Enriqueta Favez, ¿hombre o mujer?

La transexualidad mirada a través de la primera mujer que ejerció Medicina en Cuba, en el siglo XIX, es el tema del libro Por andar vestida de hombre, del investigador Julio César González Pagés, una exhaustiva investigación que saldrá a la venta este mes en La Habana.

El libro narra la historia de una mujer que desafió su tiempo: Enriqueta Favez, oriunda de Suiza, que estudió medicina en La Sorbona de París, combatió con el ejército de Napoleón en importantes batallas en Europa, emigró a Guadalupe y después viajó a Cuba. .

Cuando llegó a la isla se presentó en un tribunal para que le fuera aprobado su título de cirujano y le ofrecieron entonces el protomedicato de la zona oriental. «Es una mujer que logra validar su título en tribunales de hombres, una excelente especialista en su área médica, una fabulosa guerrera vestida de hombre», comenta González.

Favez, además, sostuvo una relación lésbica, de mutuo acuerdo, con Juana de León, una cubana de Baracoa, en el extremo más oriental de la isla. «Es un amor correspondido», comenta el historiador, quien reproduce en su libro el epistolario de la doctora.

Se trataba de una mujer transexual, al nacer en un cuerpo biológico que no pertenecía a su psiquis, precisa. En el juicio seguido a Favez se hace el primer diagnóstico de transexualidad desde la jurisprudencia, en la isla, cuando se declara que «es el espíritu de un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer». Así aparece en documentos de 1829.

Entre algunos datos revelados en la investigación de González Pagés, y recogidos en el libro, está «el primer matrimonio que se da en Cuba entre dos mujeres, y de forma legal, porque ella comparece vestida de hombre. Sucede en Baracoa, en 1819».

El historiador añade que, «cuando se descubre tres años después, se convierte en el proceso judicial más escandaloso de la época. El juicio de Favez fue muy parecido a la Inquisición y ella sufrió todo tipo de humillaciones».

La vida de Favez ha sido reconstruida, la mayoría de las veces, de forma dicotómica: se le considera bruja o santa y esto ha hecho que los hombres tomen partido, a la hora de defenderla, como una mujer que vino a la nación caribeña a ejercer la medicina y a hacer filantropía.

Sin embargo, González Pagés declara sentirse deudor y busca así «legitimar una historia que ella no ocultó. Fue juzgada como médico por un tribunal, expulsada, violentada todo el tiempo, por defender lo que creía».

El autor de obras como En busca de un espacio. Historia de Mujeres en Cuba (Ciencias Sociales, 2003) y Emigración de mujeres gallegas a Cuba. Las hijas de Galicia (Ecovigo, 2004), confiesa que la vida de esta mujer lo obsesionó durante muchos años. Esa historia del pasado tenía, de cierta forma, presencia en la actualidad.

«El fenómeno por el cual se le juzgó sigue siendo una condicionante del ser humano para calificar o descalificar a un sector de la población con otra opción sexual, como el caso de los transexuales y travestis», opina.

El autor hace hincapié en lo importante de su vínculo con el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX) y especialmente con su directora, Mariela Castro, quien lo invitó a formar parte de la Comisión Nacional de estudios de transexualidad.

González Pagés asegura que la historia «ha sacado lo mejor de mí como investigador, como ser humano. Me he tenido que adentrar en un mundo que no había explorado».

A su juicio, la transexualidad de mujer a hombre es más difícil de aceptar, es un fenómeno menos visto. «Cualquier acto que sea cometido por una mujer es doble, triplemente juzgado. Estamos preparados siempre para las mujeres con un arquetipo muy definido y ella rompió con todos los moldes de compostura social», comenta.

«Cuando uno escribe se compromete, y el libro tiene un compromiso con la diversidad sexual, porque habla de un debate contemporáneo, que es cubano pero también universal, y es el derecho de las personas a vivir con otras opciones sexuales», concluyó el investigador.

Febrero de 2006

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