Construir una masculinidad trans que supere las etiquetas y los mandatos de la sociedad heteropatriarcal trae muchos retos a jóvenes en Cuba. Liam Duran Cardona los conoce bien y busca superarlos de manera personal y colectiva. Este joven fotógrafo de 30 años creyó desde el primer momento en la necesidad de conformar una red de hombres trans, por la escasa visibilidad que tienen dentro del activismo y la comunidad LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, interesexuales y queers) en la isla del Caribe.
La historia de Alma Azul, nombre que lleva la primera y única red que agrupa a hombres trans en el país, está muy ligada a la historia personal de este joven activista cubano y el complejo proceso de transición que ha vivido en los últimos seis años.
¿Desde tu experiencia, cuáles son los retos de construir una masculinidad trans en Cuba?
Hace casi seis años me vinculé al Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), específicamente a la Comisión nacional de atención integral a personas transexuales.
En la Comisión yo explicaba que me sentía diferente, que no estaba bien respecto a cómo la sociedad me veía y que me molestaba mi feminidad. Entonces comenzaron a «atenderme» y lo pongo entre comillas porque no me gusta transmitir la idea de que las identidades trans son una patología, como una persona transexual.
La etiqueta de ese momento fue hombre transexual, una persona que tenía una disforia de género. En ese momento me lo creí, aunque de alguna manera nunca me sentí hombre, pero sabía que había un desacuerdo entre mi imagen de mujer y lo que realmente soy. A partir de ahí comenzó todo el proceso hormonal.
He pasado por muchas etiquetas. La sociedad cubana no sabe de nosotros, no tiene la menor idea. La mayoría de las personas que no entienden del cambio nos pueden etiquetar como lesbiana masculina, como hombres gays y un sin número de etiquetas que no van con nosotros. Y es que uno de los principales problemas es la falta de visibilidad e información sobre la identidad trans masculina.
Para no parecer gay, al principio estaba fingiendo una masculinidad que ni tan siquiera me gustaba porque yo no era ese tipo de hombre tosco, súper macho. Pero lo hacía porque me daba cuenta de que mantenía rasgos, no los voy a llamar amanerados, demasiado delicados para lo que establece el patrón de hombre en Cuba y eso las personas lo interpretan como debilidad. Me dolió mucho.
Pero después de todo el proceso de investigación que hice, luego de conocer a otras personas como yo dentro y fuera de Cuba, me di cuenta de que el hombre trans tiene una masculinidad bastante peculiar. Es esta masculinidad un poco combinada con la feminidad, que no renuncia a la expresividad y la delicadeza. Y este tipo de masculinidad, en nuestro país, no es interpretada como una masculinidad legítima, sino que es vista como floja y débil.
Como hombre trans, creo que es muy importante la operación de las mamas. Esta es una de las cosas que más nos preocupa, pues a veces demora un poco y no tenemos la oportunidad de hacerlo institucionalmente en todo el país. Por suerte tenemos al Cenesex y estamos trabajando en eso. La operación de las mamas es muy importante porque no resolver este problema afecta muchísimo la autoestima y crea un trauma psicológico terrible.
También está el tema de los documentos de identidad. A veces la policía nos para en la calle y, como parecemos hombres pero en el carnet todavía somos mujeres, algunos se ponen curiosos y nos levantan el pulóver para ver la faja. Estas situaciones, en la mayoría de los casos, no se denuncian. Los muchachos están viviendo este tipo de violencia no a gran escala, pero existe y no se denuncia.
En mayoría todos son retos y problemáticas que tienen que ver con aspectos legales, porque socialmente asumimos nuestra identidad y sobrellevamos la discriminación, que en mi opinión no va a acabarse pronto.
La marca F, de sexo femenino, en nuestro carnet de identidad y las dificultades para cambiar el nombre en un esquema rígido donde tiene que corresponder el nombre masculino con el sexo masculino nos obligan, prácticamente, a operarnos para tener un genital masculino y poder entonces reconocer legalmente nuestra identidad.
No creo que sea necesario llegar a esos extremos. Cuba necesita una ley de identidad de género para resolver este tipo de problemas y mejorar la calidad de vida de las personas trans. Mientras esto no suceda, el principal problema de hombres y mujeres trans será legal.
¿Por qué surge Alma Azul?
Alma Azul surge por la necesidad de visibilizar la comunidad trans masculina en Cuba. En este proceso, que ha sido una universidad en mi vida, me encontré con la realidad de que en el país se conocían muy pocas personas trans masculinas.
En ese momento estaba Juani Santos, que fue el primer hombre trans y hoy tiene 69 años de edad, otro muchacho y yo. Supongo que habría alguno que otro en diferentes provincias del país, pero no tuve la oportunidad de conocerlo.
Todo esto me chocó porque no pude hablar con nadie que estuviese pasando por lo mismo que yo, que se sintiera como yo, y eso hizo el proceso mucho más difícil. Juani fue la primera persona con la que me comuniqué, él me abrió las puertas y tuvimos una comunicación muy buena.
Yo quería integrarme a una red de personas trans y la que existía en ese momento era TransCuba, que aborda más los temas de la feminidad trans. No era lo mío. Después de cuatro años preparando el proyecto y conociendo a personas diversas, en marzo de 2018 surgió Alma Azul, como otra red asociada al Cenesex.
Queremos visibilizar a la comunidad trans masculina, por esa necesidad de unidad y por la falta de información. Otro de nuestros objetivos es crear un espacio de apoyo, una comunidad unida donde las personas puedan identificarse y defender su masculinidad. Queremos disfrutar nuestra masculinidad y crear momentos y espacios donde podamos intercambiar experiencias y apoyarnos emocionalmente para crecer como personas.
¿Qué rol y particularidades tiene el activismo que realizan?
He tenido que asumir un activismo, como lo veo, bastante peculiar. Algo a lo que me enfrento ahora. Sucede que las muchachas trans tienen características diferentes: les gusta participar y visibilizarse, ellas son extrovertidas y en muchos lugares son el centro. No lo digo de manera negativa, porque esa es una de sus estrategias de enfrentar la discriminación.
Por otra parte, yo digo que a veces tantas identidades trans unidas en un mismo espacio crean, caos pues mi experiencia de vida como persona trans y la tuya quizá no concuerden y puedan crearse conflictos.
Algunos muchachos trans han decidido vivir su identidad en anonimato y no participar en las reuniones, pero siguen perteneciendo a Alma Azul. En la red está un muchacho intersex; él no nació con genitales masculinos, pero tampoco desarrolló genitales femeninos, también se integró una persona con ambos. Estas experiencias y condiciones las viven de una manera muy privada, no les es fácil compartirlo con los demás y es bastante delicado. Por eso no exijo que se comparta en grupo, porque algunos prefieren reunirse conmigo a solas, mientras otros prefieren reunirse en grupo y yo siempre lo respeto.
Nos comunicamos, intercambiamos mensajes, compartimos historias; y todo eso me ayuda a tener una experiencia que luego puedo compartir con otros muchachos y explicarles que a alguien más le ha pasado lo que están viviendo.
Nuestra manera de funcionar es muy diversa: vamos a las casas, hacemos una comida, conversamos; el tema del él y el de ella no es un problema, porque aun cuando la mayoría tienen nombres masculinos, puede suceder que varíen las maneras en las que se nombran y no pasa nada porque no se hace en términos peyorativos. Es muy importante respetar los espacios. Para mí lo principal es lo que les haga bien.
Como activista, por la experiencia de casi un año de la red asociada al Cenesex, creo que la calidad de vida y la estabilidad emocional de las personas han mejorado mucho. Hoy tienen apoyo psicológico y acompañamiento muchachos que tenían grandes estados de depresión y hasta deseos de suicidarse, porque no contaban con un espacio donde pudieran ser ellos mismos y los entendieran.
Crear ese espacio donde puedas ser tú, donde el femenino y el masculino puedan estar juntos y no importe, que te sientas en familia, eso ha hecho que desaparezca esa depresión que surge porque tu identidad sea transgénero. Eso para mí es un logro muy importante.