Determinadas condiciones sociales en la vida de mujeres lesbianas, trans y sus parejas, incluidos el estigma y la discriminación, inciden negativamente en su salud, reconocen especialistas e investigaciones en Cuba.
“Tenemos una amplia cobertura de servicios de salud en el país, pero persisten brechas en el acceso a esos servicios por parte de estas personas”, sostuvo el 5 de abril la psiquiatra Ada Alfonso, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), durante la Cuarta Conferencia Científica de esa institución.
Al intervenir en un panel sobre el impacto de las determinantes sociales en la salud sexual de mujeres lesbianas, trans y sus parejas, Alfonso insistió en que género y sexualidad, como determinantes estructurales, impactan en la vida y la salud de estas personas.
“En ello influye de forma particular la existencia de normas, concepciones, prejuicios y estereotipos entre las y los prestadores de los servicios de salud relacionados con el género”, señaló la socióloga Delia Suárez Socarrás.
Tras un estudio que incluyó a 15 muchachas trans mayores de edad vinculadas a TransCuba, Red de personas trans, parejas y familias, Suárez Socarrás concluyó que, entre otras limitaciones para acceder a los servicios de salud están también su carácter centralizado y la imposibilidad de satisfacer necesidades específicas.
Entre las insatisfacciones expuestas por las mujeres trans entrevistadas citó la imposibilidad de acceder a la cirugía de mamas, por estar ancladas a la cirugía genital, y los largos periodos de espera para acceder a ellas.
Otras limitaciones se vinculan a la poca percepción de riesgo que caracteriza a esta población, los contextos violentos en que desarrollan su vida y cómo estas situaciones están atentando contra su integración social y propician la aparición de problemas específicos de salud, agregó la socióloga.
Si bien el de mujeres trans es un grupo sin apenas enfermedades crónicas no transmisibles, sí muestra una alta prevalencia de VIH y la presencia de prácticas sexuales extremadamente violentas y naturalizadas.
“Fue muy bajo el acceso a los servicios de salud por malestares sexuales. Por un lado, porque los normalizan; pero, por otro, porque han vivido situaciones violentas en esos espacios, que van desde la negativa del personal médico y de enfermería a atenderlas, hasta las burlas de prestadores de salud o personas en consulta”, detalló Suárez Socarrás.
Otra expresión de violencia que las daña cotidianamente es la prostitución, apuntó Andy Aquino, también especialista e investigador del Cenesex.
“La práctica de la prostitución no solo está generando cuadros violentos para estas personas, sino que está afectando su salud sexual, desde el mismo punto en que se naturaliza como práctica social”, puntualizó.
Indagaciones realizadas por Aquino entre mujeres trans evidencian insuficiencias en el conocimiento sobre la violencia y su relación con la prostitución, pero también la falta de servicios de salud a los que acudir ante malestares relacionados con esa práctica.
De ahí que el experto abogue por la capacitación en estos temas de personas dedicadas a la promoción de salud y por implementar un servicio de salud específico.
Las parejas de las mujeres trans son también determinantes sociales clave de su salud, a juicio de Marais del Río Martín, especialista del grupo de Ciencia y Técnica del Cenesex.
En intercambio con seis parejas de mujeres trans activistas, Del Río Martín constató condiciones de vulnerabilidad que limitan su pleno disfrute a la salud.
Entre otras situaciones, identificó entornos familiares donde predominó el rechazo y la desaprobación por mantener relaciones eróticas y afectivas con mujeres trans y conductas de riesgo en el uso de métodos de protección en las relaciones sexuales.
También influyen negativamente las construcciones de género basadas en modelos hegemónicos de masculinidad en estas parejas, así como la prevalencia de situaciones violentas en los distintos espacios de socialización, específicamente al interior de las parejas y ante situaciones de discriminación en los servicios de salud.
“Esto ocurre, sobre todo, cuando van a consulta en compañía de sus parejas trans”, precisó Del Río Martín,
A su favor, como generadores de bienestar, las parejas de mujeres trans refieren la culminación de estudios preuniversitarios, tener un empleo o ingresos propios, disponer de privacidad o casa propia, la ausencia de malestares sexuales y el disfrute de prácticas sexuales en pareja.
Las mujeres lesbianas, en tanto, no están exentas de vivir situaciones similares y otras más específicas, en opinión de la investigadora del Cenesex Gisset Suárez Gutiérrez.
“Suelen sentirse incómodas o insatisfechas con los servicios de salud, refieren que allí no las respetan ni las escuchan y, en ocasiones, que carecen de la necesaria privacidad para exponer los problemas que presentan”, describe.
Como resultado, muchas optan por auto medicarse y evitar aquellos servicios de salud donde no se sienten bien con determinados procederes, como la introducción de espéculos en la vagina, no obstante tratarse de personas expuestas a riesgos por escaso uso de métodos de protección o barrera en sus prácticas sexuales y de cuidado, con parejas estables o no.
“Las mujeres lesbianas tienden a ocultar su orientación sexual ante el médico e invisibilizan sus prácticas sexuales”, advirtió la experta, quien calificó de insuficiente la preparación del personal para atenderlas en servicios de salud sexual y reproductiva.
Partidaria de crear servicios de salud amigables para mujeres lesbianas, Suárez Gutiérrez destaca que una de las necesidades insatisfechas para ellas es la falta de servicios de salud reproductiva, incluida el acceso a las técnicas de reproducción asistida.
Como determinantes sociales de su salud sexual, insiste en su limitado acceso a los servicios de salud debido a la falta de sensibilidad de quienes los ofrecen y el poco reconocimiento a sus necesidades específicas.
Para el Manuel Vázquez Seijido, subdirector del Cenesex, se impone seguir trabajando desde el activismo en instalar capacidades para identificar, registrar y denunciar eventos como estos y otros que generan vulneraciones a los derechos, particularmente asociados a la salud sexual.
“Esto es algo directamente vinculado al ejercicio de la ciudadanía y el disfrute efectivo de los derechos”, resumió.