Opiniones diversas sobre el feminismo, las inequidades de género, los prejuicios y las visiones masculinas sobre estos temas en Cuba, más habituales en ámbitos reducidos de discusión, alimentan una polémica que se abre paso en espacios digitales y por correo electrónico en esta isla caribeña.
El punto de partida fue la publicación del artículo «Género a debate y un hombre que mira», del realizador de audiovisuales José Martín Díaz, aparecido el 14 de marzo en la edición digital de la revista cultural El Caimán Barbudo, que provocó otros artículos y comentarios.
Entre otras ideas, el autor sostiene que «tanto las niñas como los niños aprenden desde bien temprano sobre la discriminación femenina» y presume «que los hombres están muy felices de las exigencias que se les puedan hacer porque se supone no son exigencias, sino demandas de su naturaleza masculina que no pueden evitar».
Para Martín Díaz, «lo que entendemos como hombre masculino no es una verdad científica, sino un supuesto, un criterio cultural al que debe obedecer el evaluado». Por otro lado, «la mujer tiene todas las licencias para el lamento y hasta se le educa para ello, el hombre lo tiene prohibido», subraya.
Estas actitudes, en su opinión, determinan en los debates sobre género, pues «las problemáticas de la mujer son expuestas, analizadas muy profundamente y divulgadas», mientras «con los hombres no sucede y lo más interesante es que tal y como a veces se habla, pareciera que existe un concilio masculino».
Partidario de que «a los debates de género les perjudica la ausencia de contraparte», Martín Díaz considera que «las quejas femeninas conforman una enorme lista mientras que los hombres no pasan de dos o tres temas».
«El patriarcado no es un dios benefactor de los seres masculinos, él no está ahí para escucharnos y cumplir nuestros deseos, él ni siquiera pregunta qué queremos. No nos acuna en sus brazos, nos lleva a látigo como a cualquier otro mortal», se queja Martín.
Entre las primeras replicó a su artículo la periodista Lirians Gordillo, una de las coordinadoras del espacio mensual de debates «Mirar desde la sospecha», del Programa de Género y Cultura del no gubernamental Grupo de Reflexión y Solidaridad «Oscar Arnulfo Romero».
«Valorar la búsqueda de justicia por parte de las mujeres como queja desproporcionada, ingenio rebuscado y expresión del resentimiento, ya que desgraciadamente les tocó la peor parte en la repartición de derechos, desconoce la tradición del movimiento feminista», increpó Gordillo.
La periodista lamentó que se viertan opiniones sobre la base del desconocimiento y agregó que «reducir el accionar de las mujeres al lamento invisibiliza lo que se hace hoy por el empoderamiento de las mujeres, no solo en la capital y en proyectos culturales», sino también rurales, comunitarios y otros.
«Solo un estudio que cuente con información estadística actual nos ayudaría a precisar si las verdaderas motivaciones de las mujeres para su superación yacen en el enfrentamiento a los hombres o en aspiraciones personales», objetó Gordillo en su y artículo «Rasgando velos desde otro mirar», publicado simultáneamente en El Caimán Barbudo el sitio Género y Cultura.
La periodista precisa que «uno de los aportes más significativos de la teoría de género ha sido reconocer al patriarcado como un sistema de dominio que supera los cuerpos y se expresa en creencias, prejuicios, estructuras, sistemas de relaciones, entre otros».
En esa misma línea reaccionó la periodista Helen Hernández, otra de las coordinadoras de «Mirar desde la sospecha», en su comentario «Buscando otro modo de ser». En desacuerdo con el criterio desde el cual Martín Díaz analiza «el complejo y espinoso asunto de las inequidades de género», Hernández Hormilla indica que el artículo de este visibiliza lo que se conoce como neomachismo y neomisoginia.
«Me refiero a los discursos que, partiendo de un supuesto apoyo a la igualdad, terminan intentando deslegitimar la lucha por alcanzar derechos elementales de las mujeres como seres humanos pues, al parecer, ya alcanzamos reivindicaciones suficientes y debemos pasar a otros asuntos más apremiantes», explica la periodista.
En su comentario asegura que «el añejo prejuicio antifeminista se reedita a través de la historia y en distintos contextos, como sucede casi siempre con toda ideología que pretende superar una estructura de poder dominante».
Subraya, además, que las leyes del género «resultan opresivas para cada ser humano puesto que parten de una estructura jerárquica, discriminatoria y dicotómica devenida sistema de dominación, que hoy conocemos como patriarcado».
Efectivamente, «este ‘no es un dios benefactor de los seres masculinos’, como ironiza el autor. Hablamos de un sistema abstracto de pensamiento, representaciones, símbolos y leyes que se entroniza como cultura común y es naturalizado, sobre la base de que las diferencias biológicas entre mujeres y hombres implican una jerarquía de poder», acota Hernández Hormilla.
«Cuando se pretende ridiculizar y convertir en queja una lucha por conquistar derechos legítimos para la humanidad toda, y, en especial, para aquella mitad que aún sigue estando desfavorecida, no puede notarse menos que desconocimiento de toda una historia del revolucionario movimiento político, ideológico y epistemológico que ha sido el feminismo», alega la autora del libro Mujeres en crisis, que indaga sobre la actual narrativa femenina cubana.
«Me parece positivo que varios hombres se quieran sumar a esta batalla feminista», agrega, pero «competir por quién sufre más simplifica el asunto. Ojalá algún día las víctimas no existieran, mas lo cierto es que las mujeres siguen llevando en esta ecuación la peor parte», enfatiza.
Otras voces siguen la polémica en post y comentarios. «La búsqueda de la justicia, la equidad, el hacer visibles que el patriarcado como estructura social es la base de las desigualdades de género y otras, la necesidad de fundar maneras de relacionarnos que desmonten estas, verticales y hegemónicas, son verdades que el feminismo hizo visible y que por ello reivindicamos», anotó la académica Danae C. Diéguez
Tras varias precisiones legales, el abogado Abel Mesa D’Aure asegura que la sociedad cubana «sigue siendo machista y patriarcal, es un hecho», algo que el jurista vincula a la formación cultural y las tradiciones religiosas y jurídicas, de raíz española; a «concepciones obsoletas que menoscaban el derecho inalienable de las mujeres», cuya «batalla todavía será larga».
«Está muy bien que los hombres podamos desahogarnos de vez en cuando», dijo por su parte quien se identificó como «Hombre que lava, limpia y cocina». En las citadas páginas web igualmente vierten criterios la bloguera Sandra Álvarez y las periodistas Paquita de Armas y Sara Más.
Para esta última, el tema es de una profunda raíz ideológica y «mucho más complejo que disponer dos bandos y afiliarse a uno de ellos: el de los hombres y el de las mujeres, hasta que parezcan irreconciliables».
Partidaria de que discusiones de este tipo sean más frecuentes en los medios, porque «en este tema todavía nos queda mucho para alfabetizarnos», la periodista alega «que el análisis de género debe implicarse en nuestras vidas de forma integrada, no absoluta ni aislada, que sí permanente».
«Qué lástima que la incomprensión siga campeando en los medios de comunicación», dijo, por su parte, «Otra mujer», alias empleado por una de las participantes en el ciberdebate, que aún permanece abierto a nuevas opiniones.