Humorismo gráfico: Un desafío para la mujer cubana

Por Marta María Ramírez

Reproduciendo el patrón mundial, el coqueteo de las cubanas con el humorismo gráfico es efímero, pues a pesar de que las mujeres han conquistado para sí profesiones tradicionalmente masculinas, esta especialidad en Cuba sigue siendo un oficio de hombres. “La creatividad femenina, no sólo en la caricatura, se ve coartada por la naturaleza de la maternidad”, afirma Nani Mosquera, importante humorista gráfica colombiana radicada en España y una de las gestoras de la exposición itinerante Las mujeres creadoras y el arte de la caricatura, que exhibirá en Cuba durante la Bienal del Humor de San Antonio de los Baños, en 2007, la obra de 33 mujeres caricaturistas de varios países.
Pero la creadora del personaje Magola le añade a las causas de esta mala relación, el papel de la religión que “fue sumiendo a las mujeres en el silencio de una sociedad hecha por y para hombres”.
Por su parte, Miriam Alonso, llamada cariñosamente la abuela de la caricatura cubana, por haber dedicado 38 años a esta profesión en el semanario Pa’lante, sostiene que “si hubiera más ’amos de casa’ ayudando y atendiendo el hogar, es posible que existieran más mujeres caricaturistas o, por lo menos, más permanencia de nosotras en la profesión”.
A juicio de Arístides Hernández (Ares), reconocido humorista gráfico cubano, no se puede obviar el factor cultural. “La mujer tiene más miedo al ridículo, que es en definitiva la esencia del humor. La imagen que se tiene de ellas en nuestras sociedades está relacionada con la belleza, la dulzura, lo correcto… Esto le impide ser parte de la risa, del choteo”, opina.
Habría que agregar que los responsables de elegir cuál trabajo publicar son mayoritariamente hombres, a lo que se suma la poca estabilidad económica y la escasa oferta de nuevas plazas que caracterizan a esta profesión.

¿Un oficio unisexo?
El paso de la mujer por el humorismo gráfico puede ser más antiguo de lo que muchos suponen. Sin embargo, esta historia también ha sido contada por los hombres y ellas, definitivamente, no son las protagonistas. ¿Quién puede asegurar que las pinturas rupestres hayan sido hechas sólo por varones?, se pregunta Nani.
Desde el antiguo Egipto o la América precolombina, llegan las primeras noticias sobre el origen de la caricatura, pasando por Grecia y Roma; hasta llegar al Renacimiento, cuando comienza a emplearse este término. La aparición de la imprenta, primero, y de la xilografía y la litografía; después, permitirían el florecimiento de este género, en el que las mujeres no fueron incluidas.
Ares lamenta la ausencia porque “es muy interesante el humor desde la visión femenina: cómo ve ella al mundo y cómo ridiculiza el papel del hombre en la sociedad”.
“El tratamiento de la mujer como un objeto ha generado cansancio en las dibujantes. Seguramente, en un primer momento, todas pensamos en una pequeña revancha, pero nuestro trabajo se va extendiendo luego hacia otros temas. En nuestra exposición se puede ver esto”, explica por su parte Nani.
No obstante, insta a no pasar por alto ni menospreciar que las dibujantes aborden la problemática femenina, porque “cualquier oficio, desempeñado sólo por un género, cojea”.

Mujer, objeto y sujeto en la caricatura cubana
La primera caricatura que recoge la historia cubana es de carácter político. Se trata de una hoja hallada por el escritor Cirilo Villaverde en el Teatro Tacón, en 1848, en la que Cuba es representada como una vaca ordeñada, primero por el gobernante saliente y después por su sucesor.
Sobre la mujer en los albores del humorismo gráfico cubano, Ares asegura que desde entonces es evidente la manipulación de las mujeres. “Es típico que Cuba sea representada por una figura femenina, en los dibujos hechos en su contra”, ejemplifica.
“En el siglo XIX, como antecedente de la historieta cubana, está ‘La vida y muerte de una mulata’, la historia de una mujer que se prostituye y muere”, comenta el dibujante. En este período aparecen caricaturas con dos firmas aparentemente de mujeres, en publicaciones de los cubanos exiliados en Estados Unidos.
“Están Bettina y Aba Graven, desconozco si son mujeres y, aunque lo fueran, estos nombres podrían ser sus pseudónimos”, alerta Ares.
Ricardo de la Torriente utilizó a su mítico personaje, Liborio, el primer representante del pueblo cubano en el dibujo humorístico, para ridiculizar al Partido Feminista, en 1913, y, en 1917, para aplaudir la promulgación de la primera ley de divorcio en Cuba.
A inicios del siglo XX, el caricaturista Enrique García Cabrera retrataba a las habaneras con cuerpos voluminosos y creídas de su belleza, y en la década del cuarenta el holguinero Andrés también publicaba figuras de mujeres voluptuosas en la importante revista Carteles .
“Por la década del treinta del siglo pasado, aparecieron las caricaturas de la guantanamera Cristina Larcada en las revistas Carteles y Social, elogiadas en varias ocasiones por el maestrazo del humorismo gráfico cubano, Conrado Massaguer”, comenta Ares.
La primera mujer registrada como caricaturista en el Directorio Nacional de Periodistas de Cuba fue María Luisa Valentino, quien en los años cincuenta trabajó en la redacción del Diario de la Marina. “De esa misma época es Digna Numa, quien -según vagas referencias- era una mujer muy joven, ilustradora e historietista en El País Gráfico”, añade Alonso.

Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu

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