Aparenta ser una cubana de cuarenta y tantos años, que vive la existencia común de muchas en esta isla del Caribe: cuida a su madre, ya mayor y confinada a una silla de ruedas; se multiplica en muchas a la vez cuando cocina, lava, limpia y enfrenta la cotidianidad de una ama de casa cualquiera; se emociona si escucha cantar un coro de voces; se mortifica si no le consideran su trabajo; lleva consigo alegrías y frustraciones.
Así se muestra Mavi Susel en el documental En el cuerpo equivocado, de la realizadora cubana Marilyn Solaya, que será estrenado en 14 países y dos canales de televisión en agosto venidero y tuvo una presentación especial el 14 de mayo en La Habana, durante la Tercera Jornada Cubana contra la Homofobia.
Pero la historia de Mavi no es, en verdad, una historia común. Ella nació varón y terminó de hacerse una mujer completa en 1988. Fue la primera persona transexual que accedió a una operación de readecuación sexual en Cuba, hace ya 22 años, cuando apenas era impensable el establecimiento de este proceder quirúrgico en el país.
El documental, filmado en alta definición y con poco más de 50 minutos de duración, es el fruto del premio obtenido en la segunda edición del Concurso DOCTV IB Latinoamérica, celebrado el pasado año, y resultado de unos siete años de investigación y estudio de Solaya sobre el tema.
“Esta es la obra que representará a Cuba”, destacó su directora, quien agregó que el material servirá además para sensibilizar a la población y será mostrado también en los cines del circuito de exhibición en la isla, luego de que se estrene.
Entonces el público tendrá la oportunidad de ver cómo Mavi muestra su rostro a la cámara y abre la puerta de su casa al equipo de filmación para contarle todo, lo humano y lo divino de su existencia.
Con una mezcla de realidad y ficción que recupera momentos de la infancia, adolescencia y juventud de la protagonista, el relato fílmico abunda en las angustias vividas por Mavi desde pequeña, los obstáculos, incomprensiones y desmanes que debió sortear en la sociedad y el apoyo que encontró en su madre, instituciones de salud y especialistas que, finalmente, atendieron sus demandas, la llevaron al quirófano y le permitieron completar la vida que siempre quiso tener: la de una mujer.
Pero también muestra las frustraciones y sinsabores de su existencia actual, en la que no siempre ha logrado hacer lo que ha querido para sentirse bien consigo misma. “Creo que hubiera hecho mi vida de otra forma; me hubiera dedicado a hacer realidad mis sueños y a vivir un poquito para mí, porque me he dedicado más a los demás”, dice desde la pantalla.
Así, la cinta trasciende la anécdota pura y, a través de la contraposición con otros personajes y la propia narración, cuestiona la construcción de las feminidades y los estereotipos de género a partir de los valores y prejuicios de la sociedad patriarcal en la que se inserta.
“Yo luché por todo esto, no para ser ama de casa; pensé en tener mi pareja, en realizarme, y en verdad no pudo ser así”, confiesa en los primeros planos Mavi, cercana a los 50 años y casada desde 1991, tres años después de operada.
Para Danae C. Diéguez, profesora del Instituto Superior de Arte, uno de los aportes fundamentales de la obra es que desliza “la interrogante de cómo las mujeres, a pesar de las conquistas indudables de todos estos años, continuaron reproduciendo, en el imaginario simbólico, lo que la sociedad apuntaba como roles tradicionales que las destacaban en tanto mujeres”, comentó a SEMlac.
En opinión de la también investigadora de los temas de género en el cine cubano, la importancia de la obra radica, precisamente, en cómo se articula la fuerza de la protagonista, transgresora en su momento, y queda entrampada en lo más tradicional de las atribuciones culturales designadas al espacio de lo femenino.
“Nuca me sentí varón”, dice Mavi en la película, mientras explica los procesos que vivió desde pequeña, cuando muchas veces la miraron como “bicho raro”, abusaron de ella, la acosaron, maltrataron y la hicieron sentir una persona trastornada. Igualmente relata cómo debió abandonar la escuela, debido a continuas burlas, para reanudar los estudios de noche.
También habla del proceso personal experimentado hasta su operación de readecuación sexual, el 22 de mayo de 1988, momento en el que no te hacen una mujer, aclara, sino que “te definen, porque ya eras una mujer”.
El documental de la historia de Mavi tuvo una gran acogida de público, durante su presentación especial, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en La Habana, la pasada semana.
“Es un tema necesario, que defiendo con mucha pasión”, dijo su directora, Marilyn Solaya, quien agradeció el valor de la protagonista y explicó que, como resultado final, elaborará un producto multimedia que, además del documental, recoja información valiosa, necesaria y complementaria, que ha podido recopilar en el proceso de investigación para hacer su obra.
Entre ese material se incluirán entrevistas con personas expertas y conocedoras del tema, que abundan y profundizan acerca de la transexualidad, su diagnóstico y tratamiento, así como en los procesos de construcción de la feminidad, el género y la diversidad sexual.
Para el historiador cubano Abel Sierra, quien fue parte del equipo asesor del proyecto, lo más importante ha sido el proceso de cambio experimentado por el propio equipo de realización, integrado en su mayoría por hombres.
“La reasignación de sexo no es la meta, es el inicio de algo. Hay que ver cómo desde ahí se construye el género, los procesos involucrados en la formación del sujeto y se aprende a ser otra persona”, reflexionó.
Mavi, nacido biológicamente varón y devenida mujer, ya no está sola, al decir de la sexóloga cubana Maeriela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), quien reiteró que en Cuba se siguen haciendo las operaciones de readecuación sexual, retomadas en 2007 y gracias a lo cual se han beneficiado ya 10 transexuales. “Estas personas deben contar con procesos de acompañamiento y respeto en sus vidas”, precisó.
Mavi lo deja claro, desde la pantalla, en uno de los momentos más emotivos de su narración, en que asume el sentir de muchas otras personas en su situación: “Yo quiero ser yo. No quiero ser lo que las personas quieran; no quiero ser manipulada…seguir siendo yo con mis virtudes y mis defectos, pero yo”.
Mayo 2010