La primera persona transexual en ocupar una responsabilidad gubernamental en Cuba fue elegida el pasado 4 de noviembre en una de las circunscripciones del municipio Caibarién, en la central provincia de Villa Clara, a 400 kilómetros de la capital.
Aunque la boleta mostraba su nombre de nacimiento: José Agustín Hernández González, en el barrio se le conoce como Adela, la enfermera.
Sentirse mujer le ha traído no pocos momentos amargos en su vida, pero la intención de superarlos sin descreer o dañar a los demás muestra la clave de su popularidad en el barrio.
El triunfo en la segunda vuelta electoral de la circunscripción No. 5 para elegir los delegados a la Asambleas Municipales del Poder Popular (concejales), principal órgano de gobierno local, fue por votación mayoritaria, con 100 votos frente a otros dos contrincantes. En la primera vuelta, celebrada el 21 de octubre, ninguno había obtenido más del 50 por ciento requerido.
Según ha declarado a la prensa, la transexual de 48 años valora esta victoria como muestra de que la sociedad cubana avanza en materia de aceptación a la diversidad sexual.
Aunque vistió de varón para la foto de candidatura y para la primera reunión de la Asamblea, Hernández reconoce una identidad femenina desde sus primeros años de existencia. «Toda mi vida he sido una mujer de pensamiento y acciones, atrapada cruelmente en este cuerpito de varón que no pedí», señaló a en una entrevista publicada por la Red Observatorio Crítico.
Desde hace 14 años, Adela labora como enfermera especializada en electrocardiogramas en el Hospital General de Caibarién, donde trabajó como auxiliar de limpieza y asistente de enfermería. En su juventud también se dedicó al arte del transformismo.
El rechazo por parte de su familia y de la sociedad en general enfrentó a Hernández González con la peor cara de la homofobia. «Mi padre no quiso saber mucho de mí, por tan evidente amaneramiento. Mi madre tenía que robarle dinero para que yo comiera, y me llevara algo extra cada 15 días de internamiento, a la escuela (secundaria)», reveló en la entrevista citada.
Abandonar el pueblo de Sagua la Grande, donde transcurrió su niñez, e instalarse en Caibarién hace 28 años fue una estrategia para distanciarse de quienes le maltrataban, pero eso no le libró de cumplir condena de cárcel entre 1980 y 1982 por su condición de transexual.
«Nunca he pensado como macho, ni siquiera cuando mi padre, en plena pubertad ,me obligó a prometerle una boda de hombre y a tener hijos de manera ‘normal’ en años por venir. Solo pariré, le dije, cuando sea una mujer total», señaló.
Si bien no tiene diagnóstico como transexual, Hernández confirmó a periodistas su interés de realizarse una operación de reasignación sexual y así cumplir el sueño de unir su vida al joven de 21 años que ama.
En cuanto a su mandato, declaró que no pretende crear falsas expectativas entre quienes la eligieron, sino superar las respuestas triviales y encarar frente al pueblo a los responsables de los problemas.
«Estoy cansada de ver cómo nos pelotean de un lado a otro cuando no tienen soluciones que ofrecer», confirmó.
Su experiencia de 28 años como líder en su barrio del Comité de Defensa de la Revolución, organización de masas enclavada en las comunidades del país, le concede seguridad para asumir el cargo.
«Con la inmensa lista de haberes y desconsuelos constantes, ando a cuestas, de la casa al trabajo y viceversa. Mi misión es escuchar al vecindario. No importa lo que digan, ni porqué se fajen. Tratar de entenderlo en sus porfías y trifulcas vecinales suele resultar a menudo enaltecedor», opinó.
Siguiendo el curso legal del sistema eleccionario cubano, Adela califica como posible candidata a las próximas elecciones del gobierno provincial e incluso pudiera aspirar al Parlamento, donde alrededor del 50 por ciento de sus integrantes debe provenir de la base.
La delegada exhortó a que más personas homo y transexuales sigan su camino para mejorar la Revolución y batirse sin resquemores «por el bienestar futuro y la reciprocidad inclusiva, sin excepciones»
Realmente en Caibarién no causó gran revuelo el asunto, salvo, como es natural, los homófobos que no comprenden, pero aquí es habitual ver trans paseándose en las calles hasta de mano con sus parejas; Adela tiene su carisma y es líder en su comunidad y allí a nadie le importan sus preferencias sexuales.