La vorágine informativa en la que vivimos actualmente, generalmente, no nos da tiempo para la reflexión, la crítica, la relectura de los hechos; de manera tal que lo importante se iguala a lo accesorio, lo profundo con lo banal y la naturalización de hechos y circunstancias que merecen ser mirados con detenimiento nos van acostumbrando a no interpretar los acontecimientos, ver más allá de lo inmediato. Como integrantes de
Los femicidios se han instalado en los espacios gráficos, televisivos o radiales como «crímenes pasionales» como si los asesinatos de mujeres fueran el resultado de una «perturbación o afecto desordenado del ánimo» 2 y consecuentemente los homicidas son registrados como seres fuera de control, locos, que no pueden manejar la situación y entonces matan sin razón.
Doce mujeres fueron asesinadas en los dos primeros meses del 2007 de acuerdo a la información periodística y sesenta y cuatro protagonizaron las crónicas periodísticas en este sentido en el 2006.
Maridos, ex cónyuges, novios y antiguos compañeros son los responsables de la mitad de las muertes violentas de mujeres en el mundo, según el Informe mundial sobre Violencia y Salud que hizo público
Para quienes venimos trabajando, reflexionando, sobre
Por ejemplo muchas veces se frivoliza sobre el móvil del homicidio aportando conjeturas, testimonios banales, en definitiva, aportando informaciones superfluas y engañosas.
No ver más allá del acto aislado lleva a la simplificación en el intento de encontrar «una» razón para explicar el por qué de la violencia contra las mujeres. El enfoque se agota en la forma y no en el fondo de los hechos
La repetición de circunstancias, protagonistas y modalidades lleva a detenernos en los asesinatos de mujeres para registrar que la muerte es el colorario de una sucesión de hechos de violencia: subestimación, desvalorización, control de los actos y del dinero, amenazas, gritos, golpes. Todos ellos reflejo de una relación de poder donde las mujeres corremos con desventaja. No hay una razón individual aunque se trate de un acto individual.
Los femicidios tienen origen en las relaciones desiguales de poder entre los hombres y las mujeres. Hay femicidio cuando el Estado no da garantías a las mujeres y no crea condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad o en la casa.
Para que algo cambie en relación al tratamiento que los medios hacen del tema de la violencia contra las mujeres se debe comenzar a cambiar la representación que de nosotras se hace en ellos. Dejar de vernos como objetos remarcando estereotipos vinculados a la pasividad, la debilidad que promueven la violencia y las desigualdades de género. Dejar de utilizar nuestros cuerpos deliberadamente para aumentar los beneficios empresariales y complacer la mirada masculina.
La importancia que los medios tienen es no sólo por su rol de informar, sino también la posibilidad que tienen de formar; en este sentido, son un instrumento valioso en la defensa de los derechos, la dignidad y la libertad de las mujeres víctimas de violencia.
En nombre de
Zulema Palma, Mujeres al Oeste
Circulado por RIMA
Marzo de 2007