Las Isabelas, alianza para ser más felices

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"Las Isabelas" es el primer grupo de mujeres lesbianas y bisexuales de Cuba. Foto: SEMlac CubaCon historias, sufrimientos, caminos y sueños diferentes, en algo coinciden las santiagueras que conforman el grupo de mujeres lesbianas y bisexuales conocido como «Las Isabelas»: unirse las hizo más felices.

Nacidas como grupo en el año 2002, en Santiago de Cuba, a unos 900 kilómetros de la capital cubana, están consideradas como una de las primeras redes sociales del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

Pero no siempre se llamaron así. Al principio fueron apenas un grupo de mujeres impactadas por conflictos comunes. Tenían una orientación sexual diferente y muchos problemas: unas con las familias, otras con el trabajo, la mayoría con la autoestima.

La enfermera Isell Calzadilla decidió, en el año 2000, que necesitaba aliadas, personas con quienes conversar y a quienes pedir consejo, ayuda.

«Entonces había muchos sitios de encuentro de la población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) en Santiago, pero dentro de esos propios grupos hay mucha diversidad y era difícil identificarse, hacer amigas», rememoró Calzadilla con SEMlac.

Así, resolvió compartir sus inquietudes con dos compañeras de trabajo, la médica Viviana Miniet y la psicóloga Aliuska Oliver. Ese fue el núcleo original del grupo y comenzaron a reunirse en un conocido café santiaguero llamado «La Isabelica», que luego les proporcionó el nombre.

También se acercaron a espacios especializados en busca de orientación en asuntos de sexualidad, salud, protección y asesoramiento jurídico, entre otros.

«Ellas vinieron a nosotros indagando sobre posibilidades de inserción comunitaria y pidiendo que se les diera alguna atención», explicó a SEMlac la doctora Kenia Fernández, del Centro Provincial de Promoción para la Salud de Santiago de Cuba.

«A veces se nos complicaba el trabajo porque teníamos que estudiar sobre las particularidades de la sexualidad femenina y buscamos también el apoyo de la Comisión Provincial de Educación Sexual para brindarles un asesoramiento más integral; importante, además, porque sabíamos que, desde la sociedad, se suele manejar mejor la homosexualidad en los hombres que en las mujeres», agregó Fernández.

«Las Isabelas» no se han desligado de ese espacio, en el cual han sido formadas como promotoras en la prevención del VIH/sida y desde el que se suman a la labor comunitaria junto a las brigadistas sanitarias y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

«En 2002, le escribimos a la directora del CENESEX, Mariela Castro, en busca de otros contactos, otros aprendizajes y nos mandaron especialistas, asesoramiento», explicó Calzadilla.

Una de las personas que las ha seguido de cerca es Norma Guillard, integrante de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad y participante de la fundación del habanero grupo «Oremi», también de mujeres lesbianas, en 2004.

«Cuando ‘Las Isabelas’ solicitaron el apoyo al CENESEX, además de que fue el primer grupo, eran santiagueras igual que yo y traté de apoyarlas en todo lo que pude. Ellas han seguido siendo mujeres aguerridas, no se han dejado presionar por los prejuicios machistas», contó Guillard a esta agencia.

Hoy, el grupo santiaguero suma poco más de 30 integrantes, de las cuales la mayoría trabaja y comparte el deseo de apoyar a otras.

Aprendizajes

No por gusto buscaron alianzas estas mujeres. Una investigación de la periodista Mabel Ponce de León, en la también oriental provincia de Holguín, a poco más de 730 kilómetros al este de La Habana, confirma la crudeza de la discriminación que sufren las mujeres homo y bisexuales.

Durante el proceso de investigación para su documental radial «Venus de la noche», la realizadora entrevistó a 500 personas de diversa orientación sexual. Más del 80 por ciento de quienes respondieron calificaron a las mujeres no heterosexuales de «vulgares, problemáticas y depravadas».

Asimismo, un 60 por ciento de las y los entrevistados declaró que no toleraría hijas con esa condición y que las expulsarían de sus casas. En tanto, 65 por ciento de la muestra las consideró personas enfermas, detalló Ponce de León en la presentación del documental durante las sesiones del último Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación, celebrado en mayo de 2010 en la capital cubana.

Por si fuera poco, un 40 por ciento de las y los entrevistados confesó que no les gustaba compartir con mujeres lesbianas sus espacios laborales y un 10 por ciento de las propias lesbianas entrevistadas refirió preferir la marginalidad para evitar humillaciones.

Unirse, según Isbrailda Ruíz, otra integrante de «Las Isabelas», es también una manera de abrirse espacios en la sociedad.

«Buscamos que se nos acepte tal y como somos, que se nos respete, que se nos oriente, y lo vamos logrando, poco a poco, con el apoyo de FMC y el CENESEX. Pero también es una manera de sensibilizar un poco a la sociedad, a la población, sobre las mujeres y su diversidad», dijo a SEMlac.

Un recorrido por los avatares de este y otros dos grupos de mujeres vinculados a los esfuerzos del CENESEX: el ya citado «Oremi», y «Fénix», en Cienfuegos, creado en 2008, habla de capacitaciones y empeños en función de la integración, de la aceptación.

«Desde estas redes promueven la creación de espacios amigables y en los diferentes talleres, que se han organizado en los últimos años, se capacitan en temas de salud sexual, autoestima y otros relacionados con sus propias realidades, pero también como promotoras de salud», explicó la psicóloga Nery Lázaro, actual coordinadora nacional de estos grupos de mujeres, en un taller realizado en la propia Santiago de Cuba, durante la reciente IV Jornada Cubana contra la Homofobia.

«Las Isabelas» han devuelto tranquilidad y deseos de vivir a muchachas como Guianeya Castro, quien se sumó al grupo hace casi una década con una difícil historia de desencuentros amorosos y sufrimientos familiares.

«En casa se enteraron de mi orientación sexual porque leyeron mi diario. Desde entonces todo fue muy difícil, pasaron años muy duros. Hoy tengo un trabajo donde la gente me entiende y me acepta. Y tengo al grupo», contó a SEMlac.

Guia, como la llaman las amigas, siempre está presta a dar apoyo tecleando un texto en la computadora, imprimiendo un poema, pues sabe que el trabajo del grupo va ganando otros reconocimientos.

Justo por el respeto que se han ganado les llegó, hace unos pocos meses, Isabel, a quien llaman la bebé, pues tiene apenas 16 años. Una amiga la trajo a ver a Isell, con el consentimiento de la madre, quien se había desempeñado como promotora en la prevención del VIH/sida.

Isabel, convencida de lo que quiere en la vida, cree que el hecho de que las familias tengan información certera sobre la diversidad sexual ayuda, pero no basta.

«Al principio las cosas no fueron fáciles en la casa, a pesar de que mi mamá era una persona con conocimientos. Pero luego entendió y me apoyó», explicó.

Para Calzadilla, cada día es un nuevo comienzo: «Muchas veces he querido parar, pero basta que venga una muchacha con un problema para que se me olvide y siga trabajando», confesó.

Ruiz también vive convencida de que queda mucha batalla por delante.

«Todavía muchas mujeres se ven cohibidas de expresar su sexualidad por miedo a la homofobia y esto trae como consecuencia mucha tensión con la familia, que a veces no acepta el derecho de cada persona a ser libre de ser lo que siente. Muchas se sienten rechazadas y lo que buscamos es el apoyo, que la familia y la sociedad comprendan que en sentimiento ajeno no manda nadie», explicó.

Mayo de 2011

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