¿Techo de cristal o suelo pegajoso?

Por Sara Más / saramas_2000@yahoo.com

Aunque son muchas las cubanas que están preparadas y capacitadas laboral y profesionalmente, son pocas las que llegan a cargos directivos, confirman las estadísticas.

Las mujeres conformaron el 62,7 por ciento de las personas graduadas de nivel superior en 2011, de acuerdo con el último Anuario de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Ello debiera darles cierta ventaja para asumir responsabilidades y llegar a puestos en diversos niveles de poder. Sin embargo, apenas son el 37,4 por ciento de las personas ocupadas y 34, 3 por ciento de las que se desempeñan en puestos de dirección en el país, según la misma fuente.

Esa realidad supone, indirectamente, que dejan de estar en puestos de mayor responsabilidad y también de mejor remuneración, acceso a los recursos y reconocimiento.

Especialistas reconocen que la brecha mayor entre mujeres y hombres que se mantienen ocupados en actividades remuneradas está, justamente, en las diferencias de su acceso a cargos de dirección.

«Aún la presencia femenina es baja, sobre todo, si se compara con los altos niveles educacionales alcanzados por las mujeres y su relevante protagonismo en diferentes sectores de la vida del país», afirma la periodista Isabel Moya, autora del estudio «El techo de papel: representación mediática de las mujeres directivas en la prensa escrita cubana».

Este asunto es uno de los más tratados actualmente en la agenda de género, tanto por la academia como el activismo feminista o el movimiento social, sostiene Moya.

 

Las cifras, sin embargo, expresan solo una parte del problema, que se identifica también en el lenguaje con múltiples metáforas para aludir a las barreras o factores que lo sostienen.

Tal es el caso del «techo de cristal» o el «suelo pegajoso», en referencia, respectivamente, al tope invisible que no deja subir más o a la imposibilidad de despegarse de cargas pesadas para seguir un camino ascendente.

Más allá de los datos duros y las estadísticas, las miradas empiezan a cuestionarse, a la vez, los métodos y estilos de dirección que se aplican y cómo influyen en el empoderamiento femenino.

De ese modo, afloran preocupaciones como la manera en que esas prácticas puedan estar sesgadas, o no, por las construcciones de género; el predominio de un paradigma masculino de dirección, visto como natural y universal; o cuánto influye la mejoría de la situación y condición de las mujeres en su desempeño y presencia en puestos de responsabilidad.

El establecimiento de políticas proactivas a favor de la promoción de las mujeres a cargos de dirección, la formación en técnicas de dirección y el cambio cultural hacia un modelo más equitativo fueron las principales estrategias identificadas por un grupo de mujeres directivas para facilitar el acceso femenino a puestos empresariales decisorios.

El sondeo, al cual SEMlac tuvo acceso, fue realizado en marzo pasado entre 53 participantes en el taller «Mujeres y empresa: estilos de dirección desde la perspectiva de género. ¿Cómo dirigir de manera innovadora?», organizado por la Empresa de Gestión del Conocimiento y la Tecnología (GECYT).

De las entrevistadas, 68 por ciento ejercía algún cargo de dirección y solo 12 por ciento había ocupado alguna vez la máxima responsabilidad de una empresa.

La exploración evidenció que la tercera parte integra los consejos de dirección, donde se toman decisiones, mientras la mayoría (67 %) solo participa en órganos asesores, que recomiendan pero no deciden, necesariamente. Sin embargo, un grupo mayor (74 %) cree que estar en los espacios decisorios agregaría un valor a la consecución de los resultados.

De cualquier modo, en sus centros laborales predominan los cargos ocupados por hombres, excepto en las áreas de recursos humanos y contabilidad, dominadas por mujeres.

Por sus respuestas se puede inferir que, para ellas, el camino es más difícil y deben estar más preparadas que los hombres para poder alcanzar un puesto de dirección.

Entre los factores que les abren posibilidades identificaron, en orden descendiente de importancia, la formación y experiencia, la obtención de resultados, el reconocimiento, el plan de formación de dirigentes y la política de impulso al plan de carrera profesional.

Para el caso de los hombres, creen que coinciden los dos primeros: formación y experiencia, así como resultados laborales. Pero acto seguido identifican el peso que tiene la designación o propuesta del jefe directo, incluso por encima del desempeño que se muestre.

«Una mayor conciencia de las diferencias y brechas existentes entre hombres y mujeres ayudaría a un mayor y mejor posicionamiento de las mujeres, con probadas capacidades y condiciones», opina Sara Artiles, consultora de GECYT.

Artiles integra el grupo multidisciplinario que trabaja desde GECYT para impulsar una cultura de género en los diferentes sectores de la economía, potenciar el desempeño femenino y reducir las brechas que hoy día obstaculizan su desarrollo.

Como empresa del conocimiento, esa entidad promueve la capacitación y el aprendizaje para mejorar las competencias y capacidades de las personas que trabajan en la empresa cubana.

La especialista detalló que esa línea de acción incluye cursos, talleres, seminarios y organización de redes sobre temas estratégicos, tales como mercadotecnia, calidad, innovación, gestión del talento y capital humano.

Desde 2012, siguiendo los enunciados del plan de acción de Beijing sobre mujer y economía, GECYT ha realizado cuatro talleres acerca de mujeres directivas, innovación en la dirección empresarial y estilos de dirección, con la participación de más de 300 mujeres de diversos lugares del país, informó Artiles.

Asuntos de interés relativos al empoderamiento, el uso del tiempo y la inserción en las estrategias empresariales serán el centro de atención en otros cuatro talleres previstos para el actual año, agregó.

«Es un trabajo que apenas comienza, se puede decir. Pero hay un camino andado ya por excelentes directivas que, con sus experiencias, buenas prácticas y resultados permitirán avanzar más en un tema todavía inexplorado en todo su potencial», concluyó.

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