Brechas de la investigación complican enfrentamiento a la violencia de género

Insertadas en los espacios de debate académico y en proyectos de prevención en Cuba desde hace unos 20 años, las investigaciones en torno a la violencia de género siguen mostrando carencias que dificultan la atención a esta problemática social.

Para la psiquiatra e investigadora Ada Alfonso, entre las brechas más significativas se encuentra el «predominio de estudios descriptivos, con muestras pequeñas, que no permiten identificar la real magnitud de la violencia en el país», evaluó con SEMlac.

En su opinión, también suelen ser más frecuentes los estudios realizados con metodologías cualitativas, «que si bien profundizan en el objeto de estudio, no permiten su generalización».

En resumen, la colaboradora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) considera que «la información disponible para orientar acciones de prevención y atención es fragmentada e incompleta».

El criterio de Alfonso, quien actualmente integra la coordinación de una red de investigadores sobre la violencia contra las mujeres, parte del Programa Nacional de Educación Sexual (Proness), coincide con resultados de otros análisis realizados en diversos espacios, sobre todo académicos, de la isla.

Los estudios siguen siendo fragmentados, poco sistematizados e integrados, en opinión de Yuliuva Hernández García, también integrante de la red e investigadora del Instituto Superior Minero-Metalúrgico de Moa, en la provincia de Holguín, a más de 730 kilómetros de La Habana.

«Aún existen obstáculos que impiden, más allá de políticas específicas, un acercamiento más confiable a la magnitud cuantitativa y cualitativa del problema», afirmaron, por su parte, las investigadoras Ania Mirabal y María Isabel Romero, en un comentario a propósito del libro Violencia de género en las familias. Encrucijadas para el cambio, publicado en la más reciente edición de los Cuadernos del CIPS (Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas), presentada el pasado octubre en La Habana.

En tanto, para la psicóloga Matilde Molina Cintra, «hay una brecha intrínseca al fenómeno de la violencia y tiene que ver con las dificultades para obtener información fiable, verdadera, de las personas que utilizamos como fuente, sobre todo cuando han estado directamente relacionadas con la violencia».

Es un obstáculo que «se deriva de las propias características del fenómeno de la violencia, que a menudo se considera privado y, por tanto, cuesta mucho conseguir un acercamiento eficaz a las parejas o familias afectadas, lo cual obliga a revisar con mucho detalle la metodología de las investigaciones», detalló a SEMlac Molina Cintra, quien es profesora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.

Otras investigaciones reconocen como una debilidad la prevalencia de estudios realizados en la capital, que suelen ignorar problemáticas específicas de comunidades distantes.

«La realidad del país es mucho más extensa y en las comunidades los problemas tienen un carácter contextualizado, que atiende a una cultura y dinámicas propias, y también a vivencias diferentes», apuntó Hernández.

«Se siente la necesidad de una investigación nacional, a gran escala, que no solo estudie cuál es la situación de la violencia en Cuba, sino que también mapee los esfuerzos que se están haciendo para prevenirla y tratarla», resumió con SEMlac la demógrafa y doctora en Ciencias Marisol Alfonso de Armas, oficial de Programa del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Cuba (UNFPA).

 

Con mirada de género

Magela Romero, profesora de la Universidad de La Habana, imparte un taller sobre violencia de género para activistas comunitarios. Foto: SEMlacPara la investigadora Ada Alfonso, la ausencia de una real perspectiva de género a la hora de diseñar y ejecutar no pocas de las investigaciones también se convierte en una brecha importante.

«Es limitada la introducción de la teoría y el enfoque de género en los diseños teóricos, por lo que los resultados no se presentan desagregados por sexo o los análisis de estos no tienen una lectura de género», explicó a este servicio.

Igualmente, Alfonso alerta contra la «utilización de la categoría género para denotar problemas o situaciones que afectan a las mujeres, sin que se apele en el análisis a la construcción cultural de género y a las desigualdades que se derivan de las relaciones de poder basadas en género.

En línea con Alfonso, la joven investigadora Leticia Machado, también del Instituto Superior Minero-Metalúrgico de Moa, considera que prejuicios y falsos presupuestos vinculados con la categoría género obstaculizan el tratamiento y abordaje de la violencia.

«En muchos casos, estos prejuicios vienen de una construcción cultural que impide ver a la violencia, sobre todo a la de género, como un problema, lo cual complica la comprensión de qué es exactamente y cuáles consecuencias trae. Por tanto, tampoco se comprende la necesidad de estudiarla. Muchas instituciones consideran que ya en Cuba los asuntos de género están estudiados y no se dan cuenta de que aún estamos empezando», explicó a SEMlac.

 

Integración, reto urgente

Evaluaciones diversas presentadas a la segunda reunión de la ya citada red de investigadores de violencia, el pasado junio, alertan que quienes estudian el tema a menudo no se conocen entre sí, ni socializan sus experiencias o resultados, lo mismo en entornos académicos que en otros como los de la salud o el jurídico.

Los mecanismos de articulación para el tratamiento de la violencia son todavía escasos y se refieren, fundamentalmente, a la realización de algún tipo de reuniones y la participación en acciones de capacitación, que casi siempre son llevadas a cabo por instituciones foráneas», constató una indagación realizada por las sociólogas Magela Romero y Clotilde Proveyer, de la Universidad de La Habana, y la licenciada Zulema Hidalgo, del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR).

«Estamos trabajando, tenemos resultados de investigación importantes, pero no los conocemos ni siquiera entre nosotros», reiteró a SEMlac la máster en Ciencias Romero Almodóvar.

Para Alfonso, la poca introducción, generalización, socialización o profundización de los resultados de investigación incide en su baja utilización y constituye un obstáculo significativo para generar una cultura de la no violencia.

«Un problema grande es la falta de sistematización», coincidió la psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, de OAR.

«Y también faltan lugares donde se recoja todo ese saber que se va construyendo, para que le sirva de punto de partida a otras personas o instituciones que se interesan en el tema», agregó.

En ese camino, la demógrafa Alfonso de Armas, del UNFPA, aboga por integrar todos los esfuerzos, promover espacios de alianzas entre sectores y potenciar respuestas integrales.

Ayudaría también, coinciden las especialistas entrevistadas, construir un sistema común de información y levantamiento de estadísticas, y un repositorio de investigaciones accesible para cualquier persona que se interese en el tema.

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