COMUNICAR IGUALDAD- Recientemente la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual lanzó –junto a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) y el Instituto para la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI)- un año de lucha contra la violencia mediática y la discriminación de género.
La Defensoría es un organismo nuevo, creado a instancias de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en noviembre del 2012. Luego de un primer año de recibir denuncias de personas que escuchan radio y ven televisión en todo el país, y escuchar a estas mismas personas en el marco de audiencias públicas que se hicieron de norte a sur, el organismo concluyó que era imprescindible dedicar esfuerzos especiales al combate de la violencia mediática y la discriminación de género en los medios.
«Hay dos grandes universos de denuncias –señaló la defensora Cynthia Ottaviano durante la presentación del Año de lucha contra la violencia mediática y la discriminación de género-: uno vinculado a temas tecnológicos y otro que tiene que ver con la vulneración de sensibilidades muy particulares, allí se destacan las preocupaciones por el horario de protección de la niñez y la cosificación y denigración de la mujer.» Este segundo grupo concentra el 40 por ciento de las denuncias que llegan a la Defensoría y dentro de este 40 por ciento, el 45 por ciento corresponden a violencia hacia las mujeres -lo que la Ley 26485 de Protección Integral de la Violencia define como «violencia mediática»- y un 12 por ciento a discriminación del colectivo GLTTB, es decir que un 57 por ciento de casi la mitad de las denuncias que recibe la Defensoría tienen que ver con este tema, aproximadamente un 25 por ciento del total.
Luego de la presentación, entrevistamos a Cynthia Ottaviano para conocer su percepción sobre la construcción de los discursos discriminatorios por parte de las productoras de radio y televisión y de las empresas publicitarias.
–¿Qué evaluación hacés de los temas vinculados a violencia mediática y discriminación de género en los medios después de un año de trabajo de la Defensoría? ¿Surgieron más denuncias de las que esperaban? ¿Les cambió a ustedes la perspectiva de trabajo en relación al tema en este primer año?
-Después de un año de trabajo, desde la Defensoría del Público podemos afirmar que en la Argentina tenemos audiencias sensibilizadas con toda forma de maltrato, discriminación y violencia hacia las mujeres. Los reclamos y denuncias, tanto vía mail, como en audiencias públicas se multiplicaron para señalar que el trato en la radio y la televisión es desigualitario entre hombres y mujeres. Que la mujer aparece siempre reducida al espacio doméstico y a una representación sexualizada de su realidad. Los medios audiovisuales parecen no considerar a la mujer como sujeto de derecho, sino como objeto de posesión y dominio. Esa mirada estigmatizada es la que buscamos cambiar y por eso, además del trabajo individual en cuanto a la recepción y canalización de la denuncia, me resultó clave que se declarara un año de lucha contra la violencia mediática. Buscamos concientizar a las audiencias, generar una transformación cultural, para cambiar esa matriz patriarcal. Y para hacer más efectiva esa búsqueda de erradicación de la violencia mediática creí fundamental la sinergia con las organizaciones de la sociedad civil y otros organismos, como la AFSCA, el INADI y el Consejo Nacional de las Mujeres, que llevan años trabajando.
– ¿Qué percepción tenés de los medios masivos y de las agencias de publicidad en relación a este tema? ¿Por qué se incurre en la violación de este derecho: por naturalización de la violencia, por ignorancia, adrede?
-Los encuentros de diálogo que generamos en la Defensoría, en los que escuchamos cómo fue el proceso de construcción de una publicidad determinada o de una programación, nos evidencia la naturalización de las denigraciones de la mujer y hacia la mujer. Esa matriz, que sabemos cultural-histórica, está absolutamente marcada en las representaciones de las mujeres. La ignorancia atraviesa esa naturalización y termina por conformar el escenario propicio para la violencia y discriminación.
– ¿Qué disposición notas en los medios -tanto masivos como comunitarios y alternativos y/o específicos- para transformar los actuales contenidos discriminatorios?
-La predisposición es extraordinaria, debo reconocerlo. Los diálogos son muy enriquecedores, tanto para quienes vienen, representantes de licenciatarios, de agencias, de anunciantes, periodistas, creativos, como para nosotros. Y la cooperación es permanente, de hecho, muchos cambios están a la vista, como el caso de la publicidad Huracanes, Operativo Sol y Villa Ortúzar de Banco Ciudad.
– Más allá de que la tarea de la Defensoría es fundamentalmente de diálogo, ¿cuál creés que es la estrategia ideal para abordar la violencia mediática y la discriminación de género en los medios: solo diálogo, también sanciones, estrategias de autorregulación –promovidas o no desde el Estado-?
-La violencia mediática creo que tendría que ser abordada como una problemática sociocultural e histórica, desde todos los espacios posibles de los estados nacionales, provinciales y municipales, con la participación activa de la sociedad civil, concientizando y sensibilizando sobre la problemática y las consecuencias de cristalizar a través de la construcción de sentido estereotipos que pueden transformarse en desigualdades sociales. Los medios de comunicación pueden discriminar, pero también pueden incluir, ese es el desafío.
– ¿Cuáles mencionarías cómo los dos o tres vicios de cobertura fundamentales de transformar para que se modifique el tratamiento de la violencia mediática y la discriminación de género?
-En la Defensoría vamos a proponer un decálogo para un tratamiento no discriminatorio, creo que es fundamental comprender que no somos objetos, sino personas, que frente a un hecho de violencia de género es necesario contextualizar la noticia, respetar la intimidad y dignidad no brindando datos que permitan una identificación directa o indirecta de la víctima, no espectacularizar o generar un show con la problemática, banalizándola, brindar teléfonos de asistencia a las víctimas, informar sobre las consecuencias para el victimario siempre, no dejar el tema olvidado, y difundir historias de mujeres que lograron salir y reencauzar su vida.
Fuente: Comunicar Igualdad