Lenguaje inclusivo y texto constitucional ¿cuestión de forma?

El lenguaje inclusivo llega a los debates sobre el proyecto de Constitución cubana que actualmente se somete a consulta ciudadana. Desde el activismo y la academia, algunas voces sugieren superar el enfoque androcéntrico en el texto constitucional.
La crítica e investigadora literaria Zaida Capote Cruz fue de las primeras expertas en proponer cambios a favor de un lenguaje no sexista en el proyecto de Constitución, que discute la población cubana hasta el próximo noviembre.

«El lenguaje es cuestión de estilo, nadie lo duda; pero también es una declaración política, máxime en textos como el del proyecto constitucional, que aspiran a organizar la vida en sociedad. Cuando se habla allí, por ejemplo, del Presidente, el Gobernador, etc., se da por sentado que esos cargos los ocuparán hombres; eso debe cambiar», refiere la experta a SEMlac.
En su texto Mi contribución al debate constitucional, la ensayista y feminista cubana sugiere enunciar los cargos, «sin artículos, para no dejar sentado que sean solo hombres quienes los ocupen».
En efecto, los principales cargos del gobierno y las instituciones aparecen marcados con el artículo masculino: el Primer Ministro, el Presidente, el Fiscal General, el Contralor, los miembros y los gobernadores.
En su artículo 40, el texto refrenda, entre las causales por las que se sanciona, la discriminación el género, la orientación sexual y la identidad de género. A su vez, el artículo 47 hace mención a la responsabilidad estatal de proteger a las mujeres ante cualquier tipo de violencia.
Sin embargo, las nociones de igualdad que refrenda el artículo 40 y los postulados del artículo 47 no alcanzan al lenguaje, considerado para muchas personas una cuestión menor y de mero estilo.
En la introducción del propio proyecto aparece que «el lenguaje empleado se corresponde con la terminología que debe caracterizar un texto constitucional y con nuestra realidad política, económica y social. La redacción en términos generales de sus contenidos confiere mayor flexibilidad, perdurabilidad, seguridad y aplicabilidad de la Constitución».
La ausencia del lenguaje inclusivo se extiende más allá del proyecto de constitución, algunas pistas para comprender las resistencias que sufre aparecen en la prensa nacional y el ámbito público.
«Me llamó la atención el otro día un comentario en el noticiero de televisión del mediodía donde se hablaba del lenguaje inclusivo como ‘sexismo lingüístico’, justo su contrario. Ignorancias aparte, aquella inesperada diatriba contra el lenguaje inclusivo me sorprendió mucho. ¿Es una opinión individual o una opinión editorial de ese medio? Dado el grado de difusión que alcanza una opinión de tal cariz, el tema merece debatirse. La demanda de un lenguaje inclusivo es signo de los tiempos», comenta Capote Cruz.
La experta reconoce que el lenguaje inclusivo es un reto para la comunicación y demanda de creatividad y pulso justo, pues como afirma «la búsqueda de un lenguaje inclusivo, tampoco puede convertir la lengua en un berenjenal, siempre que haya mejores opciones».
Pero el cambio es posible y necesario. Como ejemplo nos presenta el caso del Artículo 77, en el cual propone declarar «se prohíbe el trabajo infantil y adolescente» en sustitución a la formulación actual, que hace referencia al «trabajo de las niñas, los niños y los adolescentes».
«Este es un ejemplo claro, porque, aunque dice ‘las niñas y los niños’ no puede evitarse la referencia a ‘los’ adolescentes; es genérico, pero parece como si excluyera a las jóvenes. Más coherente sería decir ‘las y los adolescentes’. Pero la lengua tiene sus recursos y la claridad es importante para una comunicación efectiva. Por eso prefiero, en este caso, ‘infantil y adolescente’, explica la experta.
Asumir el reto, informarse y trabajar con creatividad y tino son acciones posibles. Para Capote Cruz, «lo fundamental es tener conciencia del sexismo y combatirlo lo más eficientemente posible».

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