Femgarabat es el colectivo artístico formado por Susana Carramiñana (socióloga y dibujante), Bea Aparicio (dibujante y profesora) y Janire Orduna (ilustradora y diseñadora). Eligieron el barrio San Francisco de Bilbao para compartir las experiencias del proyecto y las potencialidades del relato gráfico feminista. Para ello mostraron las dos iniciativas que que han llevado a cabo en vinculación con otros proyectos feministas que están documentando la memoria de las mujeres en los barrios: Vecinas, de Andrea Momoitio e Histeria Kolektiboa, mediante el periodismo y la performance, y PROYECTO ELLAS de Ainhoa Resano y Savina Lafita Solé, basado en los archivos fotográficos.
Para entender qué es el relato gráfico feminista (RGF), debemos remontarnos primero al año 2015, momento en el que surge Dibujatolrato, un grupo abierto que desde aquel momento organiza encuentros para dibujar todos los lunes en distintos puntos de Bilbao, no solo como un mero ejercicio, sino también con el objetivo de poner en valor la diversidad de sus barrios. A finales de ese año este grupo organizó un taller de Carla Boserman, ilustradora y relatora gráfica, quien compartió con protagonistas de luchas feministas desde diversos sectores el método del relatograma. Al año siguiente organizaron otro taller, esta vez del reportero gráfico Damien Roudeau, el cual entiende el dibujo como método de acercamiento para las personas y como forma de recuperar la memoria histórica.
Un relato gráfico consiste en narrar un acontecimiento, charla u evento mediante la combinación del dibujo y la palabra, y es reconocible por su narrativa no lineal. Se caracteriza por su naturaleza presencial, ya que es dibujado en directo, en el mismo instante y lugar en el que sucede la acción. Es una narración crítica con la realidad, contada desde el punto de vista subjetivo de quien lo realiza. Entre los dibujantes que realizan relatos gráficos, aparte de los nombres ya citados, podemos mencionar referentes locales como Alberto Muriel, Josune Urrutia o Pernan Goñi.
Es en este contexto donde surge el proyecto de Femgarabat y sus relatos gráficos feministas, una reivindicación del dibujo como medio para el conocimiento, de la creación como método de investigación y del arte como forma de comprender el mundo. Este proyecto de investigación, iniciado hace dos años y financiado con una beca Ikertu del Gobierno vasco tiene el objetivo de emplear el relato gráfico para construir, a través de la imagen y el lenguaje, una nueva realidad, una realidad feminista.
Aparicio, Orduna y Carramiñana subrayan: “El relato gráfico feminista supone observar y narrar lo que está ocurriendo a través de dos lenguajes: la palabra y el dibujo, desde una mirada crítica con el relato hegemónico del sistema heteropatriarcal y comprometido con el feminismo y con la transformación social”.
Entonces, ¿qué hace falta para realizar un buen relato gráfico feminista? Pues según Femgarabat, ha de ser crítico, político, transformador, comprometido, inmediato, reflexivo, colaborativo y multidisciplinar. Al realizarlo se debe prestar especial atención a las
aportaciones que el evento narrado hace al feminismo, así como tomar nota de si durante éste se dan casos de comentarios machistas, lenguaje sexista, intervenciones desequilibradas o si existen barreras arquitectónicas en el lugar.
Durante el proceso de investigación, las artistas de Femgarabat realizaron una serie de entrevistas tanto a dibujantes citados anteriormente como a expertas en comunicación, cultura o arte feminista, como Saioa Olmo, Marta C. Dehesa, Nerea Gómez, Susana Blasco y June Fernández. Entre otras reflexiones observaron deficiencias incluso dentro de la propia iconografía feminista, que suele tirar de clichés (como pueden ser el símbolo del puño o el color morado), por lo que sería importante la creación de nuevos símbolos y de un relato diverso. Algunas entrevistadas mencionaron también un problema de pérdida de autoría e invisibilización de las autoras, por lo que subrayaron la necesidad de ponerlas en valor.
En función de todo esto, un relato gráfico feminista debe partir de la creatividad, la diversidad y el humor, así como huir de los tópicos y de los cánones de belleza impuestos.
Las protagonistas de Femgarabat explicaron detalladamente qué metodología seguían para realizar sus RGF. Las fases de su proceso de trabajo van desde una documentación previa hasta la asistencia al evento en sí. Hablaron de la importancia de establecer unos roles y dividirse las tareas, así como del carácter colectivo de estos trabajos.
Para Femgarabat, una buena organización previa es primordial para no acabar dibujando todas cosas similares, a la vez que para ofrecer una información más completa. En su caso, estas artistas asignan una regidora que dirige y toma notas globales, una foquista para apuntar detalles e ilustrar el ambiente, y una relatora encargada de anotar el discurso oral de la charla o evento.
Por último, este colectivo de artistas recoge las notas tomadas y las sintetiza. Juntas componen el relato y, para acabar, le dan el color. Digitalizar el resultado es de gran importancia para hacerlo más accesible y más fácil de difundir. En cuanto a los colores, comentaron que les llevó un tiempo decidirse y que, finalmente, se decantaron por un azul y un rosa, también huyendo de forma consciente de los colores que son asociados con el feminismo.
Las protagonistas de este proyecto aún no tienen todas las respuestas: se preguntan hasta dónde debe llegar la crítica, cómo pueden trascender el binarismo de género, cómo deben ser esos símbolos nuevos que se demandan para la gráfica feminista o cómo deben representarse las diversidades desde la gráfica.
Pero más allá de estas interrogantes pendientes Femgarabat es un logro. Constituye una nueva puerta, un camino paralelo, una alternativa más en los esfuerzos por visibilizar y explicar el feminismo de modo que se salga de versiones encartonadas o malinterpretadas. Valga el aplauso entonces para estas artistas.