Los piropos de hoy son la nueva violencia invisible

Por Gisele Sousa Dias/ Clarín

Alguna vez, los galanes que pretendían cortejar a una mujer le regalaban un piropo. Hubo quienes arrojaban sus capas al paso de las damas deseadas, quienes se tapaban los ojos para mostrar que habían quedado encandilados de tanta belleza y quienes tiraban besos al aire y los soplaban, para orientar su dirección. Pero aquel piropo galante, que halagaba a las mujeres y que pretendía iniciar una conversación mutó a una descarga grosera y obscena que, muchas veces, obliga a las mujeres a cambiar de camino, de ropa o a soportarlo en silencio. Del inocente «me gustaría ser baldosa para que me pise esta diosa» se pasó al «mamita, con ese culo vení a cagar a casa». Y así, los piropos modernos ya son considerados una forma de violencia invisible.

Un video que circula por Internet visibilizó esta forma de violencia cotidiana, naturalizada y convertida en parte del camino. En el video, un joven de unos 25 años camina desde su casa hasta la parada del colectivo. En el camino va cruzándose con mujeres. La primera le silba, la segunda le susurra «lindo», la tercera le dice «se te cayó el papel… el que te envuelve, bombón». Él, embelesado, sonríe. Pero la que sigue le dice una grosería sexual que lo paraliza y la última directamente lo persigue mientras le descarga una batería de obscenidades. El joven llega a la parada atormentado pero acostumbrado: a la vuelta le pasará lo mismo. El video se llama

«Pará» y lo grabaron para mostrar el efecto del acoso cotidiano que muchas mujeres reciben en la calle.

«Los piropos de antes tenían como objetivo el cortejo y la conquista. Estos no, porque no hay un intercambio entre un hombre que halaga y una mujer que responde. Se trata de una descarga resentida de carga erótica que la mujer debe aceptar pasivamente. ‘Resentida’ porque no hay posibilidad concreta de acceder a esa mujer, entonces le escupo mi erotismo», analiza la sexóloga y psicóloga Adriana Arias.

«Como no pueden acceder a esa mujer, encuentran la satisfacción sexual en el poder que les da esa invasión o dominación, aunque solo sea con la palabra», agrega Irene Meler, coordinadora del Foro Psicoanálisis y género.

Lo cierto es que violencia de género no es solo un hombre que quema a una mujer. Eso quedó claro en un grupo de Facebook creado en Argentina y llamado «No al acoso callejero o piropos» y que ya tiene casi 3.500 seguidores. «Hay distintas manifestaciones de la violencia de género con una misma base: creer que el hombre tiene potestad porque la mujer es inferior», explica Guadalupe Tagliaferri, que coordinó la Dirección de la Mujer de la Ciudad.

¿De qué hablamos, entonces, cuando alguien nos arroja una frase con una alta carga de violencia sexual, reaccionamos, insultamos y nos devuelven un: «histérica, loca, te vas a quedar soltera»? Tagliaferri contesta: «Esa descarga define a la mujer como objeto: un objeto sexual al que se le puede decir lo que quiera, invadirla, humillarla. Es, claramente, una situación de violencia simbólica».

La actriz Malena Pichot también abordó el tema en un video llamado «Piropos» en donde «la ironía es hacer de cuenta que sentimos lo que ellos creen que sentimos». Así, un obrero le mira los genitales y le dice una vulgaridad y ella le contesta: «Ay, gracias, ¡me alegraste el día!».

«Yo no creo ni en el piropo galante porque no quiero que ningún desconocido opine sobre mí. De hecho, yo siempre reacciono y les digo de todo y los tipos suelen quedarse en el molde. Es muy violento y todos los días lo mismo. Del tipo que te dice una guasada al que se anima a tocarte ¿cuántos casilleros hay?», plantea Pichot.

¿Reaccionar? «Aunque los insulten siempre es un lugar de impotencia. ¿Qué van a hacer? ¿Llamar a la policía? Te humillan públicamente y te la tenés que tragar. Otro ejemplo de pasividad frente al abuso porque el intercambio es desigual», agrega Arias.

«Quitan libertad ―dice Sonia Santoro, periodista especializada en género―. Si la chica no está bien parada aparecen las culpas y terminan cambiando su conducta: dejan de usar pollera o cambian de recorrido».

Hace dos años, un diputado del PRO quiso instaurar el «Día del Piropo». Decía que formaba parte de la cultura popular y quería que lo celebráramos cada 15 de junio. El rechazo fue unánime. Tal vez ahora se entienda por qué.

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