El periodismo y la comunicación social necesitan convertirse en herramientas eficaces para elevar la percepción de riesgo frente a la trata de personas, coincidieron periodistas y especialistas en La Habana, entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre.
Aunque Cuba no clasifica entre las naciones con mayores niveles de trata, tampoco escapa a esa cruda realidad, por lo que el papel de los medios de comunicación es central, explicó la periodista Dixie Edith Trinquete, profesora de la Universidad de La Habana, durante la primera jornada del XIII Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación “Isabel Moya Richard In Memoriam”.
Dedicado este año justamente a la trata, el encuentro destinó dos paneles consecutivos a contextualizar el fenómeno: uno analizó la prevención y la respuesta en el caso del país caribeño y el segundo, las intersecciones desde la actuación de los medios de comunicación.
Cuba no clasifica como país de origen, de tránsito ni de destino de la trata y no se registra en el territorio nacional delincuencia organizada transnacional, explicó el Teniente Coronel Yoandris González García, del Ministerio del Interior (Minint), especialista en el tema.
En general, “la explotación con fines sexuales constituye la afectación principal, por lo que no se observan otras tipologías como el trabajo forzado, la extracción de órganos o la servidumbre”, precisó González, también máster en ciencias.
El experto detalló que las principales manifestaciones de la trata de personas en Cuba ocurren vinculadas a contrataciones artísticas irregulares, tramitadas a través de Internet o utilizando personas que fungen como intermediarios en el territorio nacional.
“Los contratos se realizan en idioma extranjero y sin respaldo legal en Cuba o el exterior” y “la salida se financia por empresarios e intermediarios cubanos desde el extranjero”, precisó.
Estas personas, mayoritariamente muchachas jóvenes, tienen como destino probable espacios y clubes nocturnos con antecedentes de vincularse a la prostitución y explotación laboral, entre otras manifestaciones del fenómeno. “Falta percepción de riesgo”, insistió el oficial del Minint.
El panel, titulado “Cuba: Sin trato con la trata. Prevención y respuesta en el contexto cubano: una mirada multidisciplinar”, detalló también los elementos de la respuesta cubana al fenómeno, sostenida sobre una política de “tolerancia cero”, tal como lo suscribe el Plan de Acción Nacional para la Prevención y Enfrentamiento a la Trata, para el período 2017-2020.
Cuba ha suscrito y ratificado los principales instrumentos internacionales sobre la trata de personas y desde 2012 elabora y presenta un informe nacional en el que se recoge la incidencia de este delito y de otros relacionados con la explotación o con el abuso sexual.
Al cierre de 2018, según el citado informe, se identificaron 21 casos de trata de personas, de los cuales 19 fueron de esplotación sexual, uno de venta de menores y el otro, de trabajo forzado.
En tanto, el segundo panel “La trata, un tema para los medios”, puso el foco en los medios de comunicación y su papel en el abordaje de este delito.
Trinquete reflexionó acerca del avance de las nuevas tecnologías de la información y los medios de comunicación, en su amplio espectro, que ocupan un papel central en el enfrentamiento y prevención de la trata.
“En primer lugar, porque pueden estar directamente involucrados en este fenómeno desde su mismo origen”, aclaró a SEMlac la también doctora en Demografía.
Las redes de trata pueden establecerse sobre soportes comunicativos digitales, bajo perfiles o identidades falsas, y también se emplean para la tramitación de documentos migratorios o para divulgar fotos y videos de potenciales víctimas.
“Los medios, además, pueden ser impulsores de la difusión de información errónea sobre la trata de personas, pero, sobre todo, pueden convertirse en los principales aliados para visibilizar y prevenir el tema”, opinó Trinquete.
Siendo un tema extremadamente delicado, tanto por su complejidad técnica como por la afectación física y psicológica de las víctimas, “su tratamiento deberá responder a lineamientos especiales que resguarden la identidad, la seguridad y la dignidad de estas personas”, precisó Trinquete.
Las periodistas Elena Diego Parra y Yuset Puig Pupo, de la provincia de Las Tunas, a más de 600 kilómetros de la capital cubana, presentaron la estrategia de su medio de prensa, el Periódico 26, para el tratamiento de los temas con enfoque de género, la violencia y la trata de personas.
El trabajo sistemático del semanario tunero ha derivado en la publicación de una treintena de trabajos sobre violencia de género, tráfico y trata de personas, entre otros temas vinculados, con la característica de estar realizados desde un enfoque de género, comentaron Diego y Puig.
Las colegas tuneras anunciaron, justamente, la publicación el primero de noviembre de uno se esos textos, que cuenta la historia de una estudiante universitaria de esa localidad que fue obligada por su novio a prostituirse.
Entre los acercamientos al tema también se cuenta la entrevista realizada a Daysi Torres Álvarez, fiscal jefa del Departamento de Protección a la Familia y Asuntos Jurisdiccionales en la Fiscalía Provincial de Las Tunas, quien consideró la trata como “una manera de esclavitud contemporánea y uno de los negocios más rentables en el mundo, después del tráfico de drogas y de armas».
Pero, al margen de la importante labor del rotativo tunero, la cobertura del tema de la trata en los medios cubanos suele ser más informativa que desde ejercicios de investigación periodística y está muy vinculada con las informaciones oficiales que el país ofrece sobre el tema, caracterizó Trinquete en su intervención.
Para ella, trabajar el tema desde la investigación periodística permitiría sensibilizar y crear conciencia ciudadana, alertar sobre posibles situaciones de trata de personas, prevenirlas y, además, elevar la percepción del riesgo.
Igualmente, periodistas y especialistas participantes en el panel coincidieron en la necesidad de hacer públicos los testimonios de las víctimas, como una vía para que otras personas que se encuentran en una situación similar, o tengan conocimiento de estos actos, identifiquen la trata y la denuncien.
Para ello, se deben evitar los estereotipos e ideas distorsionadas que indirectamente causen daños a las víctimas y refuercen en el público una idea sesgada de las víctimas y los hechos, coincidieron las participantes.
“Pero es muy importante contar las historias, pues además de alertar a la sociedad, puede ser una manera de mostrar que estas personas víctimas de trata pueden salir de la crisis y sanar”, insistió María Torrellas, periodista y realizadora vasca-argentina, del colectivo de Resumen Latinoamericano.