Con la implementación del Plan de estudios D en la Facultad de Comunicación (FCOM), de la Universidad de La Habana, se institucionalizó la disciplina Comunicación y Desarrollo, la cual agrupa asignaturas relacionadas con ambos perfiles e incluye temáticas como comunicación educativa, nuevas tecnologías, desarrollo local, medio ambiente, salud, género, entre otras.

A partir de septiembre de 2012, como parte de este currículo docente, se decidió proponer en modalidad optativa la asignatura Comunicación y Género, para estudiantes de cuarto año de Comunicación Social.

Esta asignatura no constituyó la primera experiencia de la facultad en la temática. En cursos anteriores, de modo aleatorio, profesores y profesoras de la facultad de Psicología habían impartido algunos talleres con temáticas similares. Los estudiantes en segundo año recibían una o dos conferencias sobre Género en su primer semestre; y en quinto año de Periodismo, se implementa una asignatura optativa completa, Periodismo y Género, impartida por la destaca periodista e investigadora Isabel Moya.

Pero esta propuesta incorporada en la carrera de Comunicación Social, tuvo dos peculiaridades: sucedió en tiempo a una asignatura, también optativa, que profundizó en temáticas de trabajo grupal desde la Psicología y la Educación Popular y, además, incorporó acciones de los estudiantes en el entorno físico de la universidad.

La asignatura tuvo como como objetivos:

• Compartir elementos básicos sobre género y enfatizar en la preparación teórica de los estudiantes.

• Compartir de forma grupal experiencias, temores, preocupaciones y potencialidades para el abordaje de la temática de género.

• Sensibilizar al grupo con las teorías y el enfoque de género para luego desarrollar acciones prácticas que involucren a otros grupos en la facultad.

• Motivar a los estudiantes a realizar investigaciones relacionadas con esta temática con vistas a futuras tesis de licenciaturas.

• Intercambiar aspectos organizativos, de planificación y seguimiento que puedan facilitar la puesta en práctica de las continuidades acordadas por el grupo una vez culminado el semestre.

Para ello, se organizó un sistema de 14 talleres concebidos desde las lógicas metodológicas de la Educación Popular. En ellos se abordaron temáticas como las relaciones de género en la vida cotidiana, género y masculinidad, diversidades —no solo la sexual—, expresiones del género en productos culturales, violencia de género, feminismo, diagnóstico de la perspectiva de género en nuestro entorno microsocial y evaluación de las prácticas grupales.

Desde el punto de vista metodológico, los dos momentos más importantes del semestre fueron un seminario sobre feminismo (incluyó antecedentes históricos y expresiones actuales) y una intervención, a modo de performance, contra la violencia de género. Esta última, propuso a la

facultad y sus aulas como escenario de iniciativas teatrales, gráficas y fotográficas desarrolladas por los estudiantes, para involucrar a grupos de otros años y carreras.

Sin duda, estos esfuerzos educativos fueron apenas un primer paso para sensibilizar a jóvenes comunicadores y comunicadoras con las temáticas de género.

La experiencia de aquel primer curso 2012-2013 demostró que cuando de género se trata, no se habla de una asignatura más. Fue significativa la cantidad de personas dispuestas a cursarla, tanto hombres como mujeres, a pesar de ser convocada como optativa. La asistencia a los turnos de clase y la participación real de gran parte de los estudiantes implicados, son solo algunos de los indicadores que avalan la aceptación que tuvieron estas clases.

Cursar una asignatura que no contempló como evaluación final las tradicionales pruebas escritas fue motivación solo para un grupo reducido de estudiantes. Para la mayoría, aquel fue un espacio para dialogar entre iguales, construir en colectivo y debatir sobre un importante y polémico tema de la actualidad. En la realidad concreta, la asignatura propició la creación de una gran familia y demostró la importancia de ese verdadero trabajo en grupo, por el que tanto se aboga en todos los niveles de enseñanza en Cuba.

En entrevista realizada a algunas personas egresadas de la asignatura, después de algunos años de vivido ese proceso, los criterios más repetidos fueron:

“La asignatura nos enseñó que cuando aprendemos a respetarnos y a respetar a los que nos rodean, en sentido general, podemos ser capaces de exteriorizar nuestras emociones”.

“…la manera dinámica e interactiva en que se impartían las clases como un taller”.

“La manera de impartir las clases alejada totalmente de la educación bancaria le da la libertad a cada estudiante de dar su opinión, más allá de los conocimientos profundos o no que tenga con relación al tema”.

“…metodología de enseñanza diferente, esta nos permitió fomentar la participación, crear los conocimientos de manera colectiva y utilizar otras técnicas de trabajo que motivaron más a los estudiantes”.

En resumen, las opiniones de las personas implicadas denotaron el gran aporte que representó para la asignatura la utilización de una metodología diferente, que trabaja con las emociones desde las vivencias personales.

La experiencia dejó grandes saldos para todas las personas que la protagonizaron, pero como se dice en el argot popular: “todo no es color de rosas”, el horario en que se impartió y el poco tiempo de duración atentaron contra el proceso. “Es un tema muy complejo como para tratarse en tan poco tiempo”, dijeron algunos estudiantes. “El tema es demasiado rico para agotarlo en solo un semestre”, opinaron otros.

A pesar de eso, en el corto tiempo y frecuencia que tuvo la asignatura se pueden enumerar logros que, a nuestro juicio, se evidencian en las opiniones recuperadas de las ya citadas entrevistas: “Al poner en práctica lo aprendido logramos revisar nuestra conducta con respecto al género e intentamos modificar conductas de las personas más cercanas”.

“Una muy buena idea fue dejar que los propios estudiantes planificaran clases como la realización de un panel y también la clase final”.

“La dinámica lograda en el grupo y la posibilidad de hacer reflexiones colectivas en torno a un tema tan sensible”.

Este resumen muestra lo que significó la asignatura para un grupo de estudiantes que la vivieron y, sobre todo, la disfrutaron. También evidencia el impacto que tuvo para ellos, tanto en la forma de relacionarse con el resto de la sociedad, en el enfrentamiento posterior a un centro de trabajo con marcadas características machistas, como en la manera de hacer comunicación y de transmitir mensajes no discriminatorios. Y, sobre todo, en la forma de enfrentar la vida en lo adelante.

La asignatura vuelve próximamente a las aulas de la Facultad de Comunicación después de estar un curso ausente (2015-2016). Esperamos que al igual que hizo en su primera edición, marque un antes y un después en la relación de los integrantes del grupo con la universidad, con la comunicación y especialmente con el género.

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