Pequeñas escenas cotidianas y testimonios de personas diversas en los últimos cuatro meses, signados por la pandemia de la covid-19, sacan a flote una pandemia anterior, vieja y muchas veces naturalizada, pero que en medio de la crisis sanitaria se magnifica: las desigualdades y la violencia de género.
Se trata de tres cortos cinematográficos agrupados bajo el título Fábrica de Felicidad, la nueva propuesta del Proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social, estrenados en las plataformas digitales del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC), el pasado 16 de julio.
Los materiales retoman los temas y materiales habituales del proyecto y devienen “acompañamiento a la movilización de la conciencia emotiva de las cubanas y los cubanos, en correspondencia con el proyecto nación y su sostenida oposición a todos los tipos de discriminación y desigualdades existentes”, sostiene Marcos Herrera García, productor ejecutivo de Palomas y conductor de los audiovisuales.
Es parte de la respuesta de Palomas ante el escenario epidemiológico, “llamar a esta fábrica de felicidad, a hacer públicos los afectos, la solidaridad y un ejercicio sostenido de la alegría”, dijo Herrera.
En un cuarto corto que antecede a los demás y titulado Preludio, la realizadora y directora del proyecto Lizette Vila apunta que Fábrica de Felicidad significa “una relación de ideas, sentimientos, emociones hacia uno de los derechos humanos más plenos y esenciales para alcanzar una vida digna”.
Sergio Cabrera, coordinador general de Palomas, destacó que los materiales se construyeron con el lenguaje que ha defendido el proyecto durante 18 años: propositivo, optimista, resiliente. “No hemos venido a este mundo solamente a resistir, sino a construir juntos un proyecto de felicidad con la buena voluntad y con el deseo de todas y todos”, remarcó.
Si bien las producciones de Palomas habitualmente se estrenan en el circuito cinematográfico, en esta ocasión los cortos fueron pensados para las redes sociales como plataforma principal de divulgación.
Caminar hacia la felicidad en cualquier escenario
“La felicidad no es un azar, no es un destino, es un proyecto de vida concreto del que todos y todas debemos formar parte”, remarca el primer capítulo de la serie, bajo el llamado de Producción de afectos.
A lo largo de los tres minutos de duración del material, la voz del conductor insiste en una necesidad que sigue latente en la sociedad cubana, “la de transgredir el género como una categoría de análisis y de estudio para materializarla en reivindicaciones y vindicaciones concretas que actúen, se muestren y reparen”.
“Hoy la mujer tiene algún conocimiento, empoderamiento, pero todavía tiene una pared imaginaria con la cual choca y no puede seguir”, recuerda el testimonio de Leticia Santacruz Pérez, una de las protagonistas del documental Estoy viva, lo voy a contar (2016).
Una barrera que, en medio de la situación epidemiológica “que nos ha tomado por sorpresa”, profundiza las diversas expresiones de violencia que sufren de forma diferente mujeres y hombres.
“Sobrevivir, para una mujer cubana, es difícil”, se escucha decir a Reina Herrera Pérez, una de las entrevistadas en el documental, Mujeres… resiliencia, derechos a la vida (2019), una alegoría a la capacidad de resistencia de ellas en cualquier escenario.
De la urgente “necesidad de revalorizar y fortalecer lo público, lo común, lo colectivo y la resiliencia” habla Producción de Solidaridad, el segundo de los cortos.
El material coloca la mirada no solo en el incremento de la violencia hacia las mujeres, sino en las conductas de riesgo asumidas por los hombres, que los puede hacer más vulnerables a contraer el virus.
“Cumplir con modelos sociales impuestos ha conducido a incurrir, históricamente, en conductas que nos hacen más vulnerables a padecimientos que constituyen factores de riesgo frente al coronavirus. En el mundo somos los hombres los que más fallecidos sumamos a esta pandemia”, destaca el conductor del audiovisual.
El corto insiste en que este tipo de comportamiento, junto a otros, es el resultado de la reproducción de un sistema patriarcal que impone estereotipos y roles de género. “El machismo es una limitación en el desarrollo de una vida plena”, asegura Herrera García.
El producto enfatiza en que, en medio del aislamiento físico, las labores de cuidado dentro de la familia, los quehaceres domésticos y las diversas expresiones de violencia hacia las mujeres han aumentado desproporcionadamente. Una alerta emerge en este contexto, al cuestionar la seguridad del hogar, considerado por expertos como “el espacio más inseguro para las mujeres”.
Da cuenta de esta realidad el testimonio de Evelyn Curbelo Pagán, víctima de violencia sexual desde los 13 años, por su padrastro, dentro de su propia casa. Así lo narra en el material Estoy viva, lo voy a contar (2016).
El tema de los cuidados no escapa a la mirada de Palomas, que vuelve sobre la necesidad de entender que no se trata solamente de un asunto de mujeres, sino de “un deber colectivo desde el ejercicio pleno de una paternidad, maternidad y abuelidad responsable”.
De ese tiempo vital que debe dedicarse a la familia y los hijos habla el testimonio de Jorge Martínez. Es “ese tiempo” lo que te hace ser o no “un buen padre”, dice el actor en el documental Soy padre…de cualquier manera.
Ofrecer voz a una cultura de la resiliencia es el mensaje que propone Palomas con el tercero de sus cortos, Producción de ternura.
“Los efectos del cambio climático, los desastres naturales, la prevalencia de enfermedades no inciden de igual manera en mujeres que en hombres”, se escucha al comienzo del material, que enfatiza en la importancia de que las mujeres tengan presencia en los espacios de toma de decisión.
Pero también que dichos escenarios tengan en cuenta las vulnerabilidades que surgen asociadas al género, color de la piel, orientación sexual, discapacidad, identidad de género, estatus socioeconómico, situación de movilidad humana, entre otros.
Denuncia y reparación son la guía de los tres materiales que desde ya se avizoran como referente para sortear futuras crisis.
“La violencia física, psicológica, económica, simbólica, todas las violencias, el feminicidio, la trata y el tráfico de personas son realidades que trascienden lo privado y se convierten en público. Ninguna persona, institución o Estado está exenta de responsabilidad”, alude el audiovisual en un llamado a velar porque la pandemia de la desigualdad no encuentre en la otra más reciente, caldo de cultivo para florecer.