Desde tiempos remotos, la mujer ha servido de inspiración en las manifestaciones artísticas de todas las latitudes. En la música cubana también ha tenido un rol importante, sobre todo en la popular. El rap como género musical no constituye una excepción en este sentido y aborda diferentes aristas de este tópico que tocan los temas concernientes a la maternidad, la sensualidad del cuerpo femenino, la autoestima, las relaciones de género, la violencia y la prostitución.
El rap llega a Cuba a fines de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX desde los Estados Unidos. En los comienzos se hacía un tipo de rap que era el resultado de una reproducción mimética del modelo estadounidense. Con el decursar del tiempo se produjo una «cubanización» de dicho modelo, adaptándose a nuestra realidad temática y formalmente.
Cuando se habla de la sexualidad femenina afloran invariablemente los factores psico-sociales asociados a la maternidad: uno de los roles más fuertemente ligados desde el punto de vista social y cultural a la mujer. El binomio mujer-madre afecta todas las esferas vitales de la mujer y organiza su vida independientemente de toda condición. Es tan sólido este rol tradicional que muchas de las profesiones y labores consideradas como «típicamente» femeninas (y en las cuales, realmente, la fuerza laboral recae en su mayoría sobre ellas) son valoradas así porque representan una continuación de las funciones asociadas a la maternidad por ejemplo: el magisterio, el cuidado de niños, enfermos y ancianos, etc.
Artísticamente suele abordarse este tema a partir de una idealización de la figura de la madre, asociada a los esfuerzos que esta realiza en la crianza de los hijos. El rap mantiene esta visión, aunque tiene la peculiaridad de presentar madres abandonadas que se desenvuelven en los barrios marginados de la sociedad, que son maltratadas y subvaloradas por su pareja y tienen que abrirse paso en la vida solas con pocos recursos económicos y luchando contra convenciones sociales que se convierten en trabas para su desarrollo. Las mujeres desempeñan una doble función en la crianza de los hijos. Son madre y padre para ellos:
Madre, que el tiempo tienes de enemigo./ Cuidar tu hijo como fiera/ por verlo crecer, jugar, correr./
Indiscutiblemente sin dinero,/qué puedes hacer./ (…) Junto yo he vivido con mi madre en esta puñetera y jodida vida./ Mi padre en el ’80 nos abandona,/ 90 millas de mi zona .
Los altos índices de violencia ejercidos contra la mujer son una constante en la sociedad actual. Si bien en el ámbito externo (fuera del hogar) esta es víctima de maltratos, violaciones y acoso, en la esfera familiar muchas veces recibe un cúmulo de vejaciones igual o mayor. En este sentido, el entorno doméstico condiciona, a menudo, formas más sutiles de violencia (pero no menos lacerantes).
El discurso del rap alude frecuentemente al tema de la violencia doméstica. Esta puede ser el resultado de la sociedad patriarcal, del entorno marginal que sirve de escenario a estas composiciones o de adicciones que transforman el comportamiento humano, como el alcoholismo:
Minuto a minuto,/ golpeada por el bruto,/ machista absoluto / (…)/ El que tú pensaste que por ti daba la vida./ Resultó ser uno de los machistas de la esquina,/ esos que ligan amor con bebida
No me huyas, déjame ver./ ¡Ah! Ya sé,/ te volvió a pegar el tipo aquel./ Cuándo fue eso, ¿ayer?
La sociedad latinoamericana, tradicionalmente machista, limita (a partir de los valores, creencias y mitos que legitima) los derechos de la mujer sobre su propio cuerpo y su propia sexualidad. Ellas constituyen un grupo especialmente vulnerable debido, en gran medida, a los estereotipos sociales que las reconocen e identifican como pasivas, complacientes, acatadoras y subordinadas a las decisiones del hombre, quien «debe» organizar, regular y evaluar (de acuerdo con sus demandas y expectativas) todo lo relacionado con la esfera amorosa y sexual de la pareja.
Para los artistas, y para los músicos en particular, la sensualidad del cuerpo femenino ha sido un motivo de inspiración. En el rap este tópico emerge para resaltar las virtudes físicas de la mujer y las sensaciones que provoca en el sexo opuesto. El modo femenino de caminar, que ha sido tan alabado tradicionalmente, se retoma aunque no con la picardía de géneros como el son o la guaracha, sino de forma más directa, y, en algunos casos, agresiva. También se alaban las cualidades de la mujer en el baile, cuyos movimientos despiertan el deseo sexual viril:
Tienes una forma seductora de moverte frente a mí/ nena, me haces vibrar .
Tú eres para mí una flor/ donde tus labios destilan miel/ me gustaría embriagarme en la dulzura de tu piel/ imaginándome mil formas de amarte a la vez .
En este tema el tópico fundamental es el amor carnal, el placer sexual y, por tanto, efímero. La mujer es meramente un medio de placer y solo se exaltan sus cualidades externas, sin importar sus emociones ni pensamientos.
Dentro del universo creativo del rap existe otro asunto de importancia: la prostitución. Ejercer el sexo por dinero se convierte en una necesidad, en una salida forzada. Según los textos analizados, la prostitución es el resultado de una mala distribución de los bienes sociales. Si hay un culpable de ello son las sociedades, las mujeres son solo víctimas que tratan de evitar que sus vidas tomen ese rumbo. Es más importante lograr alimentar a sus hijos que la moral y los prejuicios reinantes. Ser prostituta es un camino cuando el padre del hijo las abandona o cuando la escasez en la casa apremia:
La llaman puta./ La sociedad no lo refuta,/ prostituta quien se revuelca por dinero./ De pronto estás haciendo fila, arañando algún empleo/ (…) desesperada,/ pero la jugada está apretada./ Vas una y mil veces y nada,/ duermes escuchando el sonido de las puertas que te cierran en la cara./La sociedad tira el anzuelo y tú muerdes la carnada .
El mercado del sexo adopta las más variadas formas. No solo es prostituta quien sale a la calle ofreciendo su cuerpo por un precio también lo es quien sostiene una relación que se sustenta en las ventajas materiales y no en el amor:
Anoche estuve meditando a solas:/ ¡Qué bolà con Lola?!/ En la sala falta la Victrola de abuela, el piano,/ cuadros y hasta un ramo de amapolas,/ subí rápido pa’ la barbacoa y faltaban to’a mis prendas y vi una nota .
Se hace una defensa de la prostituta y se exponen las razones por las cuales una mujer puede llegar a serlo, amén de que la sociedad la margine y la juzgue por ello. Se muestra el gran sacrificio que supone para una mujer tener sexo sin amor, obligada por las circunstancias y cómo eso puede conducir a la enajenación del ser humano. Detrás de la figura de la prostituta se esconde un ser humano con sentimientos y necesidades, no solamente una máquina de placer:
Es un cuerpo de cuerda que se agita traduciendo fuego interior que no siente./ Dientes se clavan en sus senos,/ llegó el momento de gritar, ensayar locura. / (…)/ Imagina que todo se vuelve contra ti, mujer;/ no hay dinero./ No es que no alcance para nada el poco que tienes,/ es que no tienes./ Estás en baja como siempre,/ pero esta vez más que de costumbre./ Tu cabeza se raja buscando soluciones .
El léxico empleado en estas composiciones se inscribe en los registros popular y/o vulgar como resultado del entorno en que se construyen los textos y la realidad que reflejan. La repetición de algunos vocablos como ‘mujer’, ‘negra’, ‘abandono’ y ‘machista’, nos dan la clave de la intención del mensaje que los autores quieren trasmitir.
Como se ha podido apreciar, en los textos hay dos grandes campos semánticos contrapuestos: la mujer y el hombre. El tratamiento del campo de la mujer está marcado por temas negativos y positivos en tanto los primeros son los que se asocian con el maltrato, la prostitución y el abandono y los segundos constituyen una invitación a la emancipación, la liberación y la ruptura del modelo machista.
Por su parte, el campo del hombre es definido por temas puramente negativos, como resultado del papel dominante que ha tenido siempre en la sociedad, excluyendo a la mujer. Muchas veces esto se traduce en las dicotomías abusador/abusada, seductora/seducido, comprador/mercancía, en las
que la mujer siempre ocupa un segundo plano.
Existe también una oposición semántica entre presencia y ausencia en relación con la maternidad. La madre siempre está al lado del hijo asumiendo su crianza, mientras el padre ha abandonado el hogar por una u otra razón. En este binomio antagónico se refleja una de las construcciones de la sociedad patriarcal que pone sobre los hombros femeninos toda la responsabilidad de la educación de los hijos.
A modo de conclusión, el rap, aunque intenta romper con los estereotipos sociales sobre la mujer, no lo logra totalmente. La voz masculina que enuncia el discurso, aunque intenta abogar por la emancipación, continúa viendo a la mujer como mero instrumento de placer o reforzando el tradicional rol de madre. Se ofrece una visión parcializada de la mujer. Los textos enfocan la maternidad, la prostitución o la sensualidad del cuerpo femenino como aspectos independientes, olvidando que todos afectan simultáneamente a la mujer como ser social.
El trabajo por campos semánticos traduce la oposición que existe entre los derechos de la mujer y del hombre, y las diversas significaciones culturales que se le atribuyen en la sociedad actual.
Un fenómeno tan complejo como la prostitución adolece, en los textos que lo asumen como referencia temática, de una valoración integral.
Esto, aunque pueda parecer una deficiencia, posee una intencionalidad: no acentuar aún más el sentimiento de repudio social que históricamente ha recibido la prostituta. A partir de este «otro» tratamiento, la mujer que vende su cuerpo deja de ser culpable para pasar a ser víctima: la acusación ha quedado atrás para dar paso al contacto y la sensibilidad con un conflicto humano y social.
El discurso del rap deviene también espacio idóneo para denunciar la violencia contra y hacia la mujer, tanto en la esfera social como familiar. Los textos analizados defienden los derechos de la mujer a enfrentar y subvertir el régimen patriarcal que las margina (de modos más o menos agresivos, más o menos sutiles) a planos secundarios, subordinados y dependientes.
Las composiciones analizadas constituyen un reclamo a favor de la autoestima femenina. Amarse una misma representa un derecho y una necesidad vital de toda mujer. Las virtudes pueden estar en pieles blancas o negras, y en cabellos más o menos rizados: el valor que tenemos no está en el juicio del otro, vive en nosotras y de nosotras depende.
Referencias bibliográficas
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