Tecnologías: nueva herramienta del control machista

Lidiar en las redes con insultos, chistes y publicaciones sexistas no es una experiencia fácil, aunque sí cada vez más frecuente. Desde memes que reproducen estereotipos patriarcales hasta etiquetas y expresiones que buscan satanizar al feminismo y la defens de los derechos de las mujeres, los espacios virtuales se van haciendo escenario cotidiano de debates que terminan a veces en franco combate estéril y fundamentalista.

De cara a estos conflictos, la periodista Ania Terrero invoca, ante todo, un gran acopio de paciencia, a la vez que apuesta por mayor capacitación para lidiar con el machismo digital, desde un activismo más atractivo.

¿Hay discriminación sexual y machismo en espacios virtuales y redes sociales?

Sí, por supuesto. Varios expertos describen las redes sociales y los espacios virtuales como una especie de extensión de la vida diaria donde, además, las personas suelen ser más desinhibidas. Por tanto, los estereotipos, mitos y prejuicios con los que lidiamos a diario en una sociedad machista por herencias, que tienden a minimizar y subordinar a las mujeres, están también en el mundo virtual. A veces, de formas más evidentes.

Los vemos en los intercambios que se dan en las redes, a través de publicaciones y comentarios, cuando se minimiza, subestima o cancela a una mujer que sostiene sus puntos de vista; cuando se ataca o acosa a figuras públicas por el hecho de ser mujeres o cuando un hombre explica de manera condescendiente (el famoso mansplaining), por solo poner algunos ejemplos.

Puede ser incluso peor: no pocas veces se rebaten abiertamente publicaciones que defienden la igualdad de género, el respeto a la diversidad sexual, los principios feministas y otras posturas. Estas tendencias están en sintonía con los aires fundamentalistas que ganan espacios paulatinamente en la sociedad. Hay también un enfrentamiento frecuente en torno a la necesidad de focalizar o no temas como la violencia de género.

Además, se comparten memes, chistes o publicaciones que reproducen estereotipos y roles pre-asignados por sexos. Algunos muy comunes son aquellos que nos tachan de “intensas” o “locas” y otros que, por el contrario, magnifican el rol de la mujer como madre o cuidadora, dando a entender que estamos destinadas a ello. Se mueven videos clips que cosifican el cuerpo femenino y otros audiovisuales sexistas.

Hay también ciberacoso, agresiones, insultos y juicios de valor a mujeres que rompen con los cánones establecidos para ellas. Además, en tiempos de pandemia, varias organizaciones alertan sobre un incremento del uso de las redes sociales como herramienta para captar a posibles víctimas de trata de personas, siendo las mujeres y las niñas las más afectadas.

¿Qué temas en particular han sido los más atacados o generan mayor resistencia y reacción?

A partir de nuestra experiencia de trabajo con la columna “Letras de género”, en Cubadebate, y la retroalimentación que genera, hemos identificado un grupo de posturas y planteamientos entre los públicos, que evidencian resistencias y reacciones incluso agresivas ante temas específicos.

Entre ellos, la defensa del piropo como supuesto baluarte de la idiosincrasia cubana y la naturalización del acoso callejero, como consecuencia; la subestimación de la violencia de género como problema en el país, a partir de la percepción de que las mujeres cubanas tienen muchos derechos ganados; la idea de que el feminismo es una lucha extremista en la que nos dejamos influenciar por corrientes internacionales de una supuesta “ideología de género”; entre otros.

Además, se percibe la insistencia en responsabilizar a las víctimas de violencia de género por usar una ropa demasiado atrevida o “meterse donde no le tocaba”; la defensa –a veces sutil- de que, independientemente de los avances puertas afuera de casa, las mujeres siguen cumpliendo roles dentro del hogar y como madres, porque están biológica o históricamente destinadas a ello; y el rechazo a la legislación de derechos como el matrimonio o la adopción para todas las personas, sin importar su orientación sexual.

¿De qué modo se muda el acoso a los espacios digitales?         

Si partimos de entender el acoso como todas esas prácticas y acciones de naturaleza sexual impuestas, a través de las cuales el acosador irrumpe el espacio de la víctima y la obliga a interactuar con él a través de la coacción, el chantaje y otras técnicas similares, podemos asumir que es perfectamente posible irrumpir y controlar el espacio virtual de la víctima.

En sintonía con ello, las investigaciones definen el ciberacoso a partir del uso de las TICs como plataforma de una conducta intencional, repetida y hostil de una persona, o de un grupo, para hacer daño a otras personas.

Entre sus prácticas están la suplantación de la identidad en las redes, el acoso a menores, el bullying individual o desde un colectivo y el chantaje o acoso a partir de imágenes con carga sexual de la víctima.

Además, las tecnologías se convierten en una nueva herramienta para el control machista, que se disfraza de preocupación o muestras de amor, sobre todo entre los más jóvenes.

Una investigación aún en curso entre estudiantes de la Universidad de La Habana apuntó hacia los insultos y las palabras ofensivas con fines de ridiculización como “la violencia más habitual” en estos escenarios. Entre las principales formas de ciberacoso mencionadas estuvieron los mensajes ofensivos, las imágenes sexuales y los comentarios negativos “en respuesta a lo que se postea».

¿Cómo actuar frente al odio y la discriminación en las redes e internet?

Lo primero es mucha paciencia para no dejar que las agresiones te afecten a nivel personal. Por supuesto, no siempre es fácil. Hace falta capacitación. Urge aprender a usar las redes sociales desde un punto de vista técnico y social para, por un lado, conocer cómo controlar la privacidad de nuestras publicaciones, bloquear a trolls y haters y otros detalles técnicos; mientras que, por otro, entendamos el papel que juegan en la nueva sociedad, aprovechemos sus potencialidades y pongamos límites a sus amenazas.

Son útiles también los consejos compartidos por proyectos como la campaña Evoluciona, que llaman a conocer y estudiar los perfiles de quienes suelen atacar tus publicaciones; respetar las posiciones divergentes, pero estar preparada para responder con argumentos correctos, coherentes y convincentes a quienes aún reproducen imaginarios machistas; y crear redes de apoyo con otras activistas que hagan equipo en las diversas plataformas.

Es necesario, sobre todo, hacer un activismo atractivo en estos temas, que sensibilice a todas aquellas personas que no tienen aún una postura firme y las sume a las causas.

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