La fecundidad ausente

Ninguna sociedad como la cubana ha experimentado tan profundas transformaciones sociales, políticas y económicas en tan cortos períodos de tiempo: La isla pasó de ser colonia a república neocolonial y de ahí a construir el socialismo en apenas 60 años. Eso trae una impronta demográfica. ¿Cómo se manifiesta y cómo se refleja en los medios de comunicación?

 

Según el informe presentado ante la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994, «la fecundidad es la variable demográfica que más ha incidido de manera general en el volumen y estructura de la población en las últimas décadas”.

El descenso de la fecundidad ha tenido una influencia directa en la definición de los más importantes problemas demográficos. Cuba integra hoy, junto a Argentina, Uruguay y Chile, el grupo de los países latinoamericanos con una transición demográfica completa o muy avanzada. Si a principios de los años 50, la tasa bruta de reproducción (TBR) en la isla –cantidad de hijas por mujer en edad fértil- era cercana a dos, a principios de los noventa ya había descendido a 0,89 y al cierre de 2006 era estimada en 0,68.

Desde 1978 las mujeres de la isla no alcanzan el nivel de reemplazo poblacional, al no dejar al menos una hija al finalizar su período reproductivo, y las estadísticas y proyecciones no apuntan a un cambio en ese indicador.

Sectores especializados -en medio de polémicas por desacuerdos con el término-, están hablando de una segunda transición demográfica, a partir de una concepción surgida en Europa, cuando especialistas en demografía buscaron elementos para tratar de explicar qué pasó en ese continente luego de la primera transición. En la isla caribeña, advirtiendo todo lo de controvertido que tiene el concepto, podría describirse a partir de una situación inédita: casi tres décadas sin reemplazo en la fecundidad, y todos sus efectos, por sólo citar un rasgo fundamental.

Un trabajo realizado en el Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana, por las investigadoras Nodalys González y Grisell Rodríguez Gómez, precisa, además, que se está produciendo un incremento en la edad en que las mujeres deciden tener descendencia.

Entre 1990 y 2002, período de referencia de las autoras, la edad promedio en que las cubanas procrean mostró un aumento paulatino desde 25,2, hasta 26,5 años. En otras palabras, en poco más de una década esa edad media se incrementó en 1,3 años y, aunque el grupo de mujeres de 20 a 24 años sigue llevando el mayor peso en la reproducción, ya no es posible obviar la tendencia ascendente que viene marcando el grupo de entre 25 y 29 años.

Así las cosas, el país no llegará a sumar los 12 millones de habitantes. La disminución progresiva de la fecundidad incide de manera definitoria en el crecimiento demográfico y acentúa lo que se considera su principal problema demográfico: el proceso de envejecimiento de la población. De hecho, al cierre de 2006 se registró ya una tasa anual de crecimiento negativa (-0,4 por cada mil habitantes); es decir, que la población decreció en 4.793 personas.

Ante esta realidad demográfica, los medios nacionales de comunicación, en particular los impresos, muestran un pobre tratamiento de estos temas.

LA PRENSA AL BANQUILLO

 

Un análisis de las bases de datos a texto completo de los periódicos cubanos Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores y de la revista Bohemia, desde 1995 hasta 2005, reveló que la situación demográfica cubana no se refleja de acuerdo a su real importancia en las páginas de estos medios.

Los periódicos, con frecuencia diaria o semanal y circulación nacional, publicaron menos de siete trabajos sobre estos temas como promedio anual, asumiendo como tales cualquier información al respecto y no solo artículos o reportajes de análisis. En el año 2004 las cifras se elevan a unos 10 trabajos promedio, coincidiendo con las actividades por los diez años de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo, en 1994.

Solo Juventud Rebelde y Bohemia publicaron en el período más de tres análisis en profundidad sobre algún tema relacionado directa o indirectamente con la fecundidad: envejecimiento, planificación familiar y aborto. En el caso de Granma, esa cifra se reduce a dos y Trabajadores solo publicó uno.

Es Bohemia, la publicación que más ha analizado estos temas, aunque los trabajos aparecidos ven limitado su efecto por el alcance de la tirada. La revista, que hasta 1989 tenía 96 páginas, era semanal y mantenía una tirada de 320 mil ejemplares; hoy es quincenal, tiene 76 páginas y apenas edita unos 100 mil ejemplares.

Hay que tener en cuenta, además, que estudios sobre los recursos humanos, en la prensa escrita cubana, han detectado que en los colectivos laborales de estos medios se ha incrementado la cifra de periodistas reorientados de otras especialidades en diplomados muy breves, creados en los últimos cinco años ante la escasez de profesionales de la prensa en el país.

Hoy se habla, incluso, de una desprofesionalización del sector y tal criterio se sustenta, también, en la evidencia de que la mayoría de los reclamos de superación continúan relacionados con el abc del periodismo, y no con intereses de especialización, o profundización teórica de más alto vuelo.

Así las cosas, los medios de comunicación impresos no tienen herramientas suficientes para comprender la actual situación demográfica del país. Y en consecuencia, no están siendo efectivos a la hora de explicarla a sus lectores.

De buenas intenciones….

….se hace el camino del infierno, dice el refrán y la máxima puede aplicarse perfectamente a no pocos esfuerzos de los medios de comunicación.

En los temas de población, los medios suelen caer en la repetición automática de datos, incomprensibles para un público medio, sin ahondar en las causas de los fenómenos y en el impacto real que el “aterrizaje” de los datos puede tener para la gente en la vida cotidiana, en su casa o comunidad.

Y tratándose de fecundidad, decrecimiento poblacional y envejecimiento, no faltan en los medios los mensajes que, con las mejores intenciones de fondo, intentan promover un aumento del número de hijos a través de la repetición de estereotipos que tienden a acentuar el papel de la mujer como ente reproductor, al vincular la realización femenina al hecho de ser madre.

¿CÓMO SE VE DESDE ADENTRO?

Entrevistas anónimas con 20 periodistas, de estos órganos de prensa, directamente vinculados a la información nacional -12 mujeres y ocho hombres-, con edades comprendidas entre los 26 y los 61 años, aportaron otras aristas al análisis. De ellos, 13 son graduados de periodismo y el resto reorientados de otras especialidades, con un diplomado, de entre seis meses y un año, en técnicas periodísticas.

Una primera brecha salta a la vista al comparar estas entrevistas con resultados de investigaciones anteriores realizadas en centros especializados, que buscaban las claves del descenso de la fecundidad de las cubanas.

Mientras las y los periodistas consideran que el punto de partida de cualquier intento por informar acerca de la situación de la fecundidad deben ser explicaciones detalladas sobre el fenómeno y su impacto en la situación demográfica; las mujeres –y sus parejas-, interrogadas por expertos acerca de sus expectativas con relación al tamaño de la familia, buscan apoyos concretos para enfrentar sus situaciones cotidianas específicas y no definiciones del fenómeno a nivel macrosocial.

Además, el conocimiento acerca de la fecundidad y su relación con otros procesos, como el de envejecimiento, es muy bajo. De 20 periodistas, solo siete lograron identificar claramente la relación entre fecundidad y envejecimiento; nueve consideraron la baja fecundidad en Cuba un fenómeno “aparecido a raíz del período especial”; tres la atribuyeron solamente a un mejor empleo de los métodos de planificación familiar y cuatro articularon análisis relacionados con el cambio en la condición de la mujer, a partir de 1959.

 

Apenas seis de los entrevistados hicieron evaluaciones más exactas de la multicausalidad de la baja fecundidad, lo que apunta a un débil conocimiento del contexto social. ¿Si los emisores de los mensajes no son capaces de comprender cómo se inserta en su realidad concreta determinado asunto, qué queda para las audiencias?

Al indagar acerca de si habían recibido preparación específica para el manejo e interpretación de las estadísticas, la respuesta negativa fue prácticamente absoluta. Excepto en un caso, ninguno de los periodistas entrevistados ha recibido, siquiera, nociones básicas de interpretación de estadísticas de ningún tipo, ni en pregrado, ni en posgrado.

La carrera de periodismo no incluye, en su diseño curricular, ninguna asignatura afín y en los casos de los profesionales entrevistados que provenían de otras carreras, estas eran mayoritariamente pedagógicas o del área de las humanidades, donde tampoco se incluyen estas materias.

Paralelamente, las personas entrevistadas evaluaron que las opciones de superación existentes en la actualidad estaban más encaminadas hacia el empleo de la computación y los idiomas, y menos hacia la investigación en el periodismo y sus herramientas, perfil este último donde ocasionalmente se incluye la interpretación de estadísticas.

No obstante, cuando se les preguntó si estarían interesados en acceder a alguna acción de superación en este sentido, solo seis respondieron afirmativamente. El resto declaró que no “por falta de tiempo” (7), “porque tienen que dedicar tiempo a los idiomas, que son más importantes” (4) o porque “no vale la pena invertir ese tiempo y esfuerzo” (3). Dos entrevistados agregaron a esas razones “qu ya estaban viejos para ponerse a estudiar”.

Vale destacar que 11 de los entrevistados consideran que en Cuba “casi nunca se publican estadísticas demográficas” y no supieron decir dónde buscarlas en caso de que les hicieran falta para algún trabajo concreto.

Sobre por qué los temas demográficos y otros afines aparecen tan poco y tan superficialmente tratados, la mayoría (14) declaró, de maneras diversas, que no estaban en las agendas o entre los objetivos editoriales de sus medios y coincidieron en que eso podía estar causado por la desinformación misma sobre los temas entre periodistas y autoridades de la prensa.

Evidentemente, si no hay conocimiento del impacto para la sociedad de determinado fenómeno, no se tiene en cuenta su cobertura en los planes editoriales.

En siete de los casos, se refirieron,  además, a dificultades para  acceder a fuentes de información especializadas.

Efectivamente, la mayoría del personal periodístico de los medios nacionales de comunicación impresa no están lo suficientemente capacitados para enfrentar con responsabilidad el proceso comunicativo en los temas de población y no parecen tener mucho interés o motivación en adquirir esa preparación.

Y aunque ha sido demostrado que las personas no toman decisiones relativas a su reproducción y al tamaño de su familia en función de determinadas coyunturas demográficas, valdría la pena estudiar cómo orientar a la prensa a la hora de emitir mensajes acerca de estos temas. Y, ¿por qué no?, de intentar ejercer una influencia sobre sus destinatarios.

 * Dixie Edith. Periodista cubana. Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana, en 1994. Actualmente labora en la Revista Bohemia y publica en otros medios de comunicación como la revista Lazo Adentro, del Centro de Prevención de las ITS/VIH/Sida, la agencia de noticias IPS y Excelencias del Caribe. Colabora con la agencia internacional Servicio de Noticias de la Mujer (SEMlac), desde la década de los años 90 del pasado siglo. Ha ganado diferentes reconocimientos en concursos periodísticos y cursado superación en terrenos afines a su especialidad como los de Población y Desarrollo (Cancún, México, diciembre de 1998), Mujer y Tecnologías (Kalmar, Suecia, mayo del 2001); Género y Comunicación (Instituto Internacional de Periodismo José Martí, febrero de 2004). Actualmente cursa una maestría en Demografía en el Centro de  Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM) e imparte clases de periodismo de precisión en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

 

 

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