Un nuevo documental titulado 100 años de divorcio, aún en proyecto, dará vida a las historias de sufragistas y feministas que exigieron derechos civiles en Cuba durante las primeras tres décadas del siglo XX. La nueva apuesta es obra de la cineasta Marilyn Solaya (Vestido de novia /2014), quien acumula una obra coherente dedicada a defender los derechos de las mujeres y es una de las solo ocho directoras de cine cubanas que han logrado hacer un único largometraje en la nación caribeña.
Se trata de conectar el pasado con el presente, porque aunque el filme aborde un tema histórico, viene a reflejar esa lucha constante de cada mujer por disputarse un lugar en todos los espacios, y que dura hasta hoy; cuando derechos elementales, como la ciudadanía, son debatidos todavía en el mundo, apuntó la directora de cine.
El documental -que tiene como referente fundamental el libro En busca de un espacio. Historias de mujeres en Cuba, del historiador cubano Julio César González Pagés- bebe de numerosas cubanas, algunas de ellas anónimas, entre las que figuraron intelectuales, pintoras, periodistas, pedagogas, tabaqueras y obreras de diversa procedencia.
Ellas, el 3 de julio de 1918, crearon el Club Femenino de Cuba, que desempeñaría un importante rol en la organización del movimiento feminista en la mayor de las Antillas, explicó Solaya.
Asimismo, el filme 100 años de divorcio forma parte de Todas, un proyecto que producirá además un largometraje de ficción homónimo.
«Este relato coral lo conformarán nombres como Pilar Morlón de Menéndez, Pilar Jorge Tella, Mariblanca Sabas Alomá, Ofelia Domínguez y Hortensia Lamar, Dulce María Borrero, María Luisa Dolz, Lola Borrero, Inocencia Valdés y Dulce María Saínz de la Peña, y será un homenaje a esa mitad invisible de la historia cubana, esas mujeres vilipendiadas e incomprendidas en su tiempo, y en la actualidad apenas nombradas en los audiovisuales contemporáneos o investigaciones», apuntó González Pagés, quien será el narrador y asesor del audiovisual.
El historiador expresó que amplificar sus voces en el presente, rescatar su legado feminista, que es el de Cuba, es uno de los propósitos del nuevo proyecto.
«Regularmente la historia de Cuba ha rescatado a las mujeres que habían sido las hijas, esposas, las madres de algún héroe masculino. Esta es la película de las otras, las mujeres cubanas que no han tenido ese protagonismo, pero que tejieron el camino que nos ha traído hasta hoy.
«No es una historia bonita; no es la historia de las vencedoras o derrotadas, sino de las iniciadoras, de mujeres que, lamentablemente, luego de sacrificar sus vidas personales, tuvieron que volver de vuelta a casa para que los hombres gobernaran, mandaran, decidieran sobre ellas
Ahí está su principal valor», comentó el historiador e investigador.
Por su parte, Solaya subrayó que el proyecto ha demandado una rigurosa investigación «para crear una obra que esté a la altura de las feministas y sufragistas cubanas. Atesora un gran esfuerzo colectivo por preservar una parte importante de la memoria y cultura del país», dijo.
Basta mencionar que las mujeres a las que rinde homenaje el documental lograron importantes reivindicaciones, entre ellas la ley que les permitía administrar sus bienes de manera independiente en 1917 y la ley del divorcio vincular al año siguiente, en 1918, mediante la cual podían tener un nuevo matrimonio.
«Cuba fue el primer país en Hispanoamérica en promulgar la Ley de Divorcio, hace justamente 100 años. Cuando se firmó hubo una especie de ruptura en el país, pues el Presidente no quiso firmarla y dejó que pasaran los 90 días para que se pudiera aplicar. Es importante que las nuevas generaciones conozcan que Cuba es una nación de mujeres a las que no se les dieron los derechos, sino que los lucharon», apuntó González Pagés.
Otros hitos importantes fueron la ley de la nacionalidad de la mujer casada (1929), mediante la cual no perdían su ciudadanía después del matrimonio; y la eliminación del adulterio como delito en 1930; así como la obtención del derecho a votar en 1934, aunque este se hizo efectivo en 1936.
De acuerdo con Solaya, este es un cine de compromiso, donde las mujeres están desafiando el espacio público, polémico y donde no se trata solo de discursos, sino acciones.
«Estas mujeres deben ser paradigmas para las niñas de hoy y del futuro, y el cine es una de las mejores formas de llevar este debate a la familia cubana, que no es ya el de las madres o abuelas, sino el de las hijas y nietas», comentó.
«Es una película para la política presente, para un país donde aspiramos a que cada vez haya mayor protagonismo y presencia de la mujer en los espacios de decisión», agregó González Pagés sobre el filme y el documental, en el que señaló intervendrán también feministas cubanas actuales y feministas negras reivindicadas.
Para la profesora Norma Vasallo, presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, este proyecto puede aportar en la formación de conciencia de género en las mujeres, no solo en las que participen del proyecto sino en las que puedan ver después el filme.
«Se desconoce que los derechos que tenemos son el resultado de luchas, de saber que hay diferencias, sobre todo desigualdades en las que se sustentan esas diferencias», insistió.
«Esta es una historia donde aparecen también los hombres, pero por su vínculo a las mujeres», explicó la cineasta sobre el proyecto, que dijo está dedicado a la periodista e investigadora cubana Isabel Moya Richard.
Agregó que 100 años de divorcio se estará filmando del día 11 al 18 de julio, y debe estrenarse en octubre, durante el Festival de Cine Invisible de Bilbao, donde se tiene conformada la coproducción de la película, y es un espacio en el cual la mayor parte de las obras son de mujeres del sur, de países que no tienen ese acceso al cine.
«Darles vida a tantas mujeres exige compromiso. No puede hacerse a medias ni por vanidad, porque se trata de darles voz a nuestras madres, abuelas, tías, amigas
», reflexionó la joven actriz Andrea Doimeadiós, quien encarnará a la patriota cubana Ana Betancourt (1832-1901), precursora en la lucha por los derechos de las mujeres.
«Me pongo a pensar en esas vidas limitadas, en ese destino predeterminado con el que debían cumplir y ser consecuentes, y me parece terrible. Con mis 24 años, en 2018, pienso en esas limitaciones que a veces no descubrimos y están ahí, y que nos hacen analizar y entender lo que significa ser una mujer.
«El guiño a Ana Betancourt está ahí, pero Ana son muchas mujeres en una, transgresoras
Ana lo asumió con dignidad y no le fue fácil, como a ninguna nos ha sido», enfatizó Solaya.
El documental 100 años de divorcio cuenta con la contribución del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, Cosude.
Igualmente, el apoyo de la Plataforma por la Equidad de Género con Incidencia Nacional, que agrupa a varias entidades y organizaciones, como la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (RIAM); el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), la Unión Nacional de Juristas de Cuba, la Editorial de la Mujer y el proyecto Palomas.