Medios cubanos de prensa: ¿Ser o no ser feminista?

A pesar de que a diario se profundizan las especializaciones en prácticamente todos los campos del conocimiento, tal vez sea la interdisciplinariedad el signo de la investigación moderna. En las ciencias sociales actuales son cada vez más abundantes los cruces de caminos, las alianzas de supuestos y credos diferentes, en busca de verdades mayores y mejores. Una de esas uniones está entre las teorías de género y los estudios sobre la comunicación. Saberes relativamente jóvenes aún, hijos ambos del siglo XX, aunque en dos momentos diferentes, la Teoría de la Comunicación y la Teoría de Género, no son tan ajenos entre sí como pudiera parecer de un primer vistazo.

En opinión de la Doctora Isabel Moya Richard, experta cubana en materias de género y medios de comunicación, el desarrollo de esta relación radica «en el caso de la Comunicación, por la necesidad de comprender la producción, distribución y recepción del conocimiento y la información que se produce en el ámbito mediático (…) y en el de la Teoría de Género, por la urgencia de entender la manera en que se estructuran y sostienen las relaciones entre los individuos sexuados»1.

Así pues, resulta imprescindible entonces reivindicar la pertinencia de que los estudios de comunicación asuman, desde un enfoque multidisciplinar, a la Teoría de Género en su aparato conceptual, metodológico, teórico y epistémico. En criterio de Moya, «los medios son un espacio estratégico para lograr el cambio en la situación y condición de las mujeres pues han devenido marcos de referencia e interpretación de la realidad»2.

Según diversas investigaciones, es fácilmente constatable que un trabajo periodístico es una construcción social de realidad y su contenido es, entonces, el producto resultante de un proceso social. Se admite, por lo tanto, que la realidad presentada a través de los medios no se compone de hechos y acontecimientos con existencia propia e independiente a la forma en que las personas que comunican la conciben.

De un vistazo, apelando a herramientas como la sociología de la producción de mensajes y sin necesidad de exhaustivos análisis de contenido, resulta evidente la afirmación anterior. Los medios cubanos, salvo contadas excepciones, por lo general no incluyen en sus preceptos creativos la perspectiva de género en el momento de elaborar sus productos comunicativos.

Más de una vez he escuchado y leído las frases igualdad sí, pero sin caer en feminismos, u otras del mismo corte, como femenina, pero no feminista. Intrigada ante tales argumentos, y por la flagrante contradicción que entraña en sí misma cada una de esas afirmaciones, busqué respuesta en una muy cercana compañera de trabajo y especialista, por demás, en estos temas. Su respuesta me despertó aún más interrogantes: son las representaciones sociales estereotipadas que existen sobre algo de lo cual se tiene mucho desconocimiento. A partir de ese momento me propuse entender a qué se refería y por qué sucedía.

Desarrollada por la psicología y la sociología, la categoría representación social fue descrita en la década de los 60, del pasado siglo, por el francés Serge Moscovici. Designa al «conjunto de conceptos, enunciados y explicaciones originados en la vida diaria, en el curso de las comunicaciones interindividuales (que) se corresponden con los mitos y los sistemas de creencias de las sociedades tradicionales»3. Son, por tanto, ideas, juicios, valoraciones, que sobre determinado objeto o fenómeno de la realidad se ha conformado en un determinado grupo de individuos. Casi huelga decir que estas ideas y juicios, serán determinantes en esas personas, más si son profesionales de la prensa, en el momento de elaborar cualquier producto comunicativo.

Bajo la bandera de estos argumentos, más la suma de la perentoria necesidad de encarar la investigación académica para mi grado de Licenciatura, sólo restaba poner manos a la obra.

Para llevar a feliz término mis pesquisas, necesitaba escoger un órgano de prensa donde concentrar esta labor. El periódico Juventud Rebelde, actualmente una de las publicaciones cubanas de más impacto en la población, fue el seleccionado. Con salida diaria, distribución nacional y tirada de 200 mil ejemplares, es seguido por muchas personas, aunque sus contenidos están dirigidos sobre todo a la juventud. Por esta razón, fundamentalmente, nos dirigimos a esta redacción.

Como el espacio de estas líneas resulta insuficiente para describir el largo proceso que tomó esta experiencia, prefiero centrarme en los aspectos vivenciales, humanos, que, a mi juicio, resultaron de mayor provecho, tanto para esta investigadora como para el colectivo de especialistas que colaboró de modo muy positivo.

Especialmente útil resultó un encuentro, a modo de grupo de discusión, donde se debatieron diversos aspectos alrededor del tópico en cuestión. La falta de capacitación en temas relacionados con los estudios de género y el feminismo y la no presencia de una política editorial con enfoque de género fueron identificados como necesidades esenciales en dicho periódico.

Tanto en los cuestionarios respondidos personalmente, como en el grupo de discusión, existieron criterios positivos al definir y juzgar al feminismo. Aunque también rondó la idea de que el feminismo es el machismo de las mujeres, asociándolo con posiciones extremas y de beligerancia entre ambos sexos.

A partir de sus propias respuestas, pudimos determinar que estos criterios son el resultado, principalmente, de informaciones obtenidas a partir de lo que cada una de estas personas han vivenciado. Dos de los hombres participantes coincidieron en haber llegado a criterios acerca del feminismo viendo, observando y leyendo. En cambio, una periodista dijo que la mujer lo vive día a día de una forma u otra. Básicamente por la experiencia diaria, expresó.

Desconocimientos y tergiversaciones aparte, es destacable la actitud del grupo profesional analizado. Más que rechazos o atrincheramientos en sus propias posiciones, percibimos aperturas, deseos de ir adelante, ansias de incorporar cualquier saber que haga mejor su gestión profesional y, por qué no, su universo vivencial y humano. Aunque reconocen que la prensa nacional pudiera tildarse de machista, y que su medio no escapa de esta definición, es justamente este periódico el que pudiera marcar una diferencia que condujera a cambios mayores en un futuro no muy lejano.

Atisbos positivos se perfilan al respecto. En opinión de uno de sus editores, una sección como Sexo Sentido, columna semanal sobre educación sexual, es uno de los subrayados en positivo acerca de estos rumbos. El valor formativo de esa página, su amplia gama de temáticas y el desprejuicio con que encara rubros diversos, resalta como argumento a defender. No sobra apuntar que varias veces rebasa los temas de la sexualidad y que la perspectiva de género es una constante en su elaboración.

Resultó prácticamente de consenso unánime la aceptación de la necesidad de capacitaciones, cursos y vías diversas para acceder a los conocimientos sobre género y feminismo. Asimismo, la implementación de políticas editoriales que tomen en cuenta dichos renglones, cuiden de la imagen de la mujer desde argumentos científicos, practiquen el lenguaje inclusivo y no multipliquen estereotipos discriminatorios, destacó también como criterio. No obstante, existen muchas dudas acerca de las posibles implementaciones de estos cambios.

Opina una editora que uno de los pilares estaría en la incorporación natural a los saberes y percepciones individuales de todo este conocimiento. A partir de ello, resultaría mucho más fácil reflejarlo en los productos comunicativos creados. En el presente, a pesar de saber que muchas veces asume posiciones sexistas, especialmente desde el neurálgico punto del lenguaje no inclusivo, no siempre logra resolverlo de manera adecuada en su quehacer.

Sin dudas, este punto del sexismo tuvo la aceptación del grupo. En general, se desea no invisibilizar a las mujeres. Pero no poseen en buena medida las herramientas para solucionarlo de manera satisfactoria. Fórmulas como la utilización de las y los, la reiteración de sustantivos en masculino y femenino (niños y niñas, etcétera), son las únicas soluciones que manejan y que además rechazan. Nuevamente surge la capacitación, el acceso a mayores fuentes de conocimiento, como la vía más expedita para subsanar estas lagunas.

Un viejo proverbio asiático reza que incluso el viaje más largo comienza con el primer paso. Dentro de un tema necesario como lo es el feminismo, que abre inusitadas posibilidades para el debate y la reflexión en los medios cubanos en general, y en el contexto de un país que se encamina a imprescindibles cambios en sus brújulas mayores, quizás Juventud Rebelde ha dado ya ese primer paso. Mínimo, pero muy importante como comienzo. Un proyecto humanista como el de Cuba, que en sus preceptos se afirma como defensor de la no discriminación por raza, sexo, discapacidad, orientación sexual, o por cualquier otra causa -y los medios de prensa son parte de ese proyecto-, debe hacer suyas las ideas que defiende el feminismo que es, justamente, la oposición a esas mismas discriminaciones, la búsqueda de un sitio mejor para la mujer dentro del entramado universal y, por ende, de una mejor sociedad toda.

Como bien señalara la experta Teresa Díaz Canals, los medios de comunicación son un espacio vital de promoción de ideas, y el feminismo, sobre todas las cosas, es una ética y la ética muchas veces no se muestra en palabras, es inefable. Hay múltiples maneras de decir y de hacer, y todas pueden tener el objetivo de llegar a la libertad y, por lo tanto, al mejoramiento humano. Toca ahora a nuestros medios el hacerlo suyo.

Notas:

1- Moya Richard, Isabel, Sin contraseña. Discurso mediático y trasgresión, , AMECO, Asociación Española de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación, Madrid, 2010, Pág.17

2- Ibídem, p.11

3- Moscovici, Serge, citado por Perera Pérez, Maricela. A propósito de las Representaciones Sociales. Apuntes teóricos, trayectoria y actualidad. En: http://www.google.com.cu/url?sa=t&rct=j&q=Perera%20P%C3%A9rez%2C%20Maricela%2C%

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cuatro × uno =