La violencia de género está presente en la rutina de las mujeres. Según la investigación impulsada por Calala Fondo de Mujeres y la Universitat de Vic, esta problemática es aún más evidente en los medios digitales. El análisis realizado por estas instituciones se centró en los discursos machistas en Twitter y evidencia cómo las activistas feministas son sistemáticamente atacadas en redes sociales.
Participaron Silvia Agüero, colaboradora de Pikara Magazine y editora en jefe de la revista para el fomento del pensamiento crítico gitano; Alejandra Pretel, representante de Afrofeminas en Argentina; Diana Morena, investigadora de la Universitat de Vic; Eva Alfama, representante del proyecto FemBloc y Anna Domínguez, como moderadora y en representación de Calala Fondo de Mujeres. Las participantes dialogaron sobre sus experiencias y las estrategias para combatir esta violencia online.
La Universitat de Vic empezó por acotar la investigación en las colectivas de mujeres con perfil público en redes sociales, principalmente en Twitter. Se comprobó que el entorno digital no está libre de género y, por ende, suele estar inundado de machismo y comentarios misóginos. Las estrategias de defensa de las activistas, entonces, lleva a rastrear y perfilar a los agresores y la forma en la configuran las agresiones, con el fin de poder prevenir y preparar métodos de autodefensa. Por lo tanto, la problemática debe seguir analizándose.
Combatir estas agresiones online se ha vuelto importante puesto que dicha violencia ya es estructural y sistemática. Primero, porque los ataques suelen provenir de perfiles anónimos y segundo, porque se repiten con constancia y de forma inmediata. Sin embargo, muchas de las dinámicas de violencia trascienden lo digital y se convierten en un continuum online-offline. Además, como afirmó Domínguez, es una problemática mundial.
Twitter es, tal vez, la plataforma donde es más fácil divulgar el discurso de odio hacia las mujeres. Los algoritmos de la empresa han hecho que el sitio sea más propenso para debates, pero también para agresiones. Muchas veces, las grandes empresas que administran estas plataformas no tienen el interés de enfrentar la situación. Diana Morena expuso que el 82,61 por ciento de las mujeres han sufrido violencia digital, de las cuales el 65,21 por ciento habían sido en Twitter.
Los perfiles de los agresores suelen relacionarse con grupos católicos extremistas y/o de extrema derecha. Sus publicaciones tienen alusiones a partidos políticos como Vox, imágenes de Santiago Abascal y frases en las biografías de los futuros actos del partido político en donde atentan contra las mujeres. No obstante, aunque todos los perfiles de mujeres son propensos a estas agresiones, los ataques van dirigidos en mayor medida a “personas racializadas”, sufriendo una doble o triple agresión.
Los agresores se dividieron en 5 categorías: anónimos extremistas, Bots, feministas tránsfobas, anónimas transexcluyentes y acosadores. Aunque algunas cuentas son gestionadas por personas y otras no (como los bots), los ataques tienen las mismas características y lo hacen hacia los mismos grupos de mujeres.
Adicionalmente, Morena afirma que los ataques se producen en “jauría”. Las estadísticas muestran que cuando hay un ataque, inmediatamente otras cuentas replican el patrón y, aunque se desconocen las razones puntuales de por qué se inician las agresiones, se concluye que actúan con conexión y premeditación. Sin embargo, las temáticas que más agreden son feminismo, racismo, covid-19 y cánones estéticos.
Alejandra Pretel enfatiza también cómo la comunidad de mujeres afrodescendientes es más propensa a las agresiones, sobre todo con comentarios machistas hacia sus cuerpos y el color de la tez. Las caricaturas ofendiendo su negritud suelen ser los comentarios peyorativos más recurrentes.
Silvia Agüero, en cambio, afirma que los ataques hacia ella van direccionados, más que hacia su feminidad, hacia su gitanismo. Esto provoca que las dinámicas de las agresiones cambien porque las ofensas tienden a involucrar discriminaciones por situación migratoria y situaciones socioeconómicas. Ir a la policía ante amenazas contra su integridad física nunca lo ha visto como una posibilidad, pues “los mientras de esa institución suelen ser antigitanos y machistas”.
Eva Alfama, desde la academia, ha hecho aportes desde la sistematización de la información para que las mujeres que sean víctimas sepan cómo deben actuar y a quienes pueden acudir. Las herramientas de apoyo resultan ser de vital importancia, entre otras cosas, para hacer acompañamiento y capacitaciones a nivel psicológico y con expertos en redes sociales que ayudarán a maximizar las estrategias de autodefensa.
Estrategias
Las cuatro ponentes concuerdan que dentro de las distintas técnicas de autodefensa está satirizar los comentarios y usar el humor como contrapoder de los comentarios violentos. También bloquear y denunciar las cuentas de donde provengan las agresiones. Resulta importante actuar como colectivo, ya que gran parte de los acosos provienen del anonimato. La educación digital también es fomentada por las mismas mujeres afectadas y el apoyo de las unas a las otras. Además, las violencias machistas que estén fuera de la virtualidad, como los problemas de pareja o ex pareja, también son tenidos en cuenta por las investigadoras de este proyecto, requiriendo el mismo acompañamiento y las mismas consecuencias punitivas.
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