Violencia machista, ajustar los lentes desde la comunicación

La Habana, noviembre (SEMlac). La violencia machista ha ganado espacios en la agenda mediática cubana, pero aún se aborda desde generalizaciones, sin tener en cuenta diferenciales como la edad, el color de la piel o el contexto socioeconómico, entre otros esenciales para comprender su carácter estructural, coincidieron participantes del seminario “Violencia de Género: desafíos para la comunicación”, celebrado en La Habana.

Las coberturas periodísticas especializadas en deportes son un ejemplo de cómo a menudo se entrelazan diferentes tipos de discriminación, reflexionó Viviana González, reportera del periódico Venceremos, de la provincia de Guantánamo, a unos 830 kilómetros de la capital.

“A veces desde los medios estigmatizamos ciertos tipos de especialidades o deportistas, en relación con su raza, edad o las diferencias de género; eso puede influir en que una persona sea discriminada o no y en qué formas sufre esa discriminación”, explicó a SEMlac.

Realizado del 13 al 19 de noviembre en el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” (IIPJM), el curso fue convocado por la Cátedra de Género y Comunicación “Mirta Aguirre” de esa institución, en alianza con Oxfam, la Embajada de Francia en La Habana y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

“Los medios de comunicación no determinan la violencia de género, pero sí contribuyen a reforzar las normas culturales y estereotipos que la sustentan”, argumenta la convocatoria de la propuesta docente.

“El patriarcado no actúa solo, ni en la misma medida para todas las mujeres, etnias y poblaciones diversas”, precisó la investigadora Aracely Rodríguez Malagón, del Instituto de Filosofía, durante su conferencia “Enfoques interseccionales para atender la violencia de género”.

Para comprender esa afirmación, Rodríguez propuso adentrarse en el enfoque interseccional como herramienta “que articula, complejiza y combina el análisis de categorías sociales multidimensionales de poder, como raza, clase, sexo, género, economía, territorio, cultura, discapacidad, orientación sexual e identidad”, para poder develar las desigualdades que se encuentran en el origen de las violencias.

En pocas palabras, “si desde las teorías de género se emplea la metáfora de ponerse los espejuelos violetas para ver la realidad, la mirada interseccional funcionaría como una mejor graduación de esos lentes para visibilizar realidades a menudo ocultas a la vista pública”, explica el tríptico “Qué, cómo, por qué: publicar sobre interseccionalidad”, editado por el instituto e incluido en la bibliografía del seminario.

Estos enfoques nos permiten ser realmente inclusivos, sentenció, por su parte, Elena Gentili, representante de Oxfam en Cuba.

“Los medios de prensa locales tienen la responsabilidad de aterrizar asuntos como la violencia a las comunidades, donde existen factores, condiciones y necesidades diferentes. Hay que ver esos puntos de intersección y entender que no se pueden abordar como en un medio habanero o uno nacional”, reflexionó Legna María Caballero Pérez, del periódico Adelante, de Camagüey, y profesora de la universidad de ese territorio, a más de 500 kilómetros de La Habana.

Seminario violencia de género
Caballero considera que, si bien los medios de comunicación pueden ser generadores y reproductores de violencia simbólica, también pueden ser herramientas para la lucha contra la violencia de género. Foto: IIPJM

Desnaturalizar los mitos

La necesidad de deconstruir mitos y estereotipos, que a menudo pasan inadvertidos en los trabajos periodísticos, fue una necesidad reiterada durante la semana de aprendizajes, que se combinó con un taller de construcción de guiones para audiovisuales inclusivos.

Herencias culturales y falta de capacitación llevan a no pocos periodistas a naturalizar de forma acrítica esas características que se asignan a mujeres y hombres desde la cultura patriarcal y el imaginario social y que son generadoras de desigualdad y de violencia.

“Cuando los medios, mensajes y productos comunicativos legitiman mitos y falsas creencias, se pierde la oportunidad de identificar adecuadamente este problema social y se acentúan los pilares que lo perpetúan, individual y socialmente”, precisó la periodista Sara Más Farías, corresponsal de SEMlac en Cuba, durante el taller “Herramientas para comunicar la violencia de género”.

la periodista Sara Más Farías
“Cuando los medios, mensajes y productos comunicativos legitiman mitos y falsas creencias, se pierde la oportunidad de identificar adecuadamente este problema social y se acentúan los pilares que lo perpetúan, individual y socialmente”, precisó la periodista Sara Más Farías, corresponsal de SEMlac en Cuba. Foto: SEMlac Cuba

Durante ese intercambio de buenas prácticas, se identificaron mitos que tienden a justificar el maltrato con argumentos como la pasión, el amor, los celos, el alcohol o la pobreza, y se llamó la atención acerca de que solo la violencia física suele ser objeto de atención mediática, mientras la psicológica permanece invisible y es subvalorada en cuanto al daño que puede provocar.

Igualmente, se insistió en que igualmente se desmonta la violencia machista cuando se evidencian las brechas de género; las relaciones de poder sustentadas en la superioridad masculina y la subordinación femenina en la vida privada y pública; la cosificación de las mujeres y su explotación como objeto sexual y de deseo.

Seminario Violencia de género
Durante ese intercambio de buenas prácticas, se identificaron mitos que tienden a justificar el maltrato con argumentos como la pasión, el amor, los celos, el alcohol o la pobreza. Foto: SEMlac Cuba

Para González, entrenamientos como este resultan particularmente útiles.

“A veces manejamos, desde el desconocimiento, patrones lingüísticos, frases que no son apropiadas y reproducen patrones del patriarcado; incluso justificamos los hechos de violencia sin percatarnos”, comentó.

Caballero, en tanto, considera que, si bien “los medios de comunicación pueden ser generadores y reproductores de violencia simbólica, también pueden ser herramientas para la lucha contra la violencia de género. Prepararse para lograrlo es un desafío enorme”, dijo a SEMlac.

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