Personas LGBTIQ reivindican su fe cristiana

La campaña “Cristo ama mis colores” pone en primer plano rostros y testimonios de personas cristianas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género que asumen plenamente su sexualidad y su fe en Cuba.

“Como cristiana me siento querida y amada por Dios y nunca he sentido su rechazo, porque desde el vientre de mi madre fui acogida con su bendición. Tengamos la seguridad de que, donde existe amor, no hay temor. Dios nos ama a todxs sin distinciones”, afirma la pastora Yivi Cruz en el primer cartel de la campaña compartido el paso 9 de noviembre por distintas redes sociales.

La campaña es una iniciativa conjunta entre la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) en Cuba y el colectivo Abriendo brechas de colores (ABC).

“Hemos vivido muy de cerca el discurso de odio y violencia desplegado hacia las personas LGBTIQ+, sobre todo en las redes sociales, usando textos y pasajes de la Biblia para justificar y avalar esta discriminación”, refiere a SEMlac Elaine Saralegui.

La pastora cubana alerta, además, sobre la violencia espiritual sistemática que experimentan personas LGBTIQ cristianas, a quienes el rechazo en sus iglesias puede hacerles creer que sexualidad y espiritualidad son categorías contrapuestas.

“Cristo ama mis colores les habla a las personas que están viviendo en esa opresión, les brinda referentes de cristianes LGBTIQ+ viviendo su sexualidad, identidad de género, espiritualidad en plenitud; muestra contenidos bíblicos teológicos liberadores y radicalmente inclusivos. Pero, sobre todo, quiere hablar del amor de Cristo, del cual nadie puede separarnos”, afirma Saralegui a SEMlac.

A partir de diversas historias de vida, la campaña propone referentes para desmontar los discursos excluyentes que niegan y condenan a las personas LGBTIQ cristianas, una apuesta por la autoestima, el bienestar y la dignidad de este colectivo.

Por eso también aparece frente a cámara, mostrando orgullo y plenitud, el joven Yordan Morales, de la provincia Matanzas, a 104 km de La Habana.

“Desde que me reconocí como hombre gay cristiano, ha cambiado mi manera de pensar. Vivo mi sexualidad rodeado del amor de muchas personas y de mi familia, por lo que no me he sentido excluido o rechazado. ¡Me siento orgulloso de ser creación de dios! Cambiemos nuestra manera de pensar, para que cambie nuestra manera de vivir”, afirma Morales en uno de los carteles.

Además de materiales gráficos, la campaña ha puesto en circulación dos podscast y audiovisuales de lideresas y teólogas con mensajes positivos de la Biblia.

Además de hacer visible la participación de personas LGBTIQ en la sociedad cubana, la campaña busca compartir referentes positivos e inspiradores.  Carteles de la campaña Cristo ama mis colores

“Desde el principio defendimos la premisa de que quienes les pusieran rostro a la campaña tuvieran una experiencia de fe y de vida que les convirtiera en referentes de carne y hueso para quienes viven convencides de que su espiritualidad y su sexualidad son dos dimensiones contrapuestas”, explica a SEMlac Susana Hernández, periodista y coordinadora de ABC.

No es la primera vez que el colectivo apuesta por la comunicación y las redes sociales para promover un mensaje de reconocimiento e inclusión de la diversidad sexual en la nación caribeña. Con el lema Todos los derechos para todas las personas, en 2018 pusieron a circular materiales que mostraban la diversidad familiar y apoyaban el matrimonio igualitario, en medio del debate por el referéndum constitucional en la nación del Caribe.

“Ahí constatamos una vez más el impacto de la violencia en nuestros colectivos, que el clóset tenía más fuerza de la que pensábamos, que estábamos siendo demasiado optimistas respecto al tiempo y los recursos que la comunidad ha tenido para sanar las violencias que ha sobrevivido”, recuerda Ángela Laksmi sobre aquella primera experiencia.

Laksmi opina que la insuficiente visibilidad de personas LGBTIQ impacta negativamente en la comunidad sexo-género diversa. De ahí la necesidad de socializar más a voces destacadas que, como parte de la ciudadanía, son referentes positivos y pueden contar sus historias y motivos para luchar.

«Gente como yo a la que quisiera parecerme, a la cual admirar; experiencias a las que apelar cuando la violencia se sienta más aplastante”, agrega la psicóloga y también coordinadora de ABC.

El espacio virtual ha sido un escenario de mayor acceso para promover mensajes de inclusión. Por eso la campaña apuesta con fuerza a las redes sociales, en un contexto marcado por la pandemia de la Covid-19.

“En Cuba y el resto del mundo, las redes representan una herramienta para el empoderamiento de colectivos históricamente marginados, cuyos discursos tienen escasas oportunidades en espacios oficiales o hegemónicos”, comenta Hernández Martín.

Sin embargo, las activistas no renuncian a las acciones fuera de las redes sociales y reconocen también sus limitaciones para sumar a más personas en la lucha por todos los derechos.

“Muchas veces corremos el riesgo de que los contenidos se ‘estanquen’ en el círculo de personas que conocemos, que no son necesariamente las que necesitan el mensaje de la campaña. Por otro lado, está el tema del acceso a Internet, cuyos precios exorbitantes en Cuba entorpecen de manera significativa que los productos lleguen al público meta”, reflexiona Hernández Martín.

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