Si encontraran en su camino espacios más respetuosos y menos violentos, las personas LGBTIQ+ tendrían una mejor trayectoria de vida, felicidad e inserción social. Sin embargo, esas opciones muchas veces deben promoverlas desde sus realidades inmediatas, iniciativas y alianzas, desafiando prejuicios y prácticas discriminatorias.
La familia es el primer lugar donde debieran ser aceptadas y acogidas, pero no siempre ocurre así, reconocieron participantes en el taller “Sexualidades no hegemónicas: construyendo agendas locales para la prevención de la violencia de género”, el pasado 17 de mayo en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), como parte de las XV Jornadas Cubanas Contra la Homofobia y la Transfobia.
Integrantes de las redes sociales comunitarias asociadas a esa institución, en particular de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, TransCuba y HsH. (hombres que tiene sexo con hombres), identificaron la figura paterna como una de las más opuestas y conflictivas en el ámbito familiar, no solo por la violencia que reciben de sus padres, sino también por ser una experiencia negativa que se prolonga en el tiempo.
En los procesos de construcción de sus identidades en los espacios familiares, las personas LGBTIQ+ transitan por la incomprensión y el rechazo, a veces por la aceptación, pero de cualquier modo siempre les resulta difícil tener que explicar lo que sienten o les pasa.
“Hubo golpes cuando les dije que era lesbiana”, contó una de las participantes. Saberlo les chocó a todos, comentó otra. “Jamás hubo aceptación, siempre tuve que expresar mi sexualidad fuera de la casa”, narró una tercera.
Aunque concordaron en que no se puede absolutizar ninguna experiencia, en muchos casos siempre ha ocurrido violencia. En otros, quizás menos, ha sido posible vivir en familia con personas que les aceptan, defienden y quieren.
Intentos de suicidio, huidas tempranas de la casa, refugio en otras familias y grupos de la comunidad LGBTIQ+ y resistencias múltiples dentro y fuera del hogar distinguen algunas historias de vida.
Si difícil es para gay y lesbianas, no es menos para personas trans femeninas o masculinas, identificadas entre quienes sufren mayor discriminación e incomprensiones familiares y sociales.
A la falta de conocimientos y sensibilidad de quienes no entienden sus procesos de vida y niegan sus derechos desde las prácticas cotidianas, se suma la falta de una ley de identidad de género que les ofrezca garantías y facilite, por ejemplo, el cambio de nombre en los documentos de identidad o de identidad de género en los documentos registrales; les respalde sus derechos a vestir como quieran en la calle, la escuela u otro lugar, expusieron como ejemplos.
Algunas redes, personas y grupos han avanzado más en el espacio privado y público para visibilizar las realidades, derechos y demandas de la población LGBTIQ+, así como identificar los lugares desde donde el patriarcado les ofrece mayores resistencias y hay que entrar a trabajar.
Para Las Isabelas, grupo de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales de Santiago de Cuba, ciudad a 860 kilómetros de la capital, han sido vitales las alianzas con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC); un camino que, en su caso, les ha abierto nuevas puertas y conexiones en el territorio.
Ese grupo y los de mujeres lesbianas de Las Tunas y Pinar del Río han sensibilizado a personas decisoras en los medios de comunicación, juristas, estudiantes y profesorado del Derecho e instituciones culturles, con temas sobre violencia, diversidad, reproducción asistida, adopción, acoso y violencia de género, entre otros.
En la capital, las mujeres del grupo Oremi han encontrado un espacio de acogida en el cine Acapulco, donde desarrollan peñas y actividades de intercambio, a la par que se vinculan con varios proyectos comunitarios de La Habana.
Incidir en la preparación del personal docente es también un paso importante, sostuvo la psiquiatra Ada Alfonso, moderadora del taller. La también especialista del Cenesex sostuvo que esas alianzas cobran más fuerza en la actualidad, en un contexto en el cual los fundamentalismos religiosos hacen resistencia y se oponen en el mundo, y también en Cuba, a la educación integral de la sexualidad.
Esos contenidos educativos incluyen valores y temas sobre la amistad, los círculos afectivos y el cuerpo, entre otros, y lo importante es enseñar a las y los docentes a impartir bien sus contenidos, agregó.
Identificar y encontrar personas e instituciones aliadas en espacios concretos y cercanos, ampliar redes y mapas de incidencia han sido las estrategias que hasta ahora van avanzando y quieren seguir desarrollando desde el activismo de grupos y redes, reconocieron, en el camino de abrir paso a la comprensión y buscar nuevos apoyos en el reconocimiento y ejercicio de sus derechos.