La presencia del tema gay y la diversidad sexual se ha hecho más frecuente en la cinematografía cubana de los últimos tiempos. Jóvenes realizadores y otros de gran trayectoria están abordando la temática desde diversos puntos de vista. La más reciente película que incursiona en este tema es Verde verde, un filme que ha sido valorado como descarnado por su tratamiento y su apuesta por la autoaceptación.
Su director, Enrique Pineda Barnet, dijo a SEMlac que con esa obra no busca la catarsis ni el llanto fácil. «Yo no invito al aplauso», aseguró el realizador de reconocidas piezas de la cinematografía cubana y Premio Nacional de Cine (2006). Por encima de todo, le interesa que su película estremezca, que lleve a la reflexión.
– SEMlac: Verde verde es un proyecto que usted «maduró» durante 10 años. ¿Por qué hacer la película ahora?
– EPB: Fue cuando se dio la oportunidad. Yo tuve mucho tiempo de silencio fílmico, no por mí. Pero no me di por vencido, porque es muy importante hacer crecer la voluntad; el nivel de riesgo y audacia son cosas que hay que estar estimulando todo el tiempo.
En esta etapa de mi vida, ahora que soy una persona con más experiencia, me doy cuenta de que he ido incubando algunas cuestiones. Por ejemplo, todos tenemos un verbo interior principal; dicho así parece un dogma, pero no lo es. Besar fue mi verbo interior durante mucho tiempo, pero la vida dio muchas vueltas y mis hermanos se fueron, mis amigos se fueron, mucha gente se fue y se va. Entonces, mi verbo interior cambió por abrazar, como la necesidad de aferrarme a ellos con toda mi alma. Y, finalmente, llegando a un plano más elaborado de las ideas y los sentimientos, me di cuenta de que abrazar era algo como tender un puente.
Y aunque me operé del odio, no puedo soportar las discriminaciones, las separaciones, la segregación en ningún plano, sentido o dirección. Por eso hoy mi verbo interior es puentear. Y Puentear es el nombre que tiene mi correo electrónico, mi página web, es mi firma en todas partes, porque es muy importante saber cuál es tu verbo interior, tu acción principal en la vida.
No soporto nada que tienda a separar, dividir, aniquilar, anular. El puente siempre está tendido y siempre es hermoso, aun en el peor de los casos. Todas estas cosas están en mi anterior película, La Anunciación, que es el conflicto de la separación de la familia cubana, y ahora en Verde verde, que expresa la necesidad de diversidad y la comprensión de la diferencia.
La separación y la homofobia -que es una enfermedad social muy dura y cruel- son temas para mí recurrentes, que me han preocupado y angustiado durante toda mi vida.
La Revolución ha hecho que la discriminación sea penada por la ley, pero ¿quién libra a la mente de discriminar? Si, pese a todo, aún padecemos el racismo y la discriminación a la mujer. Entonces, ¿qué les espera a la homosexualidad y a toda la variedad de sexualidades que existen?
– SEMlac: ¿Qué tesis propone en el filme?
– EPB: La película contiene una multiplicidad de temas y uno esencial, que está por supuesto relacionado con la diversidad sexual, pero abarca muchas más aristas. Cuando digo diversidad me refiero a lo importante que es reconocer el valor de la mezcla.
En mis experiencias como maestro procuro que mis estudiantes comprendan lo rica que es la diversidad, lo valioso de la mezcla. Y generalmente comienzo jugando con referencias muy sencillas y comunes como el café mezclado; cuando se liga con otros, cambia su sabor y, al mismo tiempo, la persona enriquece su paladar.
Me encanta la mezcla y hablo entonces de las etnias diversas, las culturas diversas. Mientras más se siente esa diversidad, más rico es el individuo, pues la procedencia es más enjundiosa. Por ese camino uno puede ser más universal. A mí me parece que la especie humana crece y se enriquece, antropológicamente, en la medida que tenga más experiencias, virtudes y potencialidades.
Al mismo tiempo hay otra columna vertebral que es la individualidad. No podemos dedicarnos a ser una mezcla, tenemos que reconocer también que somos individuos y cada uno es diferente de todos los demás. Esa individualidad hay que conocerla, estudiarla, desarrollarla.
Hoy los jóvenes tienen muchos problemas de autoestima, porque no saben quiénes son ni a dónde van, cuáles son sus preferencias. Y cuando descubren lo que quieren, se limitan, se autocensuran, porque además la sociedad injusta, cruel y discriminadora no les permite desarrollar esa individualidad.
Todo esto conduce, inevitablemente, a la sexualidad, que es algo tan importante en el ser humano. La sexualidad no hay que esconderla, no es un pecado ni una deficiencia. No se tienen órganos sexuales por su función biológica solamente, sino también para disfrutar. Igual que un instrumento, se afina, se acaricia, es terso, áspero, es cálido o frío. Hay que disfrutar de ese cuerpo, hay que aprendérselo bien para disfrutarlo y gozarlo en plenitud.
Si un niño, cuando es pequeño, le pregunta a su mamá y a su papá señalando sus genitales «¿qué es esto?», por qué decirle «niño eso no se dice, eso no se toca, de eso no se habla» ¿Qué razón hay para anular, para castrar esa naturaleza? El niño sabrá en el futuro si prefiere jugar a las bolas o con muñecas; ser científico o deportista diestro; ser una persona poética o elevarse mediante un pensamiento más místico. No hay por qué cercenárselo, reprimírselo ni desviárselo. Que salga lo que verdaderamente es y estimular lo que sale, lo que brota o está ahí, latente.
Con mis estudiantes siempre empiezo con un ejercicio, los pongo ante un espejo y les digo: «ámense, quiéranse, ese es un entrenamiento maravilloso y una manera extraordinaria de crecer».
– SEMlac: ¿Por qué asumir el homoerotismo como punto de partida, siendo este un tema tan tabú en la sociedad cubana?
– EPB: El sexo es una cosa muy compleja y la hemos vuelto más compleja cuando deja de ser el instinto natural y se convierte, primero, en pecado; después en la normalidad, luego en delito, después en vergüenza y merece el castigo y hasta la muerte. Así hemos estado condenando de manera terrible la homosexualidad. Esto es lo que trato de plantear con Verde verde.
En ese bar, que puede considerarse «lo más bajito», está Alfredo buscando. Puede parecer de inmediato una aventura, pero todo sucede porque ha visto en el otro la posibilidad de una relación. Por eso, cuando bailan, dice: «No hay nada que se parezca más a la felicidad que bailar así». Está reconociendo que ese abrazo musical está por encima del primitivo sexo, está lleno de una carga de amor. Alfredo puede parecer un tipo corrupto, porque es bisexual. ¿Y por qué no ser bisexual? Ahí yo trato de decir todas estas cosas.
Pero no solo se trata el problema de la homosexualidad y el crimen homofóbico, que es una realidad. Hay algo más complejo y profundo, que es nuestra sociedad. Yo ataco -y te digo que estoy atacando, de manera que «al que no le guste que abra el paragua» – la homosexualidad encubierta, la doble moral, la máscara. Esto mina la sociedad, la debilita.
– SEMlac: ¿Qué le ha parecido la respuesta del público y la crítica?
– EPB: Cuando estaba haciendo la película, muchas personas se preocuparon sobre el espectador. ¿Cómo crees que el público la va a recibir? ¿Te dejarán hacer la película?
El expresidente cubano Osvaldo Dorticós Torrado dijo una vez: «Al pueblo no se desciende, al pueblo se asciende». Esa frase me hizo pensar mucho. He comprobado, en los debates, que la gente es más inteligente que muchos intelectuales que van a ver la película. Es que la gente ve a la altura de su espíritu. Alguien dijo que cada uno hace locuras a la altura de su espíritu, pues yo creo que la gente hace su criterio a la altura de su espíritu. Y creo mucho en el público.
– SEMlac: En su carrera como artista, ¿qué principios han sido fundamentales para hacer un arte que indague más allá de la superficie?
– EPB: Mira, otro verbo mío pudiera haber sido buscar, escudriñar. Trabajando en publicidad aprendí el valor de la investigación. Para mí no hay obra que no entrañe una profunda investigación.
Otro aspecto importante es saber por qué hago las cosas. Y eso en toda mi obra ha estado presente: mucho trabajo de estudio e investigación, a veces resuelta y otras no.
En el caso de este filme tuve que estudiar mucho la obra de la artista plástica Rocío García. Pero no me bastaba con tomar una esencia de su estilo, de su color; yo quería mezclarme con su obra e invité a Rocío a colaborar, mezclar la narración y contar la película cada uno con su estilo. Creo que Rocío se ha enamorado más del cine y yo me he enamorado más de su pintura. Esa es una interrelación sana, noble.
– SEMlac: ¿Qué aportes puede hacer la película a la lucha por el reconocimiento y los derechos de las personas LGBT en Cuba?
– EPB: No estoy de acuerdo con la tolerancia, para mí es equivalente a la limosna. La tolerancia es un acto de arrogancia y prepotencia. En estos últimos 10 años ha ido evolucionando el tema y hay muchas películas, algunas con mejor suerte que otras.
Hablando en términos dramatúrgicos, el error trágico que comete Alfredo y que da lugar al crimen es hacerle comprender a Carlos su homosexualidad. Y Carlos, en un momento de extraño arrepentimiento, trata de resucitarlo y le dice: «Yo hubiera podido amarte». Por eso cuando Carlos se mira en el charco de sangre, se autoreconoce, reconoce que se ha asesinado a sí mismo, que ha matado al homosexual que vive en él.
Yo creo que la película produce -y está entre mis objetivos- un estremecimiento. Yo quería sacudir; incluso alguien con razón me dijo: «a mí se me hace un poco pasional». Y ese sentimiento está, como está en el infierno de Dante y en toda una novelística que concluye con un castigo para la víctima, que es el homosexual.
Todos los artistas y filósofos que han tenido angustias sociales severas tienen que dar un estremecimiento. En este caso, llevo a la reflexión, si no, no estaríamos hablando, nadie se hubiera impulsado a preguntar, a hablar sobre Verde verde. Tenemos que hablar de esto y ha sido un impulso que yo pienso valioso, en el sentido de estremecer, sacudir. Con el desenlace y la escena final del filme yo no quería provocar una catarsis, tampoco el llanto fácil, sino una reacción, una reflexión. Yo no invito al aplauso. De ninguna manera.