Santiago de Chile, abril (SEMlac).- Como nunca antes frente a un caso de violencia discriminatoria, Chile se conmovió con el crimen de Daniel Zamudio, joven de 24 años que falleció producto de una golpiza propinada por un grupo supuestamente de neonazis, quienes lo habrían maltratado hasta dejarlo inconsciente por ser homosexual.
La golpiza fue el 3 de marzo y durante 25 días Daniel estuvo agonizando en la Posta Central. Le patearon la cabeza, le arrojaron repetidas veces una piedra de gran tamaño y dibujaron en su cuerpo svásticas con una cuchilla.
El último día de marzo, un multitudinario funeral con más de 2.000 personas evidenció el horror de la gente ante este acto de violencia límite, que terminó con la vida de un joven solo por tener una orientación sexual diferente a la de sus agresores.
Como es costumbre para funerales de personas reconocidas públicamente, las floristas cercanas al cementerio general, donde fue sepultado, arrojaron pétalos de flores al paso del cortejo que duró unas dos horas.
El movimiento de Liberación Homosexual se acercó desde el primer día a la familia, que sabía de la orientación sexual de Zamudio y lo apoyaban, y exigió que el parlamento por fin apruebe la ley antidiscriminación que endurecería las condenas en este tipo de crímenes con origen en la intolerancia.
¿Fue una excepción este asesinato? ¿O más bien el resultado de una sociedad intolerante que responde con violencia ante la diferencia?
El caso
Daniel Zamudio había salido de una fiesta cuando estaba dando vueltas de madrugada por el Parque San Borja. Ahí se encontró con cuatro jóvenes, entre 20 y 26 años, que lo conminaron a irse de ahí ante lo que Daniel no hizo caso.
Cuando volvieron a encontrarse con él comenzó la golpiza de parte de los cuatro, hasta dejar a Daniel inconsciente.
Actualmente los autores de la golpiza se encuentran detenidos. Se trata de Patricio Ahumada, Raúl López, Fabián Mora y Alejandro Angulo, quienes -de acuerdo con la investigación del fiscal Ernesto Vásquez- agredieron al joven con golpes de puño, patadas, piedras e incluso lo quemaron con cigarrillos.
Tres de los detenidos tenían antecedentes penales por ataques xenofóbicos y homofóbicos, además de condenas por robo con violencia y hurtos. Los cuatro imputados fueron formalizados por homicidio frustrado y trasladados inicialmente al penal de Santiago Uno. Gendarmería, la policía que tiene a cargo la vigilancia carcelaria, precisó que Patricio Ahumada -quien habría amenazado a los demás- fue derivado a la Cárcel de Alta Seguridad.
Tras el fallecimiento de Daniel, los cuatro imputados serán reformalizados por homicidio calificado, por lo que podrían ser sentenciados hasta con 40 años de cárcel.
En la Posta, donde agonizó casi un mes, la gente se acercó a realizar velatones y dejar flores, además de poner pancartas en señal de rechazo ante la agresión y de apoyo a la familia.
Muchos personeros públicos también se acercaron, entre ellos los ministros del Interior, Rodrigo Hinzpeter; de Salud, Jaime Mañalich, y el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, quienes fueron recibidos con abucheos por parte de los presentes ante la reiterada negativa de la derecha de aprobar la ley antidiscriminación que dormía en el congreso y cuya discusión se reactivó tras este crimen.
La ley antidiscriminación
«Me parece importante recoger todas las violencias y todas las víctimas que ha tenido la discriminación para que, junto con la muerte de Daniel, demos un paso decisivo por la ley», indicó Lorena Fries, presidenta del Instituto de Derechos Humanos, quien asistió al masivo funeral del joven.
La agonía y final muerte de Zamudio obligó a los políticos a exponer sus posiciones respecto de la ley. El presidente Sebastián Piñera, mientras se encontraba en una gira por Corea del Sur, escribió en su Twitter: «su muerte no quedará impune y refuerza el compromiso total del gobierno contra toda discriminación arbitraria y con un país más tolerante».
El ministro Hinzpeter enfatizó que «vamos a trabajar incansablemente en nuestro Congreso para sacar nuestra ley de discriminación en el menor tiempo posible».
Sin embargo, ha sido uno de los partidos de la coalición de derecha, la Unión Demócrata Independiente (UDI), el que más resistencia ha mostrado a aprobar la normativa puesto que teme sirva para permitir en el futuro el matrimonio homosexual.
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) acusó a la Iglesia Católica y a la UDI de reiniciar «una infundada campaña de terror para impedir el avance de la ley contra la discriminación, lo que constituye un menosprecio hacia la urgente necesidad para alcanzar justicia que tienen las víctimas de las exclusiones».
La alusión tuvo lugar luego de que el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Ezzati, sostuvo: «ahora hay que considerar bien qué cosa hay bajo el sombrero de la no discriminación, porque debajo de un sombrero tan bonito y que todos compartimos puede haber situaciones que son objetables y que finalmente se vuelven en contra y se vuelve discriminatoria para algunas personas».
En tanto el vicepresidente de la misma entidad, Alejandro Goic, añadió «no hay que legislar ahora sobre caliente». La ley debe «ser analizada con sabiduría» para que «no lesione otros derechos como la libertad».
«Nuevamente la Iglesia Católica se está pronunciando contra el valioso derecho humano de la no discriminación. La Alta Jerarquía nunca ha querido que las minorías sexuales sean incorporadas en ley contra la discriminación, eso es lo único que motiva sus dichos y para eso siembra el terror injustificado de que la norma atenta contra la libertad religiosa», apuntó el Movilh.
Las críticas del Movilh se extendieron hasta la UDI, «toda vez que este partido rechaza la ley contra la discriminación sólo porque en su artículo 2 hace referencia a la diversidad sexual, mientras que al mismo tiempo el partido tiene el insensible descaro de afirmar que rechaza toda forma de discriminación», señalaron.
Para Soledad Rojas, coordinadora de la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, es necesario tipificar este tipo específico de crímenes, así como se hizo con el feminicidio.
«Me parece que hoy hay una mayor sensibilidad respecto de la discriminación a personas por su orientación sexual. En el último tiempo, ha habido manifestaciones masivas de la diversidad sexual y se han formado nuevos grupos que a su vez han dado notoriedad al problema», indicó a SEMlac.
«Del mismo modo, el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto de la discriminación sufrida por la jueza Karen Atala por el Estado chileno, al quitarle la tuición de sus hijas, por ser lesbiana, ha generado mayor conciencia. En este contexto ocurre la brutal agresión de Daniel Zamudio, con resultado de muerte, que incorpora en el debate sobre esta situación la noción de ‘crimenes de odio’ que no están tipificados en nuestro país como agravante del delito», precisó.
El proyecto de ley fue discutido en el parlamento, donde se decidió que pasara a Comisión Mixta para proseguir su discusión más profundamente.
Discriminación violenta
El crimen de Zamudio ha conmovido a la opinión pública, sin embargo sus causas no son una excepción en la sociedad chilena, según precisó a SEMlac el experto en masculinidades Manuel Durán.
«No me parece una excepción ni una coyuntura histórica, las agresiones homofóbicas son parte de una política identitaria de la masculinidad hegemónica, la cual se ha reproducido a través de la historia como un mecanismo de cohesión constituyendo la categoría de «hombres» y excluyendo, con ello, al resto de la humanidad».
«De esta forma la «hombría» es una categoría forzada y se consigue mediante la violencia. Ahondando las supuestas diferencias, esta es la causa de la homofobia, y es un mecanismo común a muchos hombres tanto gay como heterosexuales ya que es una expresión sistémica», puntualizó.
Durán afirma que, de todas formas, Zamudio hubiera sido sancionado de alguna manera por estar fuera de lugar: «la fuerza policial, si bien no actuaría con tanta dureza utilizaría algún grado de violencia para ejercer un «ordenamiento» simbólico y recordar cuál es lugar que cada quien ocupa en este sistema identitario y de poder».
En tanto, la feminista Gilda Luongo opinó que «existe una masculinidad hegemónica que se torna brutal en el marco del paradigma heterosexual normativo instaurado en nuestras sociedades. Ese, cultivado con la recia hombría de los poderes sociales, religiosos, culturales, políticos y económicos, sordos y ciegos ante la existencia de vidas precarias, por abyectas, que parecen no importar para construir el lazo social».
Soledad Rojas opinó sobre la diferencia entre la sensibilidad frente a este crimen y la indiferencia frente a los feminicidios semanales que se producen en promedio en Chile: «Hay una recurrencia a apelar a valores universales como tolerancia y discriminación cuando se trata de hombres asesinados, sin embargo, cuando se trata de un feminicidio o de la agresión a mujeres lesbianas no se menciona la misoginia como un móvil del crimen, sino se justifican por los ‘celos’, las ‘pasiones’ y el alcohol o las drogas».
«En un número significativo de feminicidios el ensañamiento de los asesinos con sus víctimas muestra claramente el odio que estos crímenes contienen. Me parece que es indispensable profundizar y establecer la relación existente entre estos crímenes de odio como resultado de la homofobia, la xenofobia y la misoginia», afirmó.