Jóvenes y sexualidad ¿un tema para hablar en familia?

El imaginario de padres y madres sobre los roles que deben asumir sus hijos e hijas influye en las pautas educativas que emplean los familiares, confirma un estudio realizado en Cuba. Existen patrones diferenciados para muchachas y muchachos, concluyen varios resultados de una investigación del Centro de Estudios de la Juventud, que exploró las percepciones de un grupo representativo de adolescentes y jóvenes.

Esas diferencias por sexo se asocian a temas de conversación entre padres e hijos, como el inicio de las relaciones sexuales, la orientación sexual y las temáticas vinculadas a la sexualidad, subraya el trabajo «Peculiaridades de la comunicación intrafamiliar sobre sexualidad desde la perspectiva de adolescentes cubanos», presentado durante el 8vo. Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, realizado del 27 al 29 de junio en La Habana.
La investigación abarcó una muestra representativa de 472 adolescentes entre los 12 y 19 años de edad, en seis provincias del país, dos por cada una de las zonas geográficas: La Habana y Artemisa (Occidente); Ciego de Ávila y
Camagüey (Centro) y Santiago de Cuba y Guantánamo (Oriente).
La indagación indica que la importancia del condón, la relación de pareja y las infecciones de transmisión sexual son temas frecuentes que muchachas y varones de 12 a 14 años tratan en el ámbito de la familia, pero encontró diferencias para cada sexo.
Mientras los familiares dan mayor prioridad al uso del condón cuando hablan con los varones de esas edades, se constató que hay temas relacionados con los abortos, embarazos y métodos anticonceptivos que se dialogan en mayor medida con las muchachas.
«Para los familiares adultos, el tema de evitar los riesgos de una relación sexual desprotegida es una de las preocupaciones fundamentales», suscriben Ana Isabel Peñate, Odette del Risco Sánchez y Raida Semanat Trutie, autoras del citado trabajo.
Sin embargo, los mensajes se elaboran desde el riesgo y el temor, por lo que no satisfacen totalmente las necesidades de aprendizaje de la población adolescente.
Lo cierto es que, a juzgar por lo que expresaron las y los adolescentes en los grupos focales, el tema de sexualidad no es uno de los más abordados en familia y, cuando ocurre, los adultos actúan como emisores de información y los más jóvenes como receptores.
Las y los adolescentes refieren que el apoyo que habitualmente reciben en ese ámbito se refiere al estudio, la toma de decisiones y la manutención económica.
«Mis padres son un poco estrictos con el tema de la sexualidad pero, de hablarme de un tema, me hablan de la protección», contestó una muchacha entrevistada.
Respecto a los asuntos que les gustaría tratar, señalan cuestiones que surgen de las vivencias de la vida cotidiana que les impiden iniciar sus relaciones de pareja como desean.
La indagación del Centro de Estudios de la Juventud corrobora que aún prevalecen prejuicios respecto a que la mujer debe poseer el conocimiento sobre la protección, así como asumir decisiones en torno a interrumpir un embarazo no deseado.
Si bien la maternidad y la paternidad responsable constituyen temas poco abordados en la comunicación de madres y padres con los y las adolescentes, estas últimas siguen siendo socializadas, desde edades tempranas, para que asuman la responsabilidad de la maternidad como condición intrínseca de ser mujeres.
Ello evidencia que, no obstante las profundas transformaciones económicas, políticas y sociales que han favorecido la inserción de la mujer en la vida pública, aún persiste una imagen tradicional de la mujer asociada a la maternidad, suscriben las autoras.
Las exigencias y expectativas de los familiares provocan que la información para muchachos y muchachas sea diferenciada, a partir de prejuicios y mitos que permanecen en el imaginario social, agregan.
De ese modo se transmiten esas ideas a la población adolescente y se influye en sus comportamientos cotidianos, con énfasis en su vida sexual y de pareja, actual y futura.
La madre se sigue identificando como la principal fuente de información en la familia para estos temas, pues se visualiza como la «más comprensible», al decir de una muchacha. En tanto, se menciona a los padres menor medida y se les describe como menos tolerantes y poco abiertos al diálogo.
Otro de los aspectos explorados por la investigación fue la reacción de la familia ante la orientación sexual de sus hijos e hijas.
El 9 por ciento de adolescentes tempranos de la muestra dijo tener dificultades para expresar libremente su orientación sexual en el seno de la familia. Ese porcentaje se redujo a 5, 4 por ciento entre los 15 y 19 años, sea por sentir miedos, falta de confianza o vergüenza, o percibir que podrían ser ofendidos por sus familiares.
Otra situación examinada fue la reacción familiar ante el inicio de las relaciones sexuales en adolescentes. El 69,7 por ciento del grupo de 12 a 14 años no había iniciado sus relaciones sexo eróticas coitales.
No obstante, se constatan marcadas diferencias entre muchachos y muchachas; 44,8 por ciento del total de varones declara haber iniciado relaciones sexuales, y solo 15,4 por ciento de las muchachas otorga igual respuesta.
Las autoras sostienen que esta situación pudiera explicarse por patrones socioculturales vigentes en la sociedad cubana, que incitan al inicio de las relaciones en los adolescentes como símbolo de madurez y «hombría».
Desde el discurso adolescente se legitima un inicio más temprano en los muchachos, aunque 43,2% de ellos y 46,2 por ciento de ellas no les comentaron a sus familiares que habían tenido ya sus primeras relaciones sexuales.
En las adolescentes resulta diferente, en tanto la mayor parte recibió el apoyo y la comprensión de la familia, tanto para el 50,5 por ciento que comentó su decisión antes de iniciar las relaciones sexuales como para el 29,7 por ciento que lo comunicó después.
Las investigadoras infieren que la familia posee ciertas expectativas en cuanto a la edad de inicio de las relaciones sexuales de sus hijos y en esa medida se aprecian sus reacciones.
Sobre todo las chicas que comienzan sus relaciones con una edad mayor a los 15 años encuentran mayor apoyo y comprensión en este espacio, aseguran
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