La oportunidad está en las nuevas generaciones

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Aunque aún pueden encontrarse personas jóvenes con altos niveles de prejuicio hacia gays y lesbianas, e incluso sentimientos homofóbicos, una buena parte de las más nuevas generaciones cubanas podría estar viviendo un proceso de apertura hacia la diversidad sexual.

Descendientes de un grupo que hoy oscila entre los 40 y 45 años, son protagonistas de toda una revolución en el ámbito de la sexualidad. Las personas menores de 30 años se muestran más abiertas a la comprensión de la homosexualidad que otros sectores de la sociedad cubana.

«Crecí en una familia donde las relaciones sexuales no son un trauma. Desde niña oí hablar de sexo, condón y protección. Cuando hace unos años descubrí que, además de gustarme los hombres, me gustan las mujeres, mi mamá me dio todo su apoyo», cuenta una estudiante universitaria de 21 años.

La joven se reconoce parte de una generación para la cual la bisexualidad se ha vuelto una opción bastante común y, por encima de cualquier otra valoración, en una opción personal que pasa por la decisión de cada cómo cuál quiere vivir su vida y, sobre todo, disfrutarla.

Como ella, 66,9 por ciento de las personas menores de 29 años que contestaron un sondeo periodístico de SEMlac definió la homosexualidad como una orientación sexual hacia el mismo sexo, la consideró algo «normal» y «una cuestión de decisión personal».

Un total de 500 personas fueron entrevistadas en todo el país, 53 por ciento de ellas mujeres y 47 por ciento hombres. La investigación, que contó con el apoyo del Centro Nacional de Educación Sexual, continúa esfuerzos similares realizados en 1994 y 2002, pero limitados entonces a la capital de la isla.

«Ellos tienen derecho a vivir como escojan su sexualidad», dijo un joven universitario, de 25 años, habitante de la provincia central de Sancti Spíritus.

La evidencia de un posible cambio de mentalidad en las personas más jóvenes ocurre en un momento en que investigaciones científicas dan cuenta también de un mayor uso del condón en esas edades, entre otras actitudes que marcan la diferencia entre madre, padre e hijos.

Aunque el sondeo de SEMlac, aplicado a mediados de esta década, constató el mantenimiento de estereotipos sobre la homosexualidad a nivel social, se notan avances hacia una mejor comprensión de esta problemática, en relación con las investigaciones similares realizadas con anterioridad.

Si 68,3 por ciento de las personas entrevistadas al azar en las calles de La Habana, en 1994, mostraron un conocimiento adecuado sobre la definición de homosexualidad, la proporción creció a 71 por ciento en 2002 y a 77 por ciento en el último sondeo periodístico de alcance nacional, que abarcó entre 2005 y 2007.

En tanto, 23 por ciento de la muestra definió la homosexualidad como una enfermedad, defecto, problema psíquico y desajuste en la personalidad. Dentro de este grupo, siete por ciento asoció la supuesta «deformación en la personalidad» con «problemas en la educación familiar» o el «deseo de llamar la atención».

Aunque de manera general no se encontraron diferencias importantes por edad o sexo, la vinculación de esta orientación sexual con una enfermedad fue más frecuente en la provincia occidental cubana de Pinar del Río y en las orientales de Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantánamo.

«Para mí era una aberración, ese era mi criterio. Ahora pienso que son personas normales que necesitan atención y no se les debe dar la espalda», dijo un habanero de 20 años, graduado de preuniversitario.

Otro hombre, del mismo nivel educacional pero de 50 años y residente en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, consideró la homosexualidad como «un hecho sin precedentes, algo erróneo de la naturaleza y que puede llegar a ser imitado», o lo que es lo mismo, aprendido.

Mayor rechazo hacia lesbianismo

Si los avances en materia de aceptación de la homosexualidad, como un todo, parecen ir parejo entre mujeres y hombres, la diferencia aflora a la hora de valorar a gay y lesbianas en un país donde la cultura machista hegemónica sigue dictando pautas.

En otras palabras, muy adentro de la mentalidad de cada persona, muchas veces al nivel de los instintos y no del pensamiento consciente, el hombre sigue teniendo el poder de decisión para hacer lo que desee con su vida y con su sexo, y la mujer tiene que cumplir con su función social reproductora.

Así, aunque la discriminación al hombre homosexual puede haber tenido expresiones públicas más extremas en el pasado reciente, a nivel de conciencia social las lesbianas siguen siendo menos aceptadas que los gays, incluso por las propias mujeres.

Mientras 27 por ciento de la muestra definió como «anormal» la homosexualidad masculina, la proporción se elevó a 32 por ciento en el caso del lesbianismo. Las mujeres mayores de 30 años fueron las más críticas respecto a esta orientación sexual en el sexo femenino.

Las diferencias se mantuvieron, también, a la hora de responder qué trato les darían a estas personas. El 17 por ciento de las personas entrevistadas afirmaron que rechazarían a un gay, proporción que se elevó a 22 por ciento de la muestra en el caso de las lesbianas.

Una simple enumeración de defectos y virtudes de gays y lesbianas muestra las diferencias de cómo son vistas unas y otros.

Aceptación con matices

Aunque 88 por ciento de la muestra aseguró que aceptaría a personas con orientación homosexual y se comprobó una evolución hacia la aceptación de la diferencia, en muchos casos este proceso se vincula a cierto sentimiento de compasión hacia personas que «no tienen la culpa de estar enfermas».

De las 500 personas entrevistadas en todo el país, sólo 12,4 por ciento reconoció tener familiares homosexuales. La mayoría de la muestra, 87 por ciento, aseguró aceptar a sus familiares como son y siete casos, todos hombres de distintas provincias y edades, afirmaron no tratarlos.

Si en estudios anteriores un grupo importante de personas aseguraba que, en caso de tener un hijo homosexual, buscaría ayuda para cambiar su orientación, ahora 87 por ciento de la muestra también lo haría, pero para «aprender a manejarlo».

El 79 por ciento de las personas consultadas, sin diferencias importantes entre

hombres y mujeres, aseguró que apoyaría a sus hijos. El rechazo como alternativa fue seleccionado por seis por ciento de la muestra, explicado en muchos casos como que esta opción causaría «un gran problema y sufrimiento».

«No quiero hijos así», fue la expresión que plasmó en el cuestionario un hombre de 50 años, de la provincia oriental de Holguín. Por su parte, un habitante de la provincia central de Villa Clara, de 40 años, aseguró que, si esa era la alternativa, tendría que respetarla como ellos «la mía hacia el sexo opuesto».

Mientras a los gays se le atribuyeron 15 virtudes, estas sólo sumaron nueve en el caso de las lesbianas. La proporción también es desfavorable al universo femenino en el caso de los defectos: a los gay sólo se les encontraron seis y a las lesbianas once, casi el doble.

Por último, la mayoría de las personas consultadas aseguraron que el rechazo, la intolerancia y la discriminación hacia las personas homosexuales se mantienen en la sociedad cubana actual, aunque se aprecia un descenso de esta tendencia de 78 por ciento en 1994 a 75 por ciento a mediados de esta década.

Una mayor tolerancia para ambos sexos, lo cual no quiere decir comprensión, fue reconocida por 25 por ciento de quienes fueron entrevistados, sin diferencias entre edades y sexos. «El rechazo empieza desde la infancia, tanto en la familia como en la escuela», dijo una mujer habanera, de 42 años.

RECUADRO

Opiniones diversas

Las historias que reflejan la homofobia latente en la sociedad cubana afloraron en las entrevistas realizadas por SEMlac a 500 personas en todo el país.

«Vi a una compañera de trabajo siendo discriminada y objeto de burlas. Yo nunca caí en eso, me daba pena». (Mujer, 30 años, universitaria, Villa Clara)

«Tengo un vecino homosexual que durante mucho tiempo no pudo integrar el Comité de Defensa de la Revolución, a pesar de que era muy correcto y revolucionario: por suerte eso se arregló». (Mujer, 60 años, universitaria, Villa Clara)

«En esta ciudad se observa de lejos y se ridiculiza al homosexual. Los hombres son descubiertos de una mirada y puestos en ridículos los dos. Las mujeres tienen la ventaja de pasar inadvertidas, aunque a veces, al descubrirlas, la gente escupe». (Hombre, 30 años, universitario. Las Tunas)

«Tengo un compañero de aula que es bueno, pero lo discriminan por homosexual. No se sientan con él, no le hablan y lo apartan del grupo». (Mujer, 15 años, preuniversitario, Las Tunas).

«Conocí a un chico gay. No lo dejaban trabajar en ningún sitio, la familia y los vecinos lo rechazaban, hasta que se suicidó. Cuando se dieron cuenta ya era tarde. A veces estas personas tienen muchos defectos porque la sociedad los rechaza». (Hombre, 30 años, universitario, Guantánamo)

«En sentido general se observa una mayor aceptación hacia estas personas. La sociedad ha ido evolucionando, pero creo que todavía a nivel familiar se muestra rechazo». (Mujer, 50 años, universitaria, Ciudad de la Habana)

«Conozco muchachos que estudian conmigo en la universidad y que no son rechazados. Son evaluados en la carrera por sus capacidades. Mi generación ya está aceptando esto». (Hombre, 20 años, universitario, Ciudad de la Habana)

Enero 2009

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