Mujeres directivas: Del “techo de cristal” al “techo de papel”

Como mismo existe un “techo de cristal”, que esconde los límites muchas veces invisibles que impiden a las mujeres acceder a los puestos más altos de toma de decisiones, parece existir otro “techo de papel” que, desde los medios y productos comunicativos, naturaliza prejuicios y estereotipos que tampoco favorecen su avance en ese camino de ascenso profesional.
Así lo concluye un sondeo en medios que indagó acerca de representación mediática de las mujeres directivas en la prensa escrita cubana, a partir de una visión cualitativa que se adentró en el análisis crítico del discurso. La mirada indagó no solo en los recursos periodísticos empleados, sino también en los contextos: desde las actividades y prácticas que se asocian a las mujeres directivas hasta los vínculos interpersonales que se les asignan, pasando por los adjetivos utilizados para calificarlas y describirlas, el tono con el cual se les presentan y el uso de las imágenes e infografía, entre otros aspectos.
Si bien el sondeo constató la presencia de mujeres como protagonistas de productos comunicativos con una tendencia ascendente, también comprobó que estas aparecen, fundamentalmente, en oficios no tradicionales.
“Se nos muestran, sobre todo, como mujeres excepcionales”, valoró su autora, la Doctora en Comunicación Isabel Moya. Un ejemplo clásico de ese tipo de mujer fuera de serie es el de una conductora de grúa que “no le teme ni a las alturas”, según asegura su autor, mientras reafirma el mito de la supermujer, por demás difícil de alcanzar.
La investigadora tuvo en cuenta todos los materiales, sin distinción de géneros periodísticos, publicados en los tres periódicos de circulación nacional (Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores) y que tuvieron como centro a una mujer a lo largo del primer semestre de 2011.
Son pocos los productos comunicativos que abordan el tema de la mujer directiva, quien aparece o es citada, mayormente, como fuente de información, concluye el sondeo.
Si bien el nivel educacional alcanzado por las cubanas las ha llevado a conformar el 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional del país, y las sitúa en posición de expertas, en muchas ocasiones se pierde la oportunidad, en una entrevista de este tipo, de abordar otros temas relacionados con las oportunidades y obstáculos para las mujeres y el ejercicio del poder. De ese modo, se profundiza muy poco en las relaciones de igualdad, desigualdad y discriminación; se desaprovecha el tratamiento mismo de su ascenso profesional y se privilegia su función como fuente de información sobre otros temas.
Con frecuencia, la vida familiar es un elemento al cual se las relaciona en las entrevistas, que es el género periodístico más utilizado. Se ha vuelto un lugar común preguntarles cómo logran conciliar el mundo público con el privado, algo que jamás se les pregunta a los hombres. Así se da por sentado que ellas deben responder siempre a la demanda familiar o, al menos, ser eficiente en todos los terrenos, por lo que la representación que prima es la de la “supermujer” o “mujer pulpo”.
Adjetivos como valiente y osada son los más socorridos para calificar a estas mujeres, cuyas conquistas “se presentan como logros individuales y no se anclan a los procesos de empoderamiento colectivo”, precisa el sondeo.
En ese afán de mostrar a caracteres femeninos “fuera de la norma”, por ejemplo, uno de los materiales se detiene en una mujer policía, y aunque la propia entrevistada se refiere a los prejuicios de los hombres que vivencia a diario, por el solo hecho de ser mujer, la periodista la califica de “pícara” (socarrona, pilla) por su estrategia de dirigirse correctamente a las personas a las que interpela en el cumplimiento de su deber, e inmediatamente y asociándolo a la picardía refiere una anécdota de su vida amorosa.
“¿Se hace este tipo de preguntas a hombres en igual situación y condición? ¿Por qué la periodista no aprovecha con mayor intencionalidad las declaraciones de la entrevistada para evidenciar las manifestaciones machistas que aún proliferan en nuestra sociedad? ¿Se utilizaría el calificativo de pícaro para dirigirse a un suboficial hombre?”, se pregunta Moya.
Se trata de una práctica que acude a recursos reiterados cuando se dibuja o entrevista a mujeres en oficios no tradicionales: se siente la necesidad de feminizarlas, se acude a calificativos que nunca se emplean con los hombres y se fija la atención hacia lo afectivo.
Junto a estos estereotipos, reproducidos y llevados a la práctica periodística, el sondeo identificó también buenas prácticas, como aquellas en las cuales se indaga conscientemente en la problemática de género; se abordan temas poco tratados, como la culpabilidad que sienten muchas madres cuando no responden a los mandatos tradicionales de la maternidad, o cuando las formas en que se ejerce el poder no les deja espacio para el ejercicio de esas funciones.
El sondeo de medios identificó una sola entrevista de la muestra donde el proceso de empoderamiento se aprecia en una dimensión colectiva: no solo se alude a la mujer protagonista de la historia –en este caso la presidenta de una cooperativa agrícola–, sino a otras de las directivas y a la relación con el resto de los trabajadores y trabajadoras. Igualmente, en la fotografía aparecen varias mujeres y al pie de foto se destaca la condición de dirigentes de las que figuran en la gráfica. La publicación del material en la sección de noticias nacionales, en un espacio privilegiado, potenció la relevancia del tema, reconoce el estudio.
“Es cierto que muchas veces estas mujeres no quieren hablar del camino recorrido para llegar a donde están, se niegan a contar las barreras que encuentran, pero ese es el gran desafío para periodistas y comunicadores”, comentó la autora del estudio.
Entre otras recomendaciones, el sondeo propone seguir investigando el tema de las representaciones femeninas y masculinas en los medios, socializar sus resultados entre profesionales de la comunicación, darle prioridad a estos asuntos en la agenda de los medios y promover el empleo de géneros de opinión y no solo entrevistas, para acercarse a problemáticas de este tipo.
También aboga por tratar y explorar, en los medios, otras aristas como las formas de dirección de hombres y mujeres, la conciliación de la vida familiar y profesional en unos y otras, y la política de promoción a puestos de toma de decisiones, entre otros.
“No se trata solo de hablar de las mujeres que están en cargos importantes o decisorios, sino de aludir también a otros asuntos que denotan aún exclusión y discriminación”, señaló Moya.
Para la autora del sondeo, otro desafío para los medios de comunicación es no dejarse seducir por las cifras, sino tomarlas como punto de partida para profundizar en aquellos aspectos en los que todavía las mujeres se ven limitadas por situaciones de discriminación y desigualdad, deconstruir los mitos y develar los mecanismos que aún reproducen el patriarcado.

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