Comunidades virtuales: enredando el activismo

Las plataformas digitales se han convertido en herramienta para promover la equidad de género y combatir la violencia contra las mujeres, debido al enorme potencial democratizador de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones –las conocidas TICs-, por su capacidad de facilitar el establecimiento de redes y también el acceso a la información. La psicóloga Juliette Ortiz Gómez, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, considera que una de las virtudes de estos escenarios es la posibilidad de articular a personas que no tienen que estar juntas físicamente, lo cual abre una enorme posibilidad de participación.

¿Consideras el espacio virtual y las redes sociales como espacios para el activismo y la articulación?

El espacio virtual y las redes sociales pueden concebirse como escenarios para el activismo y la articulación. Hay campañas digitales que se pueden pensar y desarrollar y, de hecho, en muchos países se hace. Por ejemplo, acá con la campaña Evoluciona también. Creo que son espacios que se pueden aprovechar porque se consumen mucho y por una gran cantidad de personas. Se puede llegar, entonces, a diferentes públicos por vías novedosas, diferentes, con mensajes atractivos que logren sensibilizar en el tema de la violencia contra las mujeres para mostrar y visibilizar aún más esta problemática.

¿Cómo articular a grupos de jóvenes y adolescentes para trabajar de manera virtual en la prevención de las violencias de género?

Creo que un espacio como el Campamento Juvenil, organizado por el Centro de Estudios Sobre la Juventud (CESJ), con la colaboración de las oficinas cubana y regional del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, y el apoyo de Oxfam, es un buen ejemplo de cómo se puede articular a jóvenes y adolescentes. Esta edición se hizo totalmente virtual y se buscaron maneras atractivas de organizar las sesiones. Se debe pensar en espacios para compartir, reflexionar y hablar de las vivencias, de las experiencias y también para trabajar desde la teoría. Porque si teóricamente no tenemos claridad en el tema de la violencia contra las mujeres, pues continuamos invisibilizando el fenómeno.

¿Cuáles son las fortalezas y desafíos de las comunidades virtuales en este camino?

Una de las fortalezas es la posibilidad que brinda el espacio virtual para incidir en más personas, también teniendo en cuenta diferenciar nuestros diseños según a quiénes nos vamos a dirigir. El uso de las redes sociales para generar tendencias, por ejemplo, es otra de las fortalezas, pero que también conlleva un trabajo sistemático, de monitoreo, bien diseñado; no se trata de usar las redes por usarlas. Son problemas muy sensibles y su abordaje sigue trayendo mucha resistencia.

Hay varios desafíos en este camino, como la conectividad, tanto en la calidad como en la posibilidad de acceso, pues todas las personas no cuentan con un teléfono o laptop que les permita conectarse, o con una computadora con acceso a Internet. Todas las personas no tienen igual acceso a los paquetes de datos, por ejemplo. También está el hecho de que algunas aplicaciones están bloqueadas en nuestro país y otras requieren de mucha capacidad de conexión y resultan costosas. No dominar o conocer poco el funcionamiento de las tecnologías de la información y las comunicaciones puede ser otro desafío.

¿Consideras que hay un camino iniciado? ¿Qué faltaría?

Creo que nos estamos abriendo paso; hay campañas, datos, informaciones, investigaciones a disposición, etcétera. Pero falta seguirnos preparando, tanto en el uso de las TICs con todos los beneficios que eso puede traer, como en el tema específico de cómo prevenir las violencias de género. Si no entendemos que este es un tipo de violencia particular, que tiene orígenes estructurales, que tiene apoyo en una cultura patriarcal, pues realmente no podemos visibilizar el fenómeno, sensibilizar a las personas y sumarlas a la lucha por lograr la equidad e igualdad de género.

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