Son los medios de comunicación socializadores de los mitos que sostienen a las personas, dijo el siglo pasado el reconocido teórico francés Serge Moscovici. Y no pierde vigencia la frase en ningún contexto pues cada época hace suyos los presupuestos pretéritos o incorpora nuevas visiones, creencias, etc., sobre el sistema de género.
Asimismo las incorporan las personas, individual o colectivamente, como importantes elementos socializados en la contemporaneidad, para perpetuar los viejos roles o, por el contrario, para promover nuevos juicios de valor sobre lo masculino y lo femenino.
Los periodistas, como parte de la sociedad, poseen sus propias representaciones sociales de género y de ellas dependen sus maneras de ver y asumir la vida, pero también la forma de trasmitirla a través de mensajes periodísticos a las distintas generaciones de lectores. Una interesante mirada se dirige entonces al nexo entre ciencia y género desde el periodismo.
¿Podemos escudriñar los pensamientos de los emisores entonces a partir de lo que vemos reflejado en esa página de periódico, revista o cuartilla digital bajo sus créditos?
A partir de los resultados de un estudio, cuyo objetivo general fue evaluar la influencia de las representaciones sociales de género de los periodistas especializados en ciencia de los medios de prensa escrita nacional en Cuba en sus productos comunicativos, apreciamos una manifestación predominante de la representación social de género tradicional, muy coherente con los presupuestos de la cultura patriarcal que refleja el androcentrismo en la práctica científica, aunque también notamos diversidad en las formas de reflejar ese conjunto simbólico asumido por cada cual.
La representación social de género predominante en los periodistas –según la investigación- se sustenta en los roles y estereotipos tradicionales de lo masculino y lo femenino, aunque en el núcleo de las representaciones se esgrimen algunas posturas transgresoras, dispuestas a enjuiciar conductas discriminatorias o a desentrañar sus consecuencias.
Las mujeres son reconocidas generalmente en su estereotipado momento de sacrificio por los múltiples roles que asumen en la sociedad, su dinámica familiar, sus relaciones humanas, mientras que al hombre científico se le representa en un plano superior de éxito profesional, por la búsqueda de la verdad y los resultados de trabajo.
Algunos criterios dan vida al estereotipo de que las ciencias exactas o «duras», son difíciles y para hombres, mientras que la «blandas» son más asequibles para las mujeres.
El nivel de información de algunos periodistas respecto a otros sobre la categoría de género es superior gracias a lecturas de auto superación, o ha sido proporcionada en postgrados y maestrías.
Según las entrevistas realizadas a 10 de los periodistas, que integran el círculo de periodismo científico de los medios de prensa cubanos, la mayoría asumen una actitud conformista respecto a los roles tradicionales de género que la sociedad ha perpetuado.
El discurso periodístico de esos emisores, que por lo general atienden secciones fijas sobre ciencia y tecnología revela que, desde los medios, se estimula una desigualdad cognitiva respecto a la ciencia pues se expresan determinados privilegios: el mayor reflejo de las ciencias biomédicas, técnicas y exactas respecto a agrarias y las sociales, así como el predominio de las investigaciones de países desarrollados frente a interesantes aportes tercermundistas.
Existe también una estereotipada visión del avance científico como progreso unidireccional de la ciencia, sin ningún o escasos repliegues o cuestionamientos.
Las periodistas, por lo general, contrastan fuentes, pero la mayoría de quienes tienen voz y exponen sus criterios en los productos comunicativos son fuentes masculinas que coinciden, muchas veces, con los líderes de investigaciones, personalidades con títulos científicos y directivos de empresas e instituciones científicas.
De esa forma las mujeres tienen menos probabilidades de «aparecer» en los medios, a menos que los periodistas se lo propongan.
A partir del análisis de los 108 productos comunicativos procedentes de los diarios Granma y Juventud Rebelde, las revistas Bohemia y Juventud Técnica, el semanario Trabajadores y las agencias de noticias AIN y Prensa Latina, constatamos que existe un predominio del estereotipo o modelo de científico aislado de la sociedad, recluido en un laboratorio, biblioteca o cualquier otro espacio de investigación o trabajo. Sus intervenciones, reflejadas en el trabajo periodístico, son parcas, elitistas y carecen de elementos que evidencien características humanas.
En algunos casos ni siquiera se refieren fuentes. El discurso periodístico carece al menos de una mención a los científicos, como si la ciencia no fuera el resultado de la inteligencia humana.
No obstante, en otros existe la voluntad manifiesta de reflejar la visión más humana de los hombres y mujeres del amplio sector de la ciencia, sus sentimientos y actitudes cotidianas, en una suerte de buen intento por desmitificarlos.
El estudio arrojó, además, que el discurso revela diversidad en el tratamiento del espacio de la mujer en la ciencia, pero la representación social de género imperante es la hegemónica tradicional, que evidencia la consideración de lo masculino como la norma y de lo femenino como subordinado.
Los periodistas, como parte de la sociedad, poseen sus propias representaciones sociales de género y de ellas depende su manera de enfrentar la vida, pero también la forma de trasmitirla a través de sus productos comunicativos a las distintas generaciones de lectores.
Los productos comunicativos donde está presente la mirada de género y la marcada humanización del científico corresponden a las periodistas que –gracias también a sus propias vivencias y aprendizajes sociales-son capaces de discernir o poseen mayor información sobre las relaciones de poder que se establecen entre los géneros.
Sin embargo, en el discurso periodístico asiste recurrentemente el estereotipo de asociación mujer-familia, el cual encuentra espacio en el centro de las representaciones sociales de género de los periodistas seleccionados en la investigación, mientras que, cuando se trata de reflejar la impronta de los hombres, pocas veces las entrevistas se dirigen al plano familiar porque no es el espacio en el que habitualmente los periodistas se los representan socialmente, -el lado paternal por ejemplo o el de esposo o hijo.
Pero lo más preocupante quizá, es que el cuestionamiento o al menos la reflexión sobre las problemáticas de género en la ciencia se encuentran casi ausentes en la prensa científica, porque la representación social de género de la mayoría de los periodistas responde a la tendencia hegemónica tradicional, coherente con los presupuestos de la cultura patriarcal que refleja el androcentrismo en la práctica científica.
Tras los resultados de este estudio, constatamos que el androcentrismo y el sexismo manifestado históricamente en la ciencia mantiene sus raíces vigentes en la actualidad. Es por eso que urge replantearse el papel de los medios de comunicación y específicamente desde el periodismo científico, en la potenciación de una cultura de la equidad de género.
Resulta preciso capacitar a los periodistas especializados en ciencia y tecnología en el tema de género, rediseñar las agendas mediáticas, revisar los perfiles editoriales de los medios de comunicación y su misión social, e introducir otras perspectivas en la formación académica para entonces, desde un discurso despojado de triunfalismos y estereotipos, enfocar las problemáticas de género en el terreno de las ciencias.