Unir diversas voces en un solo reclamo es el objetivo de activistas, grupos y experiencias comunitarias que luchan por los derechos de la población LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y queer) cubana.
«Si todos trabajamos por lo mismo, es momento de articularnos. Establecer puentes permitiría, a mediano o largo plazo, construir un movimiento coherente y responsable que abogue por el derecho de las personas a habitar libremente sus sexualidades», opina Rafael Alejandro Suri González, integrante de la Red Humanidad por la Diversidad (HxD), adscrita al Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Para apoyar esta integración, el proyecto Abriendo Brechas de Colores (ABC) que trabaja a favor de los derechos de las personas transgénero y homosexuales en el ámbito religioso, convocó a un taller con 19 colectivos y experiencias de las provincias La Habana, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y Granma.
El encuentro, en su primera edición, se celebró en la sede del Seminario Evangélico de Teología en la ciudad de Matanzas, del 11 al 13 de noviembre pasado.
«Nos propusimos unir diferentes personas, proyectos y espacios para articular las demandas y que tengan mayor impacto», explica la pastora Elaine Saralegui, una de las coordinadoras de ABC.
Saralegui explicó a SEMlac que entre los objetivos del proyecto está construir alianzas entre el mundo secular y el religioso, unir a activistas independientes y redes que cuentan con apoyo institucional con el fin de fortalecer las acciones a favor de la diversidad sexual.
«A veces se notan voces encontradas y creo que eso desvirtúa el activismo. Es importante que cuando vayamos a hacer una demanda, la sociedad vea una articulación», opina la líder de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) en Cuba.
Sin embargo, no basta solo con la voluntad. Según activistas, líderes comunitarios y religiosos, existe temor al cambio y a lo desconocido; realidades que pueden transformarse con persistencia, el conocimiento de experiencias exitosas, el diálogo y la construcción crítica del activismo social.
Pensar el activismo desde la comunión
El doctor Alberto Roque tiene años de experiencias en el activismo LGBTIQ en la isla. Para él, este «no es únicamente un trabajo en solitario, requiere coordinar esfuerzos entre personas, instituciones y grupos en función del reconocimiento de los derechos y su disfrute cotidiano».
Un análisis realizado por los asistentes al taller arrojó que el activismo a favor de la diversidad sexual en el país es diverso en cuanto a objetivos, escenarios, personas que lo integran y estrategias de trabajo.
Al centro del debate estuvo la existencia o no de un movimiento y comunidades LGBTIQ en Cuba. Más allá de la polémica, quienes asistieron al encuentro apostaron por trabajar retos y debilidades del activismo desde sus fortalezas.
El colectivo identificó como logros el espacio ganado en el ámbito público nacional; la pluralidad de proyectos con experiencia y las alianzas con sectores gubernamentales estratégicos, como los ministerios de Cultura y Salud Pública, principalmente.
Otros aciertos reconocidos fueron el desarrollo de un enfoque de derechos humanos en la mayoría de los proyectos y la integración de la lucha contra otras discriminaciones, como el racismo y el machismo.
Suri González, integrante de la red HxD, se cuestiona la situación de confort que implica «quedarse en el círculo habitual de trabajo» y propone revisar «hasta qué punto el activismo trasciende los marcos en los que estamos acostumbrados a incidir».
En su opinión, se impone una mirada hacia el interior de cada persona que asume la lucha contra la homofobia. «Hay que sobreponerse a los miedos, tabúes y prejuicios que están ahí. Forman parte de nosotros porque no hemos sido capaces de interiorizar el mensaje que queremos transmitir», declaró a SEMlac el joven activista.
Desde su natal Placetas, en la central provincia de Villa Clara, Suri González desarrolla un activismo que involucra a sus amistades, a su familia y comunidad. Experiencias comunitarias que, a su criterio, se diluyen en las «campañas nacionales» organizadas desde centros urbanos y la capital.
Precisamente, otros retos identificados fueron visibilizar proyectos y realidades locales, además de establecer puentes entre experiencias religiosas y laicas.
Al taller llegó la práctica de la Iglesia Presbiteriana del municipio Taguasco, en la provincia de Santi Spíritus, donde se celebra la Jornada Cubana contra la Homofobia.
Según una de las integrantes de esa comunidad religiosa, lo logrado allí habla de la transformación posible en una localidad alejada de los centros urbanos.
«Mi experiencia me ha enseñado que no se pueden imponer las cosas y que hay que partir de un proceso, de pequeños pasos para luego lograr cosas grandes», dijo a SEMlac Roselid Morales González, impulsora de talleres y actividades a favor de la diversidad sexual en la Iglesia Presbiteriana de Taguasco.
Morales González explica que la implicación personal, ponerse en el lugar de la otra persona ha favorecido que personas adultas mayores, jóvenes e infantes se integren en una fiesta del respeto y aceptación de la diversidad en toda su expresión.
Estrategias para el futuro
Hacer realidad las ideas, proyectos y objetivos trazados es el primer reto para la mayoría de los activistas que participaron en el foro.
La construcción colectiva permitió trazar objetivos comunes como superar las alianzas personales y fortalecer los puentes entre grupos y redes; ganar espacio en los medios de comunicación masiva; hablar con voz propia; llevar el activismo a las calles; integrar a más voces, proyectos sociales y ecuménicos.
«Este tipo de activismo que queremos promover fortalece la construcción de liderazgos múltiples, apuesta por tomar de manera horizontal las decisiones, establecer de forma más objetiva las demandas colectivas, hacer visible el rol de las experiencias locales, desarrollar un pensamiento colectivo crítico y apoyarnos en el conocimiento para diseñar estrategias comunes», dijo Alberto Roque a SEMlac.
No quedarse en los talleres y sistematizar las experiencias son otros de los objetivos. Un trabajo que para la mayoría se hace día a día y que fomentan experiencias locales y voces diversas.
«No podemos pensar en cambios si estos no se producen en la base y la base es la comunidad. El trabajo comunitario va a sostener el alcance de nuestro activismo y va a permitir que crezca», afirma Suri González.
RECUADRO:
Visibilizar las distintas experiencias y proyectos es una necesidad manifiesta de activistas cubanos. «Lo que no se nombre no existe», fue una de las frases presentes en los debates. En el taller participaron representantes de diversos proyectos e iglesias como:
La Iglesia de la Comunidad Metropolitana en Cuba (ICM); Centro Provincial de las Infecciones de transmisión sexual (ITC) en Matanzas; Red de Educadores de Matanzas; Centro Kairós de Matanzas, la iglesia Episcopal de la provincia de Cienfuegos, la iglesia Presbiteriana del municipio de Taguasco, en Sancti Spíritus y la Bautista Kairós, en Bayamo, Granma.
También asistieron representantes de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba, la Red de Educadores Populares y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad.
Estuvieron presentes integrantes de la red Humanidad por la Diversidad (HxD), Jóvenes por la Salud y los Derechos Sexuales y Juristas por los Derechos Sexuales, colectivos que acoge el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).