Pervertidos, diferentes, no confiables, flojos, problemáticos, gente enferma y promiscua: todo un glosario de ofensas trascienden las fronteras de América Latina, donde la homosexualidad es definida en negativo en la casi totalidad de sus naciones.
«La discriminación tiene que ver con desinformación. Cuando la gente no tiene información se la inventa, cree que sabe cómo es alguien y no se detiene a pensar», afirma Rinna Riesenfeld, reconocida especialista mexicana.
Precisamente, la homofobia y sus mecanismos de reproducción fueron temas de debate durante la conferencia «Cuando tú eres el otro para los otros», impartida por Riesenfeld como parte del programa académico de la VI Jornada Cubana contra la Homofobia , que se extiende en la isla durante todo el mes de mayo.
Según la especialista mexicana, apartar y deshumanizar resulta clave para la homofobia, cuyas herramientas principales son la generalización descontextualizada, la descalificación, la manipulación y el miedo.
Pero sensibilizar y superar la discriminación no resulta fácil. Pese a los esfuerzos de grupos, comunidades y movimientos LGBT la homofobia pervive sin importar zona geográfica, momento histórico o proyecto político de las naciones.
«Hemos visto los efectos negativos de los prejuicios, los estereotipos, pero el razonamiento humano funciona en buena parte así. Porque para tener un concepto o una idea de vida, necesitas hacer una abstracción. Claro que en el tema de la sexualidad se complejiza aún más porque pasa por los prejuicios y por las relaciones desiguales de poder y aquí yace el principal obstáculo; que la homofobia se arma sobre la base de una inequidad», dijo a SEMlac el conocido bloguero y activista gay Francisco Rodríguez Cruz.
Dominar datos, investigaciones, preceptos religiosos, médicos y culturales constituye entonces, herramienta fundamental a la hora de enfrentar la homofobia.
Sin embargo, la psicóloga mexicana reconoce que crear empatía y asumir los diferentes puntos de vista son fundamentales para sensibilizar y trascender la lógica discriminatoria. El testimonio humano y personal resulta también clave pues afirma que se trata de «hablar con alguien y no de alguien».