Por: Daisy Rubiera Castillo
Experiencia excepcional que puso sobre la mesa de la agenda pública el concepto de género, y con él, los estereotipos sexistas, los roles y atributos sexuales, las brechas de género, el trabajo invisible, el feminismo y, sobre todo, la autoestima, esa experiencia excepcional fue MAGÍN que iluminó espacios que permitieron a las «magineras» —como fuimos bautizadas por la brasileña Cristina Cavalcanti—, captar las expresiones de estereotipos sexistas de la cultura patriarcal existente. MAGÍN nos proporcionó las herramientas para permear con enfoques de género nuestra labor creadora; informar, educar y concientizar problemas sociales que precisaban de perspectiva y análisis de género. Aquellos saberes impactaron en la labor profesional de cada una de nosotras. Dentro y fuera de MAGÍN, actuamos siempre a partir de una mirada genérica y desarrollamos acciones para contribuir a proyectar y expandir la dimensión de género.
Éramos mujeres de aquel presente con pensamientos de futuro. Un futuro que es hoy. Eso fuimos y seguimos siendo. Las ideas que enarbolábamos, las semillas que esparcíamos y los criterios que sustentábamos, las tantas cosas que aprendimos en nuestros talleres, que enarbolábamos con disciplina militante, pertenecían a aquel futuro que es hoy. Y ese futuro —hoy— corrobora que nuestros sueños no estaban equivocados.
Muchos son los testimonios del impacto que MAGÍN causó en cada una de sus miembras, pero no es posible hacer referencia a ellos, sin mencionar a Mirta Rodríguez Calderón, quien se percató a tiempo de la necesidad de transmitirnos los conocimientos que había adquirido, consciente de que los asimilaríamos bien y rápido, porque de hecho muchas los poníamos en práctica intuitivamente. Consciente también de que «con ese aire que ella soplaba, se abrirían nuestras alas y echaríamos a volar».
En tal sentido la directora y escritora de la televisión Xiomara Blanco ha planteado:
Gracias a Magín descubrí que tenía conciencia de género y no sabía qué era. Aprendí a metodizar lo que sentía y no sabía canalizar. Tener una conceptualización de criterios que ejercía sin saberlo. Pude conocer a personas que pensaban y actuaban como yo, otras que encontraron que el camino era el indicado. Gente interesante y profunda. Algo que me llamaba la atención siempre fue la armonía, la alegría que siempre había en nuestras reuniones. El interés en compartir lo que sabíamos y teníamos.
Por su parte, Irene Esther Ruiz, vicepresidenta en el Equipo Nacional de Historia del Deporte ha señalado:
En aquellos momentos, como asesora del Sistema Informativo de la Televisión Cubana reorienté mis investigaciones a partir de los estudios de género impartidos en los talleres de MAGÍN. Desde ese momento pude darle una mejor argumentación al debate que se estaba desarrollando desde años atrás sobre la presencia de las personas negras en la programación televisiva. Esta nueva herramienta de análisis conceptual, como categoría de comunicación social me ha servido para desmontar las posiciones justificativas de los roles que han sido asignados a las mujeres negras. Actualmente la sigo utilizando en mi nueva actividad profesional.
A Norma Guillard, presidenta de la Sección de Identidades y Diversidad Sexual de la Sociedad Cubana de Psicología, le impactó: «la unión lograda, la sororidad —en ese tiempo no conocía esa palabra—, la disposición de tantas colegas a compartir sus saberes, a dedicar tiempo a un objetivo común, a aprender la fuerza y magnitud de esa herramienta que resultó ser el enfoqué de género».
De igual manera, la cineasta Belkis Vega, profesora de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, puntualiza:
Si me pidieran nombrar una asociación a la que he pertenecido que haya sido formativa, siempre hablaré de MAGÍN, porque incentivó la capacidad de crear, al afianzar la credibilidad en nuestras potencialidades, y esas potencialidades comenzaron a transformarse en proyectos, investigaciones, trabajos periodísticos, libros, películas. Nuestra red existe, nos comunicamos, nos apoyamos, compartimos proyectos, pero sobre todo, nos valoramos y nos queremos, sabemos las unas de las otras y los triunfos personales se transforman en colectivos.
Un ejemplo en el tiempo de esas potencialidades a que Belkis hace referencia se traducen en el libro Reyita, sencillamente[1] y el documental Blanco es mi pelo, negra mi piel, dirigido por Marina Ochoa. El libro, de mi autoría, finalista del premio Casa de las Américas 1997, considerado como obra clásica de la historia oral cubana, integra al discurso sobre la nación la voz de las mujeres negras, cuyo espacio siempre les fue negado. Cuenta con seis ediciones en español, inglés, y alemán.
Otro documental basado en ese libro, de las realizadoras españolas Oliva Acosta y Elena Ortega ha sido presentado en más de treinta festivales en Cuba, Europa, Estados Unidos, América Latina y África, donde ha sido premiado. Vale destacar que, el subtitulado al árabe, inició el I Festival de Cine Documental realizado por mujeres, celebrado en el Cairo por la productora egipcia Klaketa en 2008.
Otro de los libros que ha tenido un impacto relevante es Desafío al silencio,[2] también de mi autoría, trata la controvertida temática de la violencia sexual contra la mujer. Es un llamado de alerta contra ese censurable comportamiento que lamentablemente perdura en nuestra sociedad. Premiado con la Mención Especial del Certamen Iberoamericano de la Ética Elena Gil, en su edición de 2011.
Nostalgia de una habanera del Cerro,[3] premio Memoria 2004 del Centro Pablo de la Torriente, de Sonnia Moro, investigadora del Centro de Estudios Martianos es una obra donde, desde una perspectiva de mujer, la autora evoca toda una época llena de nostalgias y evocaciones y entrega con mirada audaz y lúcida, vivencias que abarcan todo un período de la historia de nuestro país.
Aquellas potencialidades también llegaron a la radio. Por ejemplo, Nosotras que se trasmite desde hace más de dos décadas en Radio Progreso, a partir de la participación de su creadora, Orietta Cordeiro en los talleres de MAGÍN, asumió un concepto de género en sus guiones, en busca de la equidad. Otro ejemplo son las novelas Hacia la flor más alta y El sitio de mi amor, de Georgina Herrera. Ella —al igual que otras magineras—, escribe, adapta y asesora el tratamiento de los personajes a partir de un enfoque de género.
Tierra Brava, adaptada y dirigida por Xiomara Blanco, es un excelente ejemplo en la televisión, así como muchas de las telenovelas de Maité Vera, que han generado dinámicas de cambio para avanzar hacia una construcción genérica que «exalte y dignifique a ambos sexos con la urgencia de asumir la defensa de lo humano».[4]
El penúltimo sueño de Mariana, de Georgina Herrera, es una obra teatral que vinculó a Mariana Grajales, Fermina Lucumí[5] y Yemayá,[6] negras de la historia, cultura y religión cubanas. No se puede dejar de mencionar su obra poética, que nos deleita con extraordinarios poemas, donde el amor filial y carnal, las pérdidas de seres queridos, los antepasados, las deidades africanas y África están en el centro de su obra. Primera vez ante el espejo, Oriki, a las negras viejas de antes, Eva y Segunda vez ante el espejo, son algunas de ellas.
Es notorio el trabajo de multiplicación de conocimientos que realiza Norma Guillard en los espacios de raperos y raperas con temas de género y raza. Con los jóvenes del Proyecto VIH/SIDA, en lo correspondiente a relaciones protegidas. Con los grupos de diversidad sexual, en lo relacionado con el desmontaje de heterosexualidad obligatoria y las consecuencias de la cultura patriarcal.
Son inumerables los ejemplos del impacto de MAGÍN en las obra de las cineastas: La fallecida Mayra Vilasis, autora del corto de ficción Momentos de Tina, dentro del filme Mujer transparente; además del documental Bola de Nieve. De Belkis Vega, queremos destacar: Donde no habita el olvido y Vivir al límite, documental sobre el cual Aleida Plasencia dijo: «Una reflexión sobre la vida que consigue asir lo intangible, la resistencia a lo íntimo. Es un canto de amor que involucra al espectador al punto de acelerarle el pulso, dejarle con la boca seca y los ojos húmedos».
Si MAGÍN tuvo un fuerte impacto en el crecimiento de las comunicadoras, también lo tuvo en profesionales como Pilar Sa Leal, ingeniera electrónica, hoy editora, cuyo testimonio habla por sí solo:
…maginera desde los inicios, participante con Mirta Rodríguez Calderón en una mesa redonda en el I Encuentro Iberoamericano Mujer y Comunicación… polizonte, rara avis en la nave de comunicadoras feministas… cazuela donde se cocinaban las ideas. Elaboré todos los documentos que generábamos: plegables, la revista, invitaciones, cartas, proyectos, informes… Emplané y edité la primera edición de Reyita, secillamente… Fotógrafa extraoficial… Albacea de nuestros archivos… Una suerte de administradora.
Para terminar, como un homenaje a nuestra querida y desaparecida compañera Carmen María Acosta, quiero citar las palabras que como un regalo ella nos legó. Regalo que hago extensivo a quienes están presentes:
Pienso que lo he dicho todo, pero hay algo que no he dicho y que es algo que considero, además, que está en el espíritu de todas nosotras, que en un momento determinado, comenzamos a sentirnos estrellas allí. Cuando yo digo sentirnos estrellas, no quiere decir porque seamos las más relevantes, que seamos las que más nos destacamos, somos estrellas desde el punto de vista de que tenemos una luz propia, de que brillamos con la luz propia de nuestra autoestima y de que vamos a seguir brillando siempre, dentro de nosotras mismas, a nuestro alrededor, en esa interrelación que queda dentro de la amistad, y bueno, pienso eso, y les regalo esa frase: «Nunca dejes de sentirte estrella».[7]
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Notas:
1. Daisy Rubiera Castillo: Pro Libros Word Data Research Center, La Habana 1997. Latin American Bureau, London, Inglaterra, 2000. Editorial Duke University Press, Dirham, Carolina del Norte. Estados unidos, 2000. Editorial Rotpunktverlag, Zürich, 2000. Editorial Verde Olivo, La Habana, 2000. Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2011.
2. Daisy Rubiera Castillo: Desafío al silencio. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2010.
3. Sonnia Moro: Nostalgia de una habanera del Cerro. Ediciones La Memoria. Centro Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2006.
4. Jaime Breilh: Género, Poder y Salud. Aportes críticos a la construcción (intergenérica) de una sociedad sin subordinaciones. (Quito, Ecuador). Ediciones CEAS-UTN, 1994.
5. Esclava que tuvo una importante y determinante participación en la primera gran rebelión de esclavos y esclavas en nuestro país.
6. Deviene símbolo de la maternidad afrocubana. Considerada deidad de las aguas marinas y de todas las aguas corrientes de la tierra. Madre de los peces, simiente de la vida.
7. Testimonio de Carmen María Acosta (inédito).
Intervención de Daisy Rubiera Castillo en el panel «Fraguar alianzas para estrechar brechas de género» del coloquio internacional «Mujeres, circuitos de colaboración y asociacionismo en la cultura y la historia de la América Latina y el Caribe» que se celebra en la Casa esta semana.
Otros textos sobre MAGIN en Género y Comunicación:
– Magín: espacio que nació de las mujeres comunicadoras cubanas