Las africanas se interconectan contra el silencio mediático

Por Belén Lobos

«The great boob show»: «El gran espectáculo de las tetas». Así titulaba el Times of Swaziland una historia a toda página, acompañada de fotografías a color, sobre el ‘Umhlanga’ o ‘baile de la caña’. Se trata de un rito de iniciación en el que miles de niñas y mujeres vírgenes entre los 8 y los 23 años, llegadas de todas partes del país y divididas en dos grupos de edades, danzan portando juncos que luego cortarán.

La ceremonia se prolonga ocho días, dentro de los cuales las mujeres se presentan al sexto día ante la reina y, el penúltimo día, ante el rey Mswati III. En su artículo, sin otras fuentes más que el propio autor, el Times of Swaziland parece estar contando otra historia completamente distinta: una en la que los pechos de las jóvenes son las protagonistas. «La pieza no sólo estigmatiza a las mujeres jóvenes, sino que etiqueta su cultura como algo ‘exótico’ y le despoja de sentido; el autor convierte el evento en algo en que se exponen como objetos sexuales para el disfrute de su público», concluye el Gender and Media Baseline Study in Southern Africa -GMBS-.

A pesar de que noticias como ésta siguen publicándose con demasiada frecuencia, el mismo informe, y otros en la línea, concluyen que se atisba una progresiva concienciación. En los análisis cuantitativos de sendos monitoreos, se encontraron ejemplos que incorporaban la perspectiva de género en sus piezas informativas, haciéndolas más equilibradas, interesantes y profesionales. Suazilandia es uno de los tres países del Sur de África en los que las mujeres suponen mayoría en una de las categorías profesionales en los medios: como presentadoras de televisión, categoría en la que las mujeres suelen ser mayoría, al contrario de lo que ocurre en esta región.

Cuando se retrata a las mujeres o a las niñas africanas, en especial subsaharianas, bien se las rodea de exotismo y sensualidad, bien se destacan en ellas características como la pobreza, el hambre, la enfermedad, la represión…, en definitiva: la miseria. Todo ello las hace, en ambos casos, mujeres objetos o sujetos pasivos de sufrimiento y, sexualizándolas o victimizándolas, se les limita o quita la capacidad de intervenir en la situación que las rodea. En palabras de la periodista mozambiqueña Rosa Langa, «la prensa de Occidente y algunas ONG han revelado imágenes eurocentristas que muestran a mujeres africanas con sus hijos desnutridos, con los pechos muy secos y caídos, semidesnudas, solo cubiertas con una tela gastada que apenas las tapa de la cintura para abajo».

Ceguera mediática

Dado que los medios han contribuido, en buena parte, a la creación de este imaginario, parece claro que sea desde estos que se promueva una imagen más positiva y fiel a la realidad. Si bien en Europa la falta de visibilidad de las mujeres en los medios existe (tanto como sujetos de las historias como profesionales o propietarias de los mismos), en el África subsahariana la brecha es aún mayor. Como aclara Audrey Gadzekpo, periodista y profesora en la Universidad de Ghana: «Las mujeres africanas están doblemente desventajadas: por su género y por su situación geopolítica. No puede sorprendernos, pues, que la clase emergente de los medios africanos, empresarios de tecnologías de la comunicación y productores de películas sean casi todos hombres».

El GMBS dedica un capítulo entero a lo que han llamado ‘gender blindness’ [en castellano, ceguera de género] en cuanto a la cobertura de temas informativos. Como recalcan, «más que por acción –qué historias se escriben y cómo se escriben-, los medios de la región [África meridional] son a menudo culpables por omisión: olvidando importantes historias en una especie de ‘ceguera de género». Pone de ejemplo cómo en las informaciones las referencias a las personas afectadas o beneficiadas se hacen a través de nombres genéricos (‘people’ para las personas implicadas, ‘children’ o ‘childhood’ -en español, el masculino genérico ‘niños’ o ‘infancia’) cuando, hablando de pobreza o educación, las realidades afectan de forma muy distinta dependiendo del género.

Pekín, la comunicación para el cambio

En 1995, en la Cuarta Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la Mujer, se adoptó por unanimidad la Plataforma de Acción de Beijing. En un hecho sin precedentes, se dedicó una de las doce áreas concretas de actuación (en inglés ‘critical areas of concern’) a los Medios y la Comunicación, que pronto pasaría a ser conocida como ‘Sección J’. Los temas relacionados con género y medios habían sido hasta entonces considerados secundarios y apenas se mencionaban en los documentos estratégicos de las conferencias de la ONU sobre mujeres.

Son numerosas las iniciativas que, en los últimos años, se han puesto en marcha para mejorar la visibilidad de las mujeres y las niñas en el continente. Dos ejemplos representativos son la proclamación de la Década de las Mujeres Africanas (2010-2020) o la ratificación del Protocolo sobre los Derechos de las Mujeres en África, también conocido como Protocolo de Maputo, adoptado por la Unión Africana y entrado en vigor en noviembre de 2005. A día de hoy, hay aún cinco países que no han firmado: Botsuana, Egipto, Eritrea, Túnez y Sudán del Sur; 17 que firmaron pero no han ratificado el Protocolo y otros 32 que sí han firmado y ratificado -de los 15 iniciales-. El Movimiento de Solidaridad por los Derechos de las Mujeres Africanas (SOAWR, en sus siglas en inglés), una coalición de 36 organizaciones de la sociedad civil de todas partes del continente, trabaja para asegurar que el Protocolo permanece en la agenda política y que se salvaguardan los derechos de las mujeres.

Mujeres africanas: con perspectiva

Como confirma Coro J-A Juanena, antropóloga e investigadora en el Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, «es bastante cierto que la visibilidad de la mujer en África está aumentando, y a pasos de gigante. Cada vez hay más mujeres ocupando puestos de responsabilidad política». «Y lo mejor es que son situaciones sin retorno. Incluso en un país como Sudán del Norte, donde la Ley de la Familia y el orden moral y la sharía rigen la vida de la ciudadanía en general, y oprime a las mujeres en particular, la organización de las mujeres, y de mujeres periodistas, es un hecho incontestable que da sus frutos», expone Blanca Diego Vicente, periodista de LolaMora Producciones, una de las propulsoras de la campaña ‘Desafiando el Silencio: contra la violencia sexual’ llevada a cabo en Angola, República Democrática del Congo y Ruanda, además de en tres países latinoamericanos.

De hecho, el 12º Foro Internacional de AWID -la organización internacional feminista Association for Women’s Rights in Development- sobre los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo que se celebrará desde ayer hasta este domingo en Estambul, está dedicado a Women of Zimbabwe Arise -Mujeres de Zimbabue, Levantaos-, organización que actualmente se encuentra en riesgo de sufrir la violencia por su activismo. A lo largo de estos encuentros, cuyo eje central es la ‘Transformación del poder económico para avanzar en los derechos de las mujeres y la justicia’, también habrá un importante debate en torno a la realidad LGBTQI en África (movimientos de Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales, Queer e Intersexuales). Al fin y al cabo, como las ha llamado AWID, son todas luchas interconectadas.

El poder de los medios: Del 2.0 a las tres dimensiones

No son pocos los casos en los que la comunicación ha ayudado con acciones concretas a hacer patentes problemas que afectan a estos colectivos. A través de una campaña 2.0 llevada a cabo por avaaz.org contra las violaciones correctivas a lesbianas en Sudáfrica, se consiguió que el gobierno condenara públicamente las violaciones, ilegalizara los ‘crímenes de odio’ e impulsara un proceso de cambio de las actitudes de la gente hacia la homofobia. A fecha de 9 de abril figuran 946.512 firmas de apoyo a la carta dirigida al presidente Jacob Zuma y al ministro Radebe en «Sudáfrica: Paren las ‘violaciones correctivas».

Y no son menos los proyectos y organizaciones africanas cuyo objetivo es introducir la perspectiva de género en la comunicación en todos sus ámbitos: investigación y monitoreo en medios, formación a mujeres y hombres periodistas, sensibilización en las comunidades y en el ámbito político, reivindicación de políticas igualitarias a nivel institucional y ciudadano, promoción del uso de las TIC o cualquier otro recurso mediático para el empoderamiento de las mujeres y las niñas… Mientras que Gender and Media in Southern Africa -GIMSA- destaca en la defensa activa de políticas equitativas y presión a los gobiernos regionales y nacionales, Gender Links -GL- se ha consolidado como una de las organizaciones clave en el ámbito de la investigación, la formación y como enlace entre los movimientos de género y los medios. Sus ejercicios de monitoreo en prensa, radio y televisión, siendo el último de 2009-2010, resultan fundamentales para apoyar con datos la subrrepresentación de las mujeres y otros géneros en los Medios. Los próximos 23 al 25 de abril tendrá lugar en Johanesburgo la tercera cumbre regional y entrega de Premios en Justicia de Género y Gobierno Local en la que se mostrarán campañas y se premiarán estrategias de comunicación innovadoras contra la violencia de género, entre otras.

Quién hace las noticias

Pero, ¿por qué se considera tan decisiva la influencia en los medios y cómo es, en general, la imagen actual de la mujer africana en ellos? El Proyecto de Monitoreo Global de Medios -GMMP- es la investigación a escala mundial más amplia y significativa sobre género y medios, que incluyó a 24 países africanos en 2010. En el prólogo del GMMP 2005, Anna Turley, anterior coordinadora del Programa de Mujeres de la World Association for Christian Communication, escribió: «Si brotan [pequeños] avances de una conciencia que considere que la representación actual del género en las noticias es algo que hay que cuestionar, más que darla por sentado, tienen potencial de ser transformadores… El cambio no van a suceder de la noche a la mañana, sin embargo, el GMMP nos acerca un paso más a dicha transformación.»

Su informe Who makes the news (traducido como Quién figura en las noticias), concluía que, aunque las noticias siguen presentando un mundo donde los hombres superan en número a las mujeres en casi todas las categorías ocupacionales, la proporción de sujetos femeninos de las noticias identificadas, representadas o presentadas como trabajadoras o profesionales a lo largo de los últimos diez años se incrementó en algunas categorías. Según el informe de Gender Links, ONG del África meridional, si las profesionales de los medios son mujeres tienden a acceder a más fuentes femeninas, así que tener más mujeres en los departamentos de producción y en las redacciones, cubriendo todos los temas –no sólo los llamados ‘temas blandos’-, mejorará la calidad y cantidad con que se les da voz en los medios. Además, crece de forma progresiva el número de hombres que escriben sobre temas de género y, ya que por ahora ellos suponen la mayoría de los profesionales mediáticos, esto supone un aumento considerable de noticias inclusivas.

Voces de mujeres por todo el continente

Dentro de las diferentes organizaciones de género y medios a lo largo del continente, algunas trabajan en un solo país, mientras que otras tienen proyectos que cubren prácticamente toda una región. Realizan numerosas actividades: desde la colaboración con editores, empresarios de medios e instituciones de formación en periodismo, hasta la creación y difusión de contenidos con perspectiva de género, pasando por la constitución de medios independientes tanto escritos como radiofónicos.

En África occidental, FAMEDEV -Réseau Inter-Africain pour les Femmes, Médias, Genre et Développment-, ONG creada en 2001 en Dakar (Senegal), ha sido una de las más importantes redes promotora del uso de los medios y las nuevas tecnologías para el desarrollo en África. Su directora, Amie Joof-Cole, resume así los objetivos: «Crear una red de periodistas y comunicadores para la producción, manejo e intercambio de información de temas como la pobreza, la libertad de expresión, la igualdad de género, los derechos humanos, el medio ambiente y la salud pública». Su implicación política les llevó a participar en el Movimiento de Solidaridad por los Derechos de las Mujeres Africanas. Joof-Cole se muestra especialmente orgullosa del proyecto en radio Alternative Voice for Gambians, nacido de la colaboración entre habitantes de Gambia, FAMEDEV y otras ONG, una emisora que proporciona herramientas de transformación a las personas a través de información independiente.

En el África oriental, hay también organizaciones tanto a nivel nacional (por ejemplo, asociaciones de mujeres en medios en Kenia, Etiopía, Tanzania) como regional (East African Journalists Association). De las pioneras en la lucha por la justicia de género en los medios, se encuentra Uganda Media Women’s Association -UMWA-, nacida en 1983, para la «generación de información, la difusión y el intercambio. Empezamos y seguimos usando el poder de los medios para transformar las vidas de las mujeres en el ámbito rural», dice Margaret Sentamu-Masagazi, directora ejecutiva. Desde su periódico The Other Voice, escrito en cinco lenguas -cuatro de ellas vernáculas-, y su emisora, 101.7 Mama FM -nacida en 1996-, apoyan el empoderamiento instándolas a participar en grupos de radioyente, en una fluida interacción con las comunidades rurales. «En Uganda, hay indicadores positivos de aumento de la participación de mujeres en las instituciones legislativa y administrativa, así como en la presencia de las niñas en la escuela.» Sentamu-Masagazi cuenta que, a pesar de la que la cultura del silencio es fuerte entre las mujeres ugandesas y de que tardaron un tiempo en abrazar la iniciativa, ya está afianzada.

Rosemary Okello-Orlale, directora ejecutiva del African Woman and Child Feature Service -AWC-, destaca la importante labor de las tres publicaciones de esta ONG con sede en Nairobi. Reject, Strenght of a Woman y Kenyan Woman son un reflejo de los problemas y los avances de las mujeres kenianas, y de las historias olvidadas por los grandes medios -de ese ‘rechazo’ viene el nombre del primer periódico-. «AWC cristaliza el sueño de cuatro periodistas que estábamos realmente preocupadas por la ausencia de información sobre mujeres, niñas y niños en los medios. Muy pocas mujeres aparecían como periodistas, e incluso como fuentes y, en las pocas ocasiones que lo hacían, aparecían como víctimas de la violencia o de los ‘males sociales'», cuenta Okello-Orlale. La última edición especial de su bimensual Strenght of a Woman está dedicada a la tierra y la propiedad, dado que las mujeres siguen encontrando obstáculos en el país para tener derechos plenos sobre el lugar en que cultivan y viven. A pesar de que constituyen el 80% de la mano de obra agrícola y proveen el 60% de los ingresos en el sector, solo un 5% de ellas poseen tierras. También UWMA dedica su programa ‘Get Smart Rural Women’ a proporcionar información a las mujeres de las zonas rurales acerca de las políticas gubernamentales y trabaja con ellas para que desarrollen su autonomía.

Además de la mencionada Gender Links y de asociaciones de mujeres y medios en Zambia y otros países, en el África meridional destacan las instituciones Media Monitoring Africa y el Media Institute of Southern Africa –MISA-, que marcó el camino para las organizaciones de derechos y medios en la adopción de políticas de género. Si bien la mayor parte del trabajo de concienciación, formación y generación de información lo hacen las ONG y las asociaciones profesionales de periodistas, también se traduce en políticas activas desde los gobiernos.

Blanca Diego pone el ejemplo de Angola, donde las organizaciones de mujeres lograron hace unos años que al menos el 30% de la representación política fuera para las mujeres por ley. Lo cuenta desde su propia experiencia en la campaña ‘Desafiando el silencio: medios contra la violencia sexual’, nacida de la colaboración entre LolaMora Producciones y WorldCom en 2005 y de la que luego surgiría, en Angola, el Fórum de Mujeres Periodistas por la Igualdad de Género. «Ante la falta de organización de las periodistas angoleñas, el proceso fue lento. Trabajar juntas en producción informativa fue un paso crucial hasta que, al fin, nace el Fórum, que hoy es el referente mediático en el país en cuanto a cómo los medios deben tratar el tema de la violencia doméstica». La labor del Fórum incluye talleres para periodistas de zonas rurales, asesoría a mujeres maltratadas y recogida de denuncias y producción de material informativo. «Y no han olvidado que tienen una deuda con las mujeres que padecieron la guerra», añade la periodista.

Por suerte, hay muchos otros casos: en la misma Angola, la editora en jefe de un periódico de tirada nacional es una mujer, Suzana Mendes. La dirección de Radio Maendeleo, en Bukavu (RDC), está en manos de una mujer, Jolly Kamuntu. En Jartum (Sudán del Norte), dos mujeres periodistas con una amplia experiencia profesional dieron luz a la ONG ALAGE, en la que entrenan a jóvenes profesionales y los envían a entrevistar a muchachas de zonas rurales para que después «convenzan a sus editores de que esas son buenas noticias para publicar», dice con cierta ironía Blanca Diego. Ellas «son ejemplos de lucha, porque no es fácil ser periodista en Angola, Congo o Sudán; menos fotógrafa o camarógrafa». Pero hay mujeres que lo son. Existen y ejercen el periodismo todos los días.

Fuente: Pikara Magazine

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