Cine realizado por mujeres: de la ausencia a la indiferenciación

COMUNICAR IGUALDAD- Semanas atrás fue publicado el libro Tránsitos de la mirada, editado por Paulina Bettendorf y Agustina Pérez Rial y publicado por Editorial Libraria. Su trabajo contiene textos y ensayos que apuntan a visibilizar la inserción de las mujeres en el cine en el rol de directoras a lo largo de la historia. Incluye, además, una serie de entrevistas a cineastas que aportan su mirada sobre dicho cine, lo que éste significa para ellas, sus propias experiencias en la industria cinematográfica y su manera de entender la relación de las mujeres con el cine.

El libro funciona, por lo tanto, dando a conocer la existencia de ausencias en cuanto a participación femenina en
esta industria durante ciertos períodos, así como completando un vacío en lo bibliográfico, donde existe una clara
falta de información sobre aquellas directoras que sí tuvieron participación en este campo.
En esta entrevista, las autoras desarrollan esta temática, los motivos que las llevaron a realizar un trabajo al
respecto y los avances que pueden distinguirse hoy en día.
¿De qué manera y a partir de qué disparadores surge la idea de realizar este libro? ¿Qué fue lo que las
incitó?
Agustina Pérez Rial: Hace 6 años empecé con mi tesis de maestría en análisis del discurso (mi tesis tiene
bastante que ver con el libro, que de hecho me sirve como contextualización: es sobre cine argentino hecho por
mujeres entre el 2000 y el 2010). Cuando yo empezaba a armar una especie de estado del arte, me di cuenta que
en muchas historias del cine había una omisión muy fuerte de la inserción de las mujeres en algunos rubros
particulares como era el de directora. Esa omisión tenía varios motivos: uno era que habían sido pocas, pero
después, las que habían aparecido, que uno podía rastrearlas ya en otros documentos del estilo “El heraldo del
cinematografista”, estaban ausentes. Entonces fue que noté esa primera necesidad bibliográfica. En la maestría,
donde nos conocimos con Paulina, notamos un gran interés en común por dos directoras: Chantal Akerman y
Agnés Varda. Nuestro primer trabajo fue un ciclo en el año 2012, en el que intentamos cruzar algunas producciones
de estas directoras, con otras de directoras argentinas contemporáneas, e invitamos a una serie de ensayistas. Ese
fue el punto de partida del cual surgió la idea de armar un libro, ya focalizándonos en la producción argentina.
Paulina Bettendorf: En parte ese ciclo nos abrió a lo que fue después el armado del libro, en el sentido de que
varias de estas jornadas tenían a un teórico y a una directora. Por ejemplo, Anahí Berneri, Gustavo Aprea con
Celina Murga, entonces creo que ya en ese primer momento apareció la idea de combinar los ensayos con las
entrevistas, es decir, que estuvieran esos dos puntos de vista, que fue lo que buscamos para armar el libro.En lo que respecta al desarrollo, la recopilación y búsqueda de material para la realización ¿Fue sencillo o
encontraron algún obstáculo?
Pérez Rial: Pensamos que la biblioteca del ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización
Cinematográfica) es un gran lugar de búsqueda, y quien la dirige, Adrián Muoyo, es un gran facilitador de estas
búsquedas. Al notar este vacío bibliográfico fuimos y se lo comentamos, y él fue más que generoso en ayudarnos.
Como obstáculos diría que, por ejemplo, si uno revisa libros con referencias como los de Claudio España, que son
varios tomos gigantes y de muchísimas páginas sobre la historia del cine en Argentina, no hay mención, siquiera a
Vlasta Lah, a quien rescatamos como primera directora de un largo de ficción.
Bettendorf: Sí, de alguna manera fue como recuperar y recopilar información porque desde los libros había poco.
Tuvimos que empezar a bucear en las carpetas con recortes de diarios y de revistas a ver qué era lo que había.
También entrevistamos a Marta Bianchi, directora de “La mujer y el Cine”, que nos permitió bucear en su archivo
personal y nos facilitó bastante material.Es decir, que ya en la misma realización del libro notaron estos vacíos
bibliográficos.
Bettendorf: Cuando encaramos este libro decidimos hacer esta búsqueda
historiográfica de todas las directoras argentinas y armar una historia. Eso
también nos llevó a ver cosas que faltaban, y justamente esta cuestión muy
fragmentaria que había sobre las mujeres como directoras. Por ejemplo, el
período del cine silente en argentina no está muy investigado, por lo tanto ahí
fue difícil encontrar algunas fechas. De pronto nos dijeron que había investigaciones que se estaban realizando en
el mismo momento. Es un período muy difícil de rastrear e implica sobre todo sentarse a mirar diarios.
Si se analiza y entiende como una problemática de género, ¿por qué creen que se dieron estos saltos y
vacíos en la historia del cine?
Pérez Rial: Diría que el cine en sus inicios era una cuestión casi de oficio, y una profesión bastante cara. Creo que
a la mujer le costó el acceso hasta el momento en que el cine empezó a profesionalizarse y escolarizarse. El gran
factor del ingreso de las mujeres al cine es la proliferación de escuelas en la mitad de la década del 90. Es decir,
antes podemos encontrar a María Luisa Bemberg y con cierta portación de apellido, Vlasta Lah estaba casada con
un director, y ejemplificando más el ingreso a ese ámbito por sus maridos, encontramos a Beatriz Guido y Torre
Nilsson.
Bettendorf: El período más fuerte, en el que no hay ninguna directora, es el de los estudios, es decir entre 1930 y
1950, cuando la Argentina estaba organizada de una forma bastante en imitación a los estudios de Hollywood y
producía el cine que se veía en toda América Latina. Era una industria importante y en ese momento no hubo
ninguna directora mujer. Sí figuran en esa etapa, por ejemplo, como guionistas, y muchas teniendo entrada a través
de sus parejas. Los momentos de aparición de las mujeres se dan cuando se resquebraja ese sistema, porque
yendo un poco más atrás, a la etapa del cine silente donde no había estudios y tenía que ver con empresas
individuales, encontramos ahí incluso a una mujer que tenía una escuela de actuación para niños, entonces las
películas están hechas con sus alumnos. Esto es una continuidad del rol de maestra, que es un lugar en el que la
mujer podía estar. Las mujeres reaparecen en los años sesenta como cortometrajistas, y ahí diría que empiezan a
armar un lugar. (…)

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