¿Será una mujer el próximo Zuckerberg?

Mi hija de siete años está aprendiendo en la escuela sobre Isambard Kingdom Brunel, un reconocido ingeniero británico del siglo XIX.

Cuando le pregunté si le gustaría ser ingeniera cuando crezca, lo negó con la cabeza vehementemente. Quiere ser maestra.

En la educación primaria en Reino Unido el 85% de las maestras son mujeres, mientras que en el campo de la ingeniería no llegan al 10%.

En el rubro tecnológico las cifras no son mucho mejores. Apenas el 17% de quienes trabajan en el sector son mujeres y en el área de desarrollo de juegos es de 9%.

El problema se remonta a las escuelas, donde las niñas están seriamente subrepresentadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Los motivos han sido largamente debatidos. La falta de modelos, la percepción de que los geeks son socialmente cuestionados y la sensación de que esas materias carecen de creatividad, algo que suele ser una gran motivación para las niñas.

Con Marissa Mayer recibiendo un buen sueldo para rescatar a la firma tecnológica Yahoo y grupos como la Women’s Engineering Society o Lady Geek que ofrecen consejos prácticos, no parece haber escasez de estímulos.

Belinda Parmar dirige Lady Geek y es autora del libro «Little Miss Geek», que tiene como objetivo inspirar a la próxima generación de niñas a convertirse en pioneras de la tecnología.

Pero no está segura de que vayamos a ver pronto a un Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, en mujer.

«No creo que esté a la vuelta de la esquina. Será en 10 o 15 años», dice.

Parmar cree que el secreto para persuadir a más niñas a meterse en el mundo de la tecnología es comenzar a inspirarlas desde temprano.

«A los ochos años es demasiado tarde», asegura.

Para ella se trata de convencerlas de que la codificación y la creatividad van de la mano.

«A las niñas les gusta la idea de hacer algo que va a tener un impacto en la sociedad», agrega.

Poder femenino

Diseñar una app es obviamente una manera creativa de aplicar la codificación y cada vez más niñas se están involucrando.

Es el caso de las gemelas Elizabeth y Rebecca McPherson, de 13 años, quienes comenzaron a codificar a los 11 para aprender a crear aplicaciones con un sentido en situaciones de la vida real.

Clever Wherever es una app que localiza a una persona y le advierte de peligros cercanos al usar datos de accidentes del Departamento de Transporte, información criminal de la policía e información general de Google.

Si un adolescente entra en alguna zona de peligro conocida, su teléfono emite una alerta de sonido y vibra para hacerle saber que está en una zona insegura.

La aplicación fue creada tras escuchar las quejas de sus amigos de que a menudo se sentían inseguros al caminar a casa desde la escuela, y al tener en cuenta la preocupación de los padres cuando sus hijos salen.

Elizabeth y Rebecca recientemente ganaron el premio TechCity Insider’s Apps for Good (Apps para el Bien de TechCity Insider) por su última creación, Feelings in a Flash, que permite a los adolescentes registrar, rastrear y comprender sus propios cambios de humor.

A los 14 años, Nina Devani ya dirige una compañía tecnológica. Está al frente de Promp Me Nina, la firma detrás de una aplicación que permite a los usuarios establecer recordatorios para todas sus contraseñas.

Se le ocurrió la idea cuando a su padre le piratearon la cuenta en Facebook. La aplicación está disponible en Google Play y está funcionando en una versión de iOS.

Devani no es la responsable de la codificación de la app.

«Sólo tengo nociones básicas de codificación, así que contraté a programadores», explica.

Ahora le interesa ser un modelo para sus compañeras, como aficionada a la tecnología y como empresaria.

«Siempre me encantó Tecnologías de la Información y Comunicación como asignatura y siempre quise salir y hacer cosas», le dice a la BBC.

El Facebook africano

Emma Mulqueeny está al frente de Rewired Reality, un hackathon (encuentro de programadores cuyo objetivo es el desarrollo colaborativo de software) en internet que busca reunir a marcas, organizaciones benéficas e individuos que necesitan nuevos servicios con programadores que puedan realizarlos.

De 100 programadores, 17 son mujeres. Y se necesitó de un gran esfuerzo para alcanzar esa cifra.

«Sólo conocí a dos mujeres estudiantes de informática y ambas estaban ansiosas por finalizar sus estudios y hacer algo completamente diferente», asegura.

En los eventos que organiza, las mujeres suelen ser menos del 5%.

¿Piensa que es importante que sólo una pequeña proporción de los programadores sean mujeres?

«Definitivamente sí importa. Los cerebros de los niños funcionan de manera diferente a los cerebros de las niñas cuando se trata de resolver un problema y encontrar una solución. La mayoría de las cosas que se construyen actualmente para resolver problemas se han hecho desde la perspectiva del cerebro masculino».

«Los productos que construyen las niñas son muy simples», agrega.

Al igual que Parmar, no está convencida de que vaya a ver a la Zuckerberg femenina en la próxima década.

«Pero cuando lo hagamos, será algo bastante espectacular», dice.

Tal vez ni provenga del mundo occidental.

La proporción de mujeres en trabajos tecnológicos en India ronda entre el 30% y el 70%.

«Se trata, en parte, de cómo está posicionada la tecnología en esos países», dice Parmar.

«El estatus de la tecnología es mayor. Si una niña llega a casa y dice que está estudiando tecnología, sus padres van a estar realmente satisfechos», asegura.

Y en el mundo en desarrollo es más fácil notar el vínculo inmediato entre la tecnología y las cosas positivas.

Por ejemplo, con M-Farm, una app diseñada para ofrecer a los granjeros en Kenia información sobre el precio de venta de sus productos y que les permite comprar semillas directamente a los productores.

M-Farm está dirigida por una mujer.

Y el centro tecnológico de la capital Nairobi, iHub, tiene al frente a una mujer, Jessica Colaco.

En Zambia, la organización Asikana Network, liderada por una mujer, está localizando todas las organizaciones similares en el continente con el fin de compartir información.

Ahí afuera quizá encuentren a una mujer trabajando en el próximo Facebook.

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