lo destaco porque es muy valioso que en estos grupos haya personas directamente vinculadas con el sector de la salud, que tantas inquietudes genera.

Caucubú, la red de Trinidad, tiene ya varios años y también cuenta con muchas activistas; pero trabaja en un medio muy difícil. No cuentan con un espacio donde reunirse o encontrarse para discutir sus temas. Les han pedido en múltiples ocasiones a Salud Pública que les brinde ese pequeño espacio, pero siempre por una razón u otra no ha sido posible. Se reúnen en casa de la coordinadora que, por suerte, es una persona muy interesada y preocupada en llevar adelante la lucha por los derechos sexuales y de salud.

El grupo Fénix existe desde el 2008 y de alguna manera ha renacido, se está recomponiendo nuevamente. Ellas tenían mucho apoyo del Palacio de la Salud, una institución de Cienfuegos que cerró, y han tenido que adecuarse a los nuevos horarios que otros espacios de salud les brindan.Los grupos de activistas lesbianas han participado en varias jornadas contra la homofobia, Foto: SEMlac

 

¿Por qué cree que son importantes estos grupos?

 

Primero, porque las mujeres lesbianas seguimos siendo una asignatura pendiente en todos los sentidos, sobre todo para la academia. También para la Federación de Mujeres Cubanas, las Cátedras de la Mujer, para la investigación científica. Eso trae como resultado que, cuando vamos a buscar bibliografía para tratar nuestros problemas, no hay nada producido en el país y tenemos que acudir a bibliografía generada fuera; entonces hay que acomodarla a nuestro contexto para poder tener un punto de conexión con la realidad.

Los grupos son un lugar de apoyo, donde las mujeres lesbianas y bisexuales se pueden encontrar, hablar de sus necesidades y problemas, crear un espacio amigable. Pero a partir de ahí pueden incluso empezar a visibilizar sus realidades y problemas, a ponerlos en negro sobre blanco, que es lo importante.

Es fundamental que haya un grupo en cada provincia y una red nacional; de lo contrario habrá lugares de donde no podamos tener información alguna. Cuando esos grupos existen, es posible para las mujeres lesbianas y bisexuales acercarse para denunciar que han sufrido acoso laboral; o que tuvieron un marido -un ex- que les quiere arrebatar a los hijos; o para manifestar que su familia no las acepta, que las botan de sus casas y, por tanto, son personas a las que todo el tiempo se les vulneran sus derechos y sufren mucha violencia y agresión.

Por tanto, los grupos y la red son el lugar donde ellas, finalmente, identifican que hay un espacio para empezar a hacer evidentes sus realidades y problemas. Y si el problema existe, entonces se puede empezar a encontrar soluciones.

 

¿Cuáles son sus principales preocupaciones y necesidades?

 

Hablan, por ejemplo, del derecho a la maternidad asistida. Hay mujeres lesbianas que quieren ser madres porque ser lesbiana no quiere decir que no puedas ser madre.

ero no quieren tener relaciones sexuales con un hombre para embarazarse. Ellas reclaman el derecho a la maternidad asistida y esta, en la actualidad, está concebida únicamente para parejas heterosexuales que vivan juntas, incluso con alguna mención a la moral. Se exige un límite de edad, vivir en pareja y haber estado probando infructuosamente tener hijos.

Quieren casarse o que exista el reconocimiento legal de la pareja del mismo sexo. En una pareja heterosexual, aunque no estén casados, existe la legitimación de la convivencia y, por tanto, los derechos patrimoniales: la mujer puede heredar si fallece el conviviente, se reconocen sus hijos fuera del matrimonio, tiene derechos a partir de la declaración con testigos de esa unión de manera retroactiva, posee una historia reconocida de vida en común con su pareja.

 

Grupo Las Isabelas, de Santiago de Cuba, en una de las congas contra la homofobia. Foto: SEMlacSin embargo, ¿qué historia de vida en común van a demostrar las mujeres lesbianas o los hombres gays, si no se les reconoce ni la unión real ni se les conceden siquiera los derechos patrimoniales con su pareja?

 

Conozco un caso muy triste de una pareja de mujeres con ocho años de relación y en ese tiempo, entre las dos, arreglaron, amueblaron y montaron la casa donde vivían. Una de ellas, desgraciadamente, enfermó de cáncer y murió. Estando en el velorio, la madre de esa muchacha que murió —que, además, no la aceptaba y la había botado de su casa— fue a quitarle la llave a la otra y recogió todo lo que había en esa casa, sin importarle de quién era aquello. Y no pasó nada porque ¿quién la protege?

Son muchas situaciones, realmente, las que denuncian las mujeres lesbianas en el día a día.

Solicitan que surjan espacios amigables y necesitan una atención primaria de salud sensibilizada, particularmente de ginecología, que tenga en cuenta que ellas tienen prácticas sexuales que no siempre son con penetración, además de que no pocas veces sienten temor a ser agredidas y maltratadas.

También está el tema del respeto a sus derechos sexuales: a ser como ellas son y mostrarse como quieren y desean en la sociedad, sin tener que sufrir ningún tipo de discriminación ni de estigma. Incluso poder mostrar el orgullo que sienten como mujeres lesbianas, ser reconocidas también.

 

¿Qué tipos de violencia más frecuentes ellas sufren?

 

De provincia hemos recibido, por ejemplo, cartas de una madre que denunciaba acoso escolar, de mujeres lesbianas que han sufrido acoso laboral o por parte de los exmaridos, que quieren quitarles la patria potestad sobre sus hijos.

Todo eso indica que se mueven en un contexto muy adverso, en el cual incluso una jueza ha dicho que «lo normal es que usted tenga un hijo con su marido». Si la jueza ya establece eso como principio, como «lo normal», ¿qué derechos te quedan, cómo vas a pelear?

Muchas no tienen tampoco lugares dónde vivir su intimidad, pues se constituyen en pareja, pero a veces no las aceptan en ambas casas de sus respectivas familias y no pueden acceder a un lugar tranquilo para poder convivir o poder tener relaciones con dignidad, relaciones familiares incluso.

También han llegado denuncias desde provincia de que hay lugares donde no les permiten entrar con su pareja, porque está permitida o normada la entrada en pareja, pero se entiende como tal solo la constituida por un hombre y una mujer. Es cierto que a veces, después, dan la batalla y eso se logra, pero ese día que salieron con su pareja no las dejaron entrar y, además, las avergonzaron. Otro tema que han denunciado es que hay mucha lesbofobia en la policía.

En los grupos se nota un mayor empoderamiento y conocimiento. Las primeras que se han formado en los talleres ayudan al proceso de capacitación de las nuevas que se incorporan, porque cada vez se necesita que ganen más conciencia de sus derechos y de que existe este espacio, que les brinda la posibilidad de aprender para que después, en el día a día, de manera más consciente, empoderada y con conocimientos, puedan defender mejor sus derechos y sus vidas.

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